jueves, 27 de octubre de 2016

Política con ética

Cuando la política promete ser redención, promete demasiado. 
Cuando pretende hacer la obra de Dios, pasa a ser, no divina, sino demoníaca. 
Cardenal Ratzinger


Cuando la estrategia
del llamado marketing político,
señala que el candidato
debe decir lo que quiere “oír el pueblo”,
esa estrategia y ese candidato
han dejado de lado la ética.

Cuando en campaña política,
aquellos que dejaron de lado
las buenas costumbres,
la moral y la ética,
se presentan como los defensores del bien
y se muestras acongojados
por los robos millonarios
de sus amigos en el poder,
esa campaña y esos políticos,
han dejado de lado la ética.

Cuando en época electoral,
las negociaciones,
los programas de gobierno,
responden solamente
a un producto de venta política,
a una suerte de “quién da más”,
esa forma de hacer política,
ha dejado de lado la ética.

Cuando el poder en el poder,
utiliza fondos públicos
para promover y promocionar
a sus propios candidatos,
ese poder es ajeno a la ética.

Cuando los ciudadanos pensamos,
que el mejor gobernante
es aquel que roba menos
y que menos nos complica la vida,
esos ciudadanos
hemos dejado de lado la ética.

Cuando se ocultan cifras
de la economía de un país,
cuando los poderes de la democracia
los ejerce una sola persona
o grupo de personas,
cuando la libertad de la palabra
es solo una quimera,
cuando triunfan las infraestructuras
sobre las buenas formas,
las buenas costumbres,
la moral y la ética,
esa forma de hacer supuesta democracia
ha olvidado la ética.

Ya lo decía Camus:
un hombre sin ética
es una bestia salvaje
soltada a este mundo.
Y es así como se ven,
aquellos que dejaron
la ética a un lado,
y que buscan y buscarán
y buscaron
hacerse del poder
para servirse de el.

Una política sin ética,
buscará siempre las formas del engaño
para activar distractores sociales
que desvíen la atención
y den paso a la corrupción.

Una política sin ética,
es la habilidad de prostituir
el servicio público,
el dinero público
y los recursos públicos.

Los  decía Tomás Jefferson:
cuando alguien asume un cargo público,
debe considerarse a sí mismo como propiedad pública.

Política con ética,
eso sí necesitamos
para hablar de la verdad
como elemento de la democracia
y de la verdadera integridad.

Que sepamos si el país está bien o mal,
que los poderes del Estado,
sean independientes y soberanos,
que la salud y la educación no sean imaginación…

Demasiadas promesas,
dan vida a la política sin ética.
Si en lugar de hablar
se pusieran y nos pusiéramos a trabajar,
otra sería nuestra realidad.

No hacen falta dioses de barro,
o caudillos baratos o caros,
nos hace falta mirarnos,
entendernos, cuestionarnos,
apoyarnos y comprometernos
con la ética y las buenas costumbres,
como elementos fundamentales de la democracia.

Lo otro, lo contrario
es corrupción y violencia,
que mantienen vivo al poder en decadencia.

viernes, 21 de octubre de 2016

Otro tiempo... ¿es posible?

El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos caminos 
sino en tener nuevos ojos
Marcel Proust
Regresa el tiempo de elecciones,
y junto a él, otros tiempos:
los de campaña, los de discursos,
los de promesas... los de proclamas.

Algunos candidatos,
ya cantan victoria,
ya celebrar la derrota del otro,
ya se sientan en el sillón del poder.

Otros candidatos intentan sumar apoyos,
sumar ofertas, sumar alianzas,
sumar esperanzas de ser parte del poder.

En tiempo de elecciones,
salen a flote las denuncias y los trapos sucios,
de comportamientos ilícitos,
de supuestos delitos, desfalcos y robos.

Es tiempo de ridiculizar al contrario,
es tiempo de proclamarse todopoderoso
y de exigir el voto
bajo amenaza del regreso
de tiempos oscuros.

