viernes, 29 de septiembre de 2017

Adoctrinar (para la violencia cultural y estructural)

"En nuestra época no existe tal cosa como 'mantenerse fuera de la política’. Todas las cuestiones son cuestiones políticas, y la política misma es una masa de mentiras, evasivas, tonterías, odio y esquizofrenia"
George Orwell

Descubrió el populismo,
que para que la gente crea,
que vive en democracia,
es necesario el adoctrinamiento.

Ese populismo,
apoyado del marketing político,
descubrió a una ciudadanía vaga,
una ciudadanía conformista,
una ciudadanía ignorante,
que se creía y cree,
lo primero que escucha o lee.

Entonces ese populismo,
disfrazado de clase política,
de partidos democráticos,
de movimientos ciudadanos y populares,
empezó a adoctrinar en fundamentalismos.

Solo hay un color y una frase,
para describir a los buenos,
y un color y una frase,
para describir a los malos.

Se construyeron
y se siguen construyendo,
las historias de unos dioses de barro,
presentados al pueblo como líderes extraordinarios,
como personas desinteresadas,
que trabajan noche y día
por el prójimo y sus hermanos.

Se construyeron discursos,
sobre inclusión,
que eran absolutamente excluyentes.
Discursos sobre amor,
que eran un odio disfrazado.
Discursos de defensa de la madre tierra,
que escondían ambición desmedida.
Discursos de honestidad,
que se alimentaban de corrupción y mentira.

El  adoctrinamiento,
solamente permite leer lo primero,
lo que el dios de barro quiere que leamos,
lo que el dios de barro,
dispone que leamos y repitamos,
una, diez, mil, millones de veces,
sin pensar lo que decimos.

Ese adoctrinamiento es violento,
porque quien piensa diferente,
es a quien se lo señala como insurrecto,
como delincuente,
como terrorista,
y se pone en marcha
todo el aparato policial y judicial,
para silenciar las voces disidentes,
para callar al pensante,
al crítico con fundamento,
a quien ha leído,
no solo el discurso del adoctrinado
y del adoctrinador,
sino que ha sabido leer,
la realidad de las cosas,
el pasado, el presente,
y tiene miedo de lo que puede pasar,
en ese tiempo que llamamos futuro.

Por ese adoctrinamiento,
los hermanos de un mismo país se matan,
se roban, se disparan, se odian,
quieren separarse,
quieren estar solamente,
bajo el manto de su dios,
de su adoctrinador.

Por ese adoctrinamiento,
está en peligro el libre pensamiento,
la libertad de la palabra,
la libertad de disentir sin ser violentado,
la libertad de hablar sin ser callado.
Y la situación es más cruel,
cuando el adoctrinamiento,
se pone su disfraz de político,
que defiende y defenderá,
la corrupción que lo mantiene en el poder.

Educación y no adoctrinamiento,
implicación en la vida del país,
y no un simple ejercicio de votar,
y esperanza en que podemos mejorar.
Ya lo dice Chomsky:
“Si asumes que no existe esperanza,
entonces garantizas que no habrá esperanza.
Si asumes que existe un instinto hacia la libertad,
entonces existen oportunidades de cambiar las cosas”.

Nuevamente me pregunto,
¿de qué lado queremos estar?,
¿qué rol queremos jugar?,

¿cuánto nos interesa nuestra vida y la de los demás?.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Días

Días que han pasado,
que aún faltan por pasar,
días sin ti,
días sin tu abrazo.

Días que de pronto son noches,
días que son solo eso,
horas que se acumulan,
tiempos y momentos,
que son días,
pero que no son vida.

De pronto apareces
en palabras, en buenos deseos,
en cómplices miradas,
y esos días cobran vida,
esos días valen la pena,

esos días calientan la noche fría.

viernes, 22 de septiembre de 2017

El abuso de lo público

La democracia no se aprende en el Parlamento, sino en casa.
Ser demócrata no es una actitud política, es una actitud ante la vida.
Montserrat Roig

Deformado el concepto
y la práctica de la democracia,
la clase política en el poder,
-léase en cualquiera de los poderes del Estado-
adquiere unos singulares hábitos,
que se convierten en algo cotidiano.
El ciudadano sentado,
frente al televisor, el periódico o la radio,
y también ante una pantalla de teléfono o computador,
es un mero espectador
de comportamientos abusivos e inhumanos.

