miércoles, 28 de abril de 2010

Tu silencio

No me lo digas con palabras
dímelo con gestos y caricias.
No me lo digas,
muéstramelo con besos,
con abrazos… con silencio.
No me lo digas,
lo sé,
mientras estés ahí,
junto a mi lado,
podré vivir y sonreír,
podré amar sin temor
y morir sin dolor.

Un país que olvida

Un país que olvida,
es un país que de a poco mata
la capacidad de hablar
lo que de veras importa.

¿Cuántas veces nos quejamos
de quienes elegimos para gobernarnos?.
¿Cuántas veces leímos
y nos enteramos
de que eran mentira
las promesas divinas
que en campaña se ofrecían?.

Pero olvidamos pronto,
y nos anima nuevamente
así como a mucha gente
la imagen del político nuevo
que ofrece acabar el mal
y perpetuar el bien.

Vuelve a empezar
el destino final
de una ilusión que muere
y que el político anhela
que la gente lo pueda olvidar.

Tu cambia, yo... no

Nosotros mismos debemos ser el cambio que deseamos ver en el mundo.

Gandhi


Impresiona la cantidad de veces
que la palabra “cambio”
se repite en los llamados
nuevos gobiernos bolivarianos.

El ejercicio político es un cambio,
y por tanto se cambian las estructuras,
se cambian las normas,
se cambian los axiomas,
se cambian tantas cosas,
que de apoco te olvidas,
si el pasado fue tan malo,
como te lo pintan los revolucionarios.

Para los que promueven “ese” cambio,
el fantasma del pasado
hay que acabarlo de inmediato,
una vez que llegan al poder,
utilizan los fondos de todos
para recordarnos a cada minuto,
a cada hora, cada día,
cada mes y cada año,
lo buenos que son con el cambio,
lo afortunados que somos
de tenerlos a ellos
como representantes del cambio,
que si no llegaban a gobernarnos
seríamos unos pobres desgraciados,
que los problemas que sufrimos,
que el hambre, que el desempleo,
que la enfermedad, que el analfabetismo,
que la pobreza extrema,
que la corrupción y el narcotráfico,
que la delincuencia en las calles,
no son su culpa,
que la culpa la tiene el pasado
y sus actores irresponsables,
y la siguen teniendo
los enemigos del cambio
que hacen lo imposible
para que los revolucionarios
no cumplan con su trabajo.

El cambio cambia los nombres
de todas las instituciones
no importa si no se cambian las condiciones
que hagan que esas instituciones sean mejores,
lo más rápido y lo de impacto
es cambiar los nombres
y hacerlo con muchas promociones
utilizando para ello
los periódicos, las radios y las televisiones
que gracias al cambio,
cambiaron de mano,
como lo mandan las revoluciones.

El cambio significa también,
cambiar de amigos,
cambiar de socios,
cambiar las relaciones,
que sirven para promocionar reuniones
para emitir declaraciones
contra los enemigos del cambio,
reuniones para las felicitaciones,
para evocar la romántica revolución,
que recurrirá a las armas,
si los enemigos del cambio
convencen a los ciudadanos
de hacer todo lo contrario.

Y en medio de tanto cambio,
lo que no cambia
es el olor nauseabundo
que deja a su paso
la hipocresía y la corrupción.

Lo que no cambia
son las viejas prácticas,
de la manipulación de la política
para fines personales.

Lo que no cambia,
son los privilegios de clases,
de los que el poder tienen,
de los que del poder se sirven,
de los que el poder apoyan
porque del él enriquecen,
sin importarles las tendencias,
las ideas, las políticas,
… sin importarles nada.

Lo que no cambia,
es la brecha entre ricos y pobres,
entre nuevos ricos y nuevos pobres,
entre los que se estrenan en el poder,
y los que añoran volver a él.

No cambia las pretensiones
de quienes se autodenominan
herederos de una figura libertaria,
y por tanto los únicos
que el poder podrían ejercer.

