domingo, 16 de octubre de 2011

Tu abrazo

Tu abrazo,
me roba la respiración,
y me vuelve a la vida.

Tu abrazo,
me toca el corazón,
e ilumina el día.

Tu abrazo,
es mi ilusión,
es mi alegría.

Llegas

Llegas a mi tiempo,
a mi vida,
a mi cuerpo.
Llegas y te quedas,
en mi mundo,
en mi todo.

Llegas a mi tiempo,
y lo transformas todo,
un beso es un mundo,
un abrazo el infinito.

Llegas a mi tiempo
y te pido te quedes,
no puedo seguir vivo solo,
te necesito conmigo.

Ojos que me hablan

Ojos que me miran,
que me siguen,
que me aman.

Ojos que me hablan,
que me dicen
que me aman,

Ojos que me llevan,
de la tierra hasta el cielo,
ojos que al no verlos,
siento que me muero.

jueves, 13 de octubre de 2011

Estás aquí para vivir… Cartas a Santiago, mi hijo

Vivir no es sólo existir,
sino existir y crear,
saber gozar y sufrir
y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir.
Gregorio Marañón


Hijo mío,
leía hace poco,
una frase de un científico,
que me hizo reflexionar
sobre la vida,
sobre el sentido de nuestra existencia…
Es verdad,
me podrás decir,
que hay muchos pensadores,
filósofos y predicadores,
que ha dicho y dicen cosas en ese sentido,
incluido por supuesto al mismo Jesucristo,
pero me quedo por hoy,
con ese pensamiento,
que nos dice
que la vida es muy peligrosa.
No por las personas que hacen el mal,
sino por las que se sientan a ver lo que pasa.
Albert Einstein,
el científico del que te hablo,
seguramente,
-así lo tomo yo-
se refería a aquellos,
que “viven la vida por vivir”,
sin ilusión alguna,
sin sueños de nada,
sino el simple acto de abrir los ojos en la mañana,
cumplir la “obligación” de trabajar,
tener una familia porque eso es lo “normal”,
y esperar la noche para descansar.

Quizá ese sea,
el peor mal de nuestra sociedad,
sentarse a mirar,
como pasa la vida,
como se toman las decisiones,
como pocos deciden,
el futuro de muchos.

Sentarse a mirar,
como se matan a las personas,
a los sueños y a las ilusiones,
a los derechos humanos,
y a los humanos sin derechos.

Sentarse a mirar,
y solo esperar,
el fin de los días,
sin animarse a actuar,
sin decidir abrir la boca,
para decir lo que se opina,
lo que se cree,
lo que se piensa,
con el temor a equivocarse,
con el temor a ser acusado
de irreverente,
por el “pecado”
de pensar diferente.

No podemos hijo mío,
sentarnos a mirar
pasar la vida sin más,
estamos aquí para vivir,
y vivir significa protagonizar,
actuar, tomar partido,
opinar, pensar, discutir,
proponer, construir,
sumar, soñar días mejores,
y estar despiertos en su construcción.

No podemos hijo mío,
declararnos derrotados,
sin antes haber luchado.
No podemos entregar el poder
a unos cuantos improvisados,
que no saben qué hacer con él,
o quizá lo que si saben,
es abusar de su poder.
Estamos aquí para vivir hijo mío,
y ello implica,
asumir los retos de la ciudadanía,
asumir unos valores ciudadanos,
que quizá se han olvidado,
que quizá hemos dejado de lado.

Estamos aquí para vivir hijo mío,
y ello significa,
preocuparnos por el prójimo,
renunciar a deseos propios,
y trabajar y luchar por los de todos,
sobre todo por aquellos
que benefician al colectivo,
que hacen a la persona humana,
que la dignifican,
que la promueven,
que la alientan,
que le dan esperanza de vivir,
de trabajar y de amar,
de levantarse cada día,
y trabajar por mejores días,
por un mundo mejor,
pero no en palabras,
sino en obras, en acciones,
que primero son personales
y luego colectivas.