Porque esa clase política,
tiene en sus manos,
y es su responsabilidad
la administración de lo público:
dinero, personas, instituciones,
presente y futuro de todos.

Esa clase política tiene que saber,
y tiene que hacernos saber,
el estado de la seguridad social,
sus cuentas, sus realidades y sus tristezas,
también sus alegrías,
pero lo que no puede hacer,
es contar un cuento de fantasía.

Esa clase política en el poder,
tiene que cuidar el dinero público,
y dejar los sainetes y las pompas,
buscando darse un aire de grandeza,
cuando lo que tienen que hacer,
es trabajar con inteligencia,
con humanidad,
con responsabilidad y ética,
pensando en el elector,
en el país y en los que vienen detrás.

Esa clase política,
no puede darse el lujo de tapar,
de ocultar y proteger al corrupto,
al comprador de conciencias,
al que se lleva un dinero,
que podía invertirse en verdadera educación,
en verdadera justicia y en verdadera salud.
El dinero robado,
no es de esa clase política,
sino de todos los ciudadanos.

Hay entonces,
un abuso de lo público,
algo que puede ser todo,
menos democracia,
porque ese abuso,
esa clase política
que hace abuso de lo público,
promueve enfrentamientos internos,
tensiones de grupos y sectores,
temor, inseguridad, silencios,
retraimiento,
persecución y acoso.

El abuso de lo público,
llega a tal punto,
que se pierde la intimidad,
y las ganas de hablar.
Porque crearon policías secretas,
cuerpos de seguridad,
al servicio del poder,
y no al servicio de la seguridad ciudadana.

Si queremos democracia,
debemos recordar que ella,
es como un barco de remos,
navega con energía humana,
con el esfuerzo de nuestras manos,
con toda nuestra energía entregada
y puesta al servicio común.

Al contrario,
el abuso de lo público,
conlleva a que no haya
ni distribución ni equilibrio,
de poder y responsabilidad para remar.
Hacen y deshacen las leyes,
las instituciones y los poderes,
y luego cuentan una serie
de historias sin sentido,
en nombre de la patria,
de los próceres, de los falsos dioses,
y de todo, menos de la verdad.

Habrá abuso de lo público,
mientras lo permitan los ciudadanos,
es triste, pero creo que es verdad.


viernes, 15 de septiembre de 2017

Consulta

Si un colectivo tiene la oportunidad de votar unido y con ello puede decidir el resultado de las elecciones, y no aprovecha esa ocasión, no cabe duda de que ese colectivo está políticamente enfermo
Malcom X

Se oyen voces y mensajes,
sobre la necesidad
de una consulta popular,
porque hay leyes que cambiar,
porque hay instituciones sin necesidad de estar,
porque al final de cuentas,
es importante rectificar.

Llevamos unos meses,
intentando abrir los ojos,
y una vez abiertos,
intentando asumir una realidad,
compleja y extraña,
cercana y dolorosa,
que nos cuenta el cuento
de una patria saqueada,
de una patria adormitada,
de una patria construida,
sobre el esfuerzo de muchos,
y la ganancia de pocos.

Llega el momento,
en que las voces en conjunto,
señalan que parte de la solución
es cambiar la situación y el estado
de instituciones y normas,
que nos hacen daño.

Coincido con esas voces,
y coincido con la necesidad del cambio.
Coincido con la consulta,
porque asumo que no hay otra vía pacífica,
para realizarlo.

Pero debo compartir mi preocupación,
por aquellos que serán consultados,
y por una clase política mediocre
que no alcanza mínimas condiciones de capacidad,
ni de argumentos, ni idoneidad.

Me preocupa el nivel de información,
la capacidad de analizar,
pensar y meditar,
de los que votaremos en la consulta popular -si la hay-.

Me preocupa que votemos,
como si fuera un asunto de derrotar al otro,
de cobrar venganza,
de enaltecer al caudillo,
de dejar las cosas en su sitio,
sin cambiar nada.

Me preocupa que votemos
sin pensar en el fututo,
haciendo caso a un mensaje del poder,
que nos quiere dispersos,
que nos quiere ignorantes,
que nos quiere sumisos,
que nos quiere dormidos.