Lo que no cambia,
es la desgastada clase política,
que lo logra organizarse
y hacer un contrapeso responsable.
Lo que no cambia,
es la ignorancia,
socia y amante
de los revolucionarios del cambio,
cuya relación infatigable
los hace perpetuos,
o al menos… creer en ello.

sábado, 24 de abril de 2010

Un nuevo día... Tierra

Andaré por los cerros, selvas y llanos toda la vida
arrimándole coplas a tu esperanza, tierra querida
Atahualpa Yupanqui


Un nuevo veintidós de abril,
un nuevo aniversario de la tierra,
nuevas promesas y marchas,
nuevos análisis… viejas preocupaciones,
viejos problemas, soluciones recicladas
que saben a maquillaje barato.

Los grandes países
y las grandes economías
no lograr consensos
para disminuir los impactos
de su modelo de desarrollo
en nuestro planeta Tierra.
Las discusiones son eternas
y los temas recurrentes:
agua, aire, diversidad biológica,
ruido, basura radioactiva
y una lista interminable
de enemigos del planeta.

Lo peor: pasa el tiempo
y no logramos hacer nada
peor aún ponerlos de acuerdo.

Por su parte,
los países y las economías
menos desarrolladas
se enfrentan a otros problemas
que se relacionan con la Tierra,
con sus recursos… con el futuro.
Sacrificar la selva, sacrificar a los ciudadanos,
parecería ser el único camino
al llamado desarrollo,
al modelo ideal de vida
que se aleja de todo lo humano.

Y nuestras ciudades,
nuestros pueblos,
nuestros barrios,
no sé cómo decirlo,
quizá preocupados,
pero sin saber cómo
ayudar a la tierra
desde su propia vida,
desde su condición de ciudadanos.

Quizá el mejor homenaje
que hoy podemos hacer al planeta
sea el de educar a ciudadanos
responsables plenamente
con nuestro planeta Tierra.
Hombres y mujeres
que trabajan y viven
en comunión con el planeta,
que son parte de GAIA,
que detengan el daño y el mal
que a la tierra le hayamos podido causar,
quizá así podamos homenajear
a la tierra…
y que aquella imagen
de un irresponsable
tirando basura al río
escondido en la oscuridad de la noche
sea solo un cuento tirado al olvido.

"La Tierra es una pero el mundo no lo es.
Todos dependemos de una sola biosfera para el sustento de nuestras vidas.
Sin embargo cada comunidad, cada país, lucha por su supervivencia y prosperidad con poco interés por el impacto que cause a los demás.
Algunos utilizan los recursos de la Tierra a un ritmo tal que dejarían poco para las futuras generaciones.
Otros, en cantidad aún mayor, consumen demasiado poco, y viven con un panorama de hambre, miseria, enfermedad y muerte prematura".
"Pedimos prestado capital ambiental a las futuras generaciones sin intención ni posibilidad de reintegrárselo ...
Actuamos así porque sabemos que no seremos sancionados: las futuras generaciones no votan, no tienen poder político ni financiero".

sábado, 17 de abril de 2010

Sobre el educador, el maestro: cartas a Santiago, mi hijo

Hay dos tipos de educación,
la que te enseña a ganarte la vida
y la que te enseña a vivir.
Antony de Melo


Es costumbre hijo mío,
que las sociedades reconozcamos
en fechas especiales
a instituciones, funciones o hechos
que queremos resaltar
y poner como ejemplo.

Hace pocos días,
el calendario nos traía el recuerdo
del día del maestro,
y entonces las celebraciones
giraban en torno
de los profesores nuestros,
de cualquier nivel educacional,
de cualquier institución,
de cualquier tiempo,
de cualquier promoción.

Día que recuerda
la delicada función del maestro,
su precaria situación,
su denodada labor,
la escasa valoración que se tiene
de su magisterio.
Pero…
todos los homenajes,
todos los lamentos,
giraban en torno
a la imagen del maestro
que está en el aula.

Poco nos acordamos
de que de una u otra forma,
todos, en los diferentes momentos
de nuestra vida corta
somos maestros, somos educadores,
de la buena o la mala educación.

Poco nos acordamos
de que nuestro ejemplo,
de que nuestras acciones
son imitadas por aquellas generaciones
que vienen tras nuestro.