En medio de toda esa bulla,
en medio de todo ese movimiento,
me detengo y me pregunto,
si otro tiempo es posible.

Un tiempo donde el candidato,
donde el encargado del poder,
construya su propuesta y la cumpla,
sobre la base de la opinión ciudadana.
Una especia de suma de deseos e intereses comunes.

¿Será posible un tiempo,
donde el encargado del poder,
esté consciente de que su tránsito en él
es absolutamente temporal?.

¿Será posible un tiempo,
donde el encargado del poder,
gobierne sabiendo que el dinero público
no es de su partido, ni de sus amigos,
y que debe rendir cuentas de su uso,
de su gasto y de su inversión?.

¿Será posible un tiempo,
donde el encargado del poder,
respete, cuide y promueva 
los principios de la democracia inclusiva,
donde la división de poderes,
el respeto irrestricto de los derechos humanos,
sean pilares para la construcción de un futuro común?.

¿Será posible un tiempo,
donde el encargado del poder,
sea ejemplo de prudencia, tolerancia,
humildad, transparencia, honestidad y humanismo?.

Otro tiempo es posible,
solamente si primero lo dibujamos en nuestra mente,
si le damos vida con el corazó
y si lo ejercemos con nuestra acción y razón,
en momentos en que los candidatos
intentan vender su imagen y programa de gobierno
creyendo o asumiendo,
que es su tiempo de seguir en el poder.

jueves, 13 de octubre de 2016

No morirás (A Carmela Polo Eguiguren)

Amar a alguien, es decirle: no morirás.
GABRIEL MARCEL

No morirás madre,
porque te amo
con esta vida que me diste,
con esta fuerza que inspiraste,
con tu ejemplo, con tu lucha,
con tu sonrisa y tu sentimiento.

Aunque siento,
que a veces se va mi aliento,
no morirás madre mía,
es solamente un momento
en que tu cuerpo se transforma,
y se convierte en Ángel del cielo.

Aprenderé a hablarte en silencio,
a sentirte en mi vida,
-en todo momento-.

Intentaré vivir,
Con la necesidad de abrazarte,
de escuchar tu voz,
de sentir tu abrazo,
de decirte al oído que te amo.

No morirás madre,
porque en mi corazón vives,
como viví yo,
en tu vientre primero,

en tu vida y en tu corazón de oro.

Silencio cómplice

¡Basta de silencios!¡Gritad con cien mil lenguas!
porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!
Santa Catalina de Siena
Hay en el aire y en el ambiente,
una especie de silencio,
como si la lengua hubiese sido cortada,
como si la boca hubiese sido cosida.

Hay entre nosotros,
entre mis labios
un silencio cómplice,
un silencio cómodo,
que calla y otorga,
ante los abusos del poder,
ante las desvergüenzas del poder,
ante la corrupción en el poder,
ante las injusticias de la ley.

Un silencio que se acomoda,
que adormita la conciencia,
que te invita a una supuesta comodidad,
adornada de una supuesta tranquilidad.

Un silencio cómplice
producto del poder que manipula,
de un poder que amenaza,
de un poder que acobarda
y que limita la voz y la palabra.
Hay un silencio,
del que me avergüenzo,
porque con ello
le doy permiso al gobierno
para destruir la historia
y también la vida de un pueblo.
A pretextos de regular,
de cambiar la realidad,
de tener una patria para todos,
han destruido la institucionalidad,
han detenido el crecimiento del país,
han permitido la impunidad,
han apadrinado la mediocridad.

La respuesta ha sido el silencio,
no sin resentimiento,
pero con la imposibilidad de hablar,
de decir, de denunciar, de criticar,
de juzgar, de condenar, de acabar
con todo aquello que signifique
un estado sometido a un poder fundamentalista
que se declara deidad,
que se declara amo y señor
de la vida misma,
del dinero común,
del destino y futuro
de quienes día a día,
le otorgan más poder al poder
con su silencio cómplice,
con su silencio…
con su miedo.