Me preocupa,
que nuestra ética esté en mínimos,
y que por esa creencia,
votemos sin conciencia,
sin esperanza,
sin esperar cambios,
sin esperar nada.

Me preocupa de verdad,
y lo digo con respeto,
pero también con amargura,
que hay una clase política,
(también existe a mi criterio,
una clase política buena)
que no se merece el honor
de representar a un electorado,
a una sociedad,
a un pueblo
y a un futuro que no es de ellos,
sino que es de todos.

Una clase política,
a la que le falta altura,
preparación y cordura,
para hacer frente a los retos
que el país enfrenta,
y que reduce el debate,
a temas superfluos, vagos y dispersos,
olvidando lo de fondo:
la podredumbre y la corrupción,
y como cambiar esa realidad,
desde la verdadera educación.

Si hay consulta,
bienvenida sea,
porque más que un resultado electoral,
es la manera de evaluar

nuestro compromiso con la democracia y la realidad.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Diplomacia en desgracia

El verdadero arte de la diplomacia,
consiste en no perder el cargo
Sofocleto

Cuando llegamos a pensar,
e incluso, cuando llegamos a aceptar,
que la función pública,
es una suerte de club de amigos,
una cadena de favores,
y servicios particulares,
es cuando esa función pública,
es cuando ese servicio público,
deja de ser tal:
de ser función y de ser servicio.

La diplomacia de un estado,
cualquiera que sea este,
es la punta de lanza
para conectar al país con el mundo,
y al mundo con el país.
La diplomacia de un estado,
debe estar al servicio de los ciudadanos,
en cuanto a promocionar
los propios productos y servicios,
a atender las necesidades de los conciudadanos
que viven en otros lados,
a buscar fondos de cooperación,
a tender puentes,
a abrir fronteras,
a construir alianzas,
a promocionar al país
con todos sus valores y riquezas.

Ello requiere
de un proyecto de Estado,
que más allá de los gobiernos,
construya una marca país,
y sepa mantenerla y consolidarla.
Ello requiere
de funcionarios de carrera,
expertos en el tema,
técnicos y profesionales,
comprometidos con la patria
y con todos sus integrantes.

La diplomacia de un estado,
es la imagen que damos,
es la imagen que proyectamos.
Si esa diplomacia funciona,
si esos funcionarios cumplen su trabajo,
contaremos con mas oportunidades y espacios
para proyectar nuestro trabajo
y para decirle al mundo que aquí estamos.

Por el contrario,
si la diplomacia de un estado,
es la oportunidad de oro,
de los políticos de turno,
para nombrar y designar,
a cualquier ciudadano,
por el simple hecho de ser del partido,
amigo, familiar o conocido,
del poder en el poder,
seguramente esa diplomacia,
dejará de ser tal,
dejará de servir para lo que fue creada,
dejará de ser puente,
pasará a ser ser puerta cerrada.

No es posible aceptar,
que el servicio exterior del Estado,
se encuentre en dudosas manos,
que ágiles actúan
para nombrar a sus partidarios,
que felices parten a sus nuevos cargos,
pagados con dinero público,
sin saber lo que deben hacer,
sin ser lo que deben ser.

Tuvimos ya una década oscura,
de una diplomacia inmadura,
de una diplomacia servil,
de una diplomacia sin norte, ni fin.
No creo en un discurso de cambio,
ni de nuevos aires para el Estado,
si la diplomacia sigue siendo una desgracia,
repitiendo frases prefabricadas,
apoyando dictaduras
y gobiernos inhumanos,
nombrando y designando
a representantes del servicio exterior,
sin ningún mérito
que no sea ser el amigo del poder.


jueves, 7 de septiembre de 2017

Lo que sientes

No, no quiero que me escribas,
porque un mensaje de mi parte recibiste,
o porque te dije que estabas distante.
Escríbeme porque así lo sientes,
así estés desbordado, ocupado, estresado.
Sabes…
para ti y para los que amo,
no existe nada,
nada de nada que me impida,
ni tiempo ni luz,
para decir al menos unas palabras:
te quiero,
te amo,
estoy para ti,
cuenta conmigo…
estoy mal.

No me digas que no tienes tiempo,
dime que no es el momento,
que es menos crudo,

que es menos duro.