Que lo que hagamos
o dejemos de hacer
frente a las injusticias de la vida,
frente al mal gobierno,
frente a la deshumanización de la vida,
son enseñanzas para quienes nos miran.

Entonces,
solo entonces,
cuando reparemos en ello hijo mío,
caeremos en cuenta
de que no solo el maestro del aula,
aquel que dicta clase,
es el único que enseña
y al único que hay que pedirle cuentas.

Las cuentas las debemos todos,
lo que vivimos hoy
es la cosecha de la siembra,
buena o mala,
que hicimos en el pasado,
que esta factura,
no tiene que ser una sorpresa,
que no rasguemos nuestras vestiduras,
como si no fuésemos responsables
de alguna manera
de lo que hoy nos pasa
de lo que hoy pasa.

Y…
para terminar estas ideas,
hijo mío…
decirte también quisiera
que en tu función de aprendiz,
respeto debes a tu maestro
sea tu padre, sea tu amigo,
sea el que fuere
y que lo bueno te compartiere.
Pero se crítico e ignora
al que mal enseña,
al que enseña lo malo,
al que te dice una cosa
y hace otra,
al falso maestro,
que en esta vida abunda.

miércoles, 7 de abril de 2010

El gobierno de la ética, cartas a Santiago mi hijo

Después de tantos años estudiando la ética, he llegado a la conclusión de que toda ella se resume en tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir, y prudencia para sobrevivir.
Fernando Savater


Hace tiempo
que no te escribía
ninguna reflexión,
quizá ocupado o distraído
en mis propias cavilaciones,
pero la verdad
es que no dejo de pensar
en ti y en lo que será
el futuro que dejaremos
para tu generación
y otras que te siguen de cerca.

Es compleja la vida,
y algunos padres priorizamos quizá
las cosas materiales,
lo que no tuvimos,
lo que siempre deseamos tener,
lo que siempre quisimos
y ya fue tarde talvez,
seguro… sin mala intensión o gana,
¡faltaba más!
Pero… olvidamos,
en algunos casos, no en todos por supuesto,
y más en el mío que en el de otros,
de sembrar en el corazón y en el alma
de quienes amamos…
el propósito fundamental de la convivencia,
las normas para el buen vivir,
los criterios de la buena acción,
unas normas y unos valores universales,
que sean en sí la fortaleza interna
el pilar sobre el cual
descansa tu vida y la vida de quienes
de ti se benefician con tu existencia.
En otras palabras,
poco valoramos a la ética
como elemento y guía
de nuestra convivencia.

Es verdad,
cierto es que hay manuales de ética,
estudios y expertos en el tema,
consejos y consejeros,
quizá en demasía…
…. lo que es escaso –y es triste recordarlo-
y difícil de encontrar
son: modelos de vida
donde la ética gobierne
las acciones propias,
las acciones personales
y luego las relaciones con el prójimo,
las relaciones entre estados,
entre naciones,
entre contrarios,
entre enemigos,
entre extraños.

Una ética que gobierne al pueblo
y por tanto ese pueblo,
ese elector, ese ciudadano,
medite y piense
a quién elige como mandatario
de su voluntad soberana.
Un elector, un ciudadano,
que coparticipe
de la construcción del Estado,
de progreso de la Patria,
de respeto y defensa
de los derechos humanos.

Una ética que gobierne
las relaciones del comercio,
las actuaciones de la justicia,
el desempeño de la función pública,
los servicios privados y públicos,
en fin…
que sea la senda
por la que caminamos todos.

Mira lo que he pensado,
quizá puede que sea
un poco exagerado,
pero no veo otra salida
al desprendimiento actual
al desconocimiento formal que existe
de los valores,
de los principios del convivir humano.

No esperes jamás,
que las cosas vayan a cambiar,
si primero no cambiamos los ciudadanos,
si de verdad no renunciamos
a intereses mezquinos
y de verdad trabajamos
por ser cada día mejores seres humanos,
la suma de esas acciones
seguro será en el largo camino
los simientes de lo que de verdad
queremos que sea nuestro legado:
que la ética gobierne en ti
mi querido Santiago,
espero lo veas en mí
mientras esté a tu lado.