Silencio cómplice
que me pesas como una piedra enorme,
que me atormentas
como un pecado brutal.
Silencio cómplice
que te devoras mis días
mis esperanzas y alegrías,
que me señalas con el dedo,
como uno más
de los responsables del fracaso,
disfrazado de éxito,
con dinero mal habido,
con deuda pública impagable,
con días y días,
de dejar hacer y dejar pasar.

Silencio cómplice,
que parece que has venido
y que no puedes marcharte,
porque hay unas voces silenciosas,
unas bocas que no hablan,
unas conciencias adormecidas,
una esperanza que se marcha.

Silencio cómplice,
que temes la libertad de pensamiento,
la educación y el atrevimiento,
no eres eterno,
no eres de hierro,
eres espejismo y pesadilla,
eres humo y sombra que engaña,
pareces gigante,
pero eres menos que la nada,
en cuanto aprenda yo
a quererme un poco,
a valorarme como persona,
a pensar y soñar en la humanidad,
dejarás de estar
dejarás de servir
al poder vil

que se ha robado nuestro bienestar.

viernes, 7 de octubre de 2016

La paz que queremos… la paz que construimos (a Colombia)

La paz no es ausencia de guerra, 
es una virtud, un estado de la mente, una disposición
a la benevolencia, la confianza y la justicia.
Baruch Spinoza


Siento a Colombia cercana,
es nuestra hermana,
es parte de nuestra vida y nuestra historia,
es parte de nuestra tierra,
y si ella sonríe, sonreímos con ella,
y si ella sufre, la acompañamos en su dolor.

A pesar de lo que se diga,
sobre la paz en Colombia,
me atrevo a decir,
y asumo la responsabilidad de mis dichos,
que cuando se dijo no a los acuerdos de La Habana,
se dijo no a ciertas condiciones de los acuerdos,
se dijo no a la creación de un estatus
que ponía a los guerrilleros
en una posición de ventaja sobre los demás ciudadanos.

Cuando se habla de construir la paz,
de suscribir acuerdos de paz,
luego de una dolorosa guerra,
esos acuerdos no pueden, ni deben,
crear sistemas judiciales especiales
que juzguen a los asesinos bajo normas diferentes.
Los acuerdos deben sumar,
deben ser punto de convergencia,
punto de partida para nuevos momentos de la sociedad.

Muchas cosas pudieron haberse hecho antes,
y a partir de ese no,
están sucediendo,
sobre todo que el gobierno negocie
con el apoyo de todos los sectores sociales y políticos.

La paz que queremos,
es la paz que construimos,
por tanto no puede ser algo impuesto,
algo que genera inequidad,
algo que no contribuye al perdón y reconciliación.

Porque un acuerdo de paz,
luego de una guerra,
es el sustento para construir
la memoria histórica,
y los procesos de perdón y reconciliación,
que permitan a la sociedad,
convivir con el dolor de ese pasado,
pero sabiendo que eso no volverá,
que los responsables han pagado su culpa
y que los inocentes han podido reconstruir su vida
y la vida de los demás.

La paz que queremos,
es la paz que construimos en el día a día,
con acciones y con omisiones.
Si hay verdadera voluntad de paz,
los acuerdos para llegar a ella
llegarán no sin dificultad,
pero sin con la seguridad
de que todos asumen un rol,
de que los principios de igualdad y fraternidad
permitirán vivir con libertad.

El camino recorrido,
ha sido fructífero y ha traído beneficios,
pero hay tanto por caminar
en terrenos complejos y oscuros,
porque las mafias del narcotráfico,
y del tráfico de armas,
no dejarán de buscar
nuevos aliados, nuevos mercados,
nuevos mercenarios
para su beneficio final.

La paz que queremos,
es la paz que construimos,
que llegue pronto a Colombia,

que llegue pronto a todas las personas.