jueves, 12 de marzo de 2020

Sensatez

No puede haber sensatez, en una mente vacía

Cuando se nos puso a prueba,
cuando se esperaba
que prevalezca la sensatez,
cuando teníamos la oportunidad
de demostrar nuestra querida
y respetada dignidad humana,
nos fue imposible
comportarnos como tal:
como seres humanos.

Compleja y difícil de entender
es la naturaleza humana.
Una crisis, una alarma,
una epidemia, una pandemia,
nos convierte en feroces defensores
del yo y del solamente yo.

En pandemia,
no podemos pensar
solamente en clave personal,
debemos pensar en clave social,
en plural, en los otros,
en los más necesitados,
en los vulnerables,
en los débiles…
y por qué no,
también en los imbéciles,
que acaparan todo,
sin pensar en los demás.

Si nos piden respetar
elementales normas de actuar,
que buscan detener y cortar
el ciclo de la epidemia,
la curva creciente de la pandemia,
lo mínimo que poder hacer
es sumarnos a la causa común:
evitar reunirnos sin necesidad,
evitar viajar sin obligatoriedad,
cuidar a los niños, a los mayores
y a los vulnerables.
Lavarse las manos,
evitar contactos innecesarios.
Guardar reposo,
si nos sentimos enfermos.
No acaparar productos,
respetar los espacios públicos,
no aprovecharse del miedo público.
En fin…
pensar en todos.

Si la sensatez
nos acompaña en estos días,
quizá podamos entender
que es un momento complejo,
que es un momento difícil,
que habrá más muertos,
que habrá más enfermos,
que habrá más contagiados…
pero a la vez,
que juntos, que todos colaborando,
podremos hacer frente
a cualquier crisis
a la que nos enfrentemos.

Sensatez y responsabilidad,
deben acompañar al miedo,
que hoy nos invade.
Toda precaución vale,
todo cuidado es válido,
respetándonos
y respetando a los demás.

Luego del susto,
debe despertar en nosotros
la mayor sensatez y responsabilidad
que jamás haya despertado.
Lo que hagamos los ciudadanos,
no por una disposición,
sino por respeto al bien común,
permitirá superar,
no solo esta pandemia,
sino los otros males
que aquejan a la humanidad:
violencia, terrorismo,
narcotráfico, corrupción
y “quemeimportismo” extremo.

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