Estás aquí para vivir,
no para ver pasar la vida hijo mío,
sino para ser protagonista en ella,
desde el lugar donde te encuentres,
y con la gente que te rodee.
Protagonista de tu propia vida,
y protagonista de la vida,
de tu comunidad y la sociedad.
No te dejes llevar,
por aquellos que te piden que te sientes,
que aceptes las cosas como vienen,
y que los dejes hacer de tu vida…
lo que ellos quieren.

jueves, 6 de octubre de 2011

El poder de la información... o la información al servicio del poder

No nos engañemos el poder no tolera más que las informaciones que le son útiles. Niega el derecho de información a los periódicos que revelan las miserias y las rebeliones.
Simone De Beauvoir

Quien tiene la información,
tiene el poder,
reza un adagio inteligente,
que prudentemente advierte,
el poder de la palabra,
para la construcción o la destrucción.

Y es que en el mundo de hoy,
y en el de ayer también,
la información ha significado,
el poder influir en el comportamiento humano.

Basta ver el ejemplo del rumor,
que de boca en boca camina,
y que a cada paso que da,
deja listo un taco de dinamita,
que cuando estalla,
destruye todo, lo que en su paso encuentra.

Basta ver el ejemplo de la mentira,
que dicha varias veces,
se convierte de a poco,
en una verdad revelada.
Lo mismo pasa con la información,
la información que maneja el poder,
aquella que le interesa que sólo tu,
puedas ver o puedas llegar a tener.

La información del poder,
la información al servicio del poder,
reduce todos los escenarios,
atenta a la verdad,
limita la capacidad de reflexionar,
te convierte en un ser sin razón,
sin capacidad de razonar.
Y de a poco aceptas,
aunque en el fondo sabes que no es verdad,
que es una supuesta realidad,
un supuesto mundo perfecto y especial,
creado por el poder para que puedas estar bien.

La información al servicio del poder,
poco a poco,
se convierte en imposición,
en verdad absoluta,
que no puede ser juzgada,
peor aún cuestionada.

La información al servicio del poder,
penetra de a poco en la historia,
la ajusta a su razón de ser,
inventa falsos dioses,
y construye ídolos de barro,
supuestos mecenas,
que te regalan de todo,
y no adviertes que lo hacen,
con el dinero de todos.

La información al servicio del poder,
es una herramienta vital,
para poder transformar,
la capacidad de pensar y hablar,
y que con el tiempo las personas,
sin darse cuenta de verdad,
empiecen a usar,
una mordaza natural.

La información al servicio del poder,
no admite críticas,
y quien las haga,
esa misma información, ese mismo poder,
se encargará de callar,
a aquel o a aquellos,
que han osado pensar,
que han osado hablar,
que han osado dejar de pensar igual.

La información al servicio del poder,
se ha olvidado que ella está al servicio de la verdad,
y que la verdad es la suma,
de las verdades de todos,
pero de aquellas verdades,
que no distinguen clases,
que no distinguen pensamientos,
religiones, tendencias,
intereses económicos o de clase,
de aquellas verdades donde reina,
la buena fe, la ética y la moral.

La información al servicio del poder,
se olvida que es ella,
la que debe liberar,
la que debe provocar reflexiones,
la que debe ayudar a pensar…

La información al servicio del poder,
convierte los servicios de comunicación pública,
en servicios de una sola clase: la del poder,
a tal punto de cambiar,
lo que pasa en la realidad,
por el discurso de bienestar,
que el poder intenta grabar,
en la mente y en los corazones,
de los ciudadanos, que atónitos,
que cegados,
poco a poco son hipnotizados,
por la información del poder.

Ya no discutes,
ya no discurres,
ya no piensas,
solo aceptas,
te allanas,
te callas,
les crees,
les sirves,
te agachas,
te arrodillas,
les imploras,
les juras,
les pides…
eres poco a poco,
una víctima,
un ser al servicio del poder…
la información cumplió su diabólico papel.