jueves, 25 de septiembre de 2008

Erase una vez...


Érase una vez
un país, un pueblo,
que creció solo
quizá a la deriva,
que surcó los mares,
que atravesó montañas,
que se reunió de a poco
y que sin saberlo…
llegó a ser un país
y un pueblo.

Érase una vez
una gente común,
que trabajaba la tierra
y que tranquila vivía,
obediente y sumisa
a la costumbre, a la ley,
a su ancestral tradición.

Érase una vez,
y se recuerda cómo,
lo que era de todos
dejó de serlo,
que se repartieron todo
las tierras, el ganado,
el agua, el pescado,
las ciudades, las gentes,
el trabajo y el poder anhelado.

Érase una vez
y se recuerda cuándo
el poder se concentró
para el bien de pocos,
y los años pasaron
y se acostumbraron
a que era así
y no se podía cambiar.

Érase una vez
y se perdió la cuenta
que nacieron las promesas
del mañana mejor
de la salud y la educación
que previene, que prepara.

De la justicia que protege,
del trabajo que enaltece…
érase una vez…
y siguen siendo más…
las promesas siguen
y siguen igual.

Érase una vez,
en aquel país
en aquella nación,
que se creyó necesario
la política para la administración,
que sea ellos: políticos
los que lo hacen mejor,
que los dejen a ellos,
los otros para eso no,
y desde entonces
la nada dominó la nación.

Érase una vez
y se sabe cuándo,
y se sabe quién,
faltó al honor y a la verdad
robando a como dio lugar,
el dinero del que tenía
y el futuro del que no tenía
dinero para sobrevivir.

Érase una vez
y no se sabe cuántas más
que en la cárcel estaban pocos
de los que debían estar,
que el juez se allanaba
ante el poder que lo nombraba
y no había poder humano
que reaccionar lo haga.

Érase una vez,
y dicen se repite siempre,
que los derechos universales
en el papel quedaron,
de nada sirvieron
proclamas, organizaciones y marchas,
pues los derechos se daban
a quien al poder se entregaba.

Érase un país,
érase una nación,
bendecida por Dios,
maldecida por ¡no sé quien!,
que como el Arca de Noé,
navegaba, sobrevivía,
esperando pase pronto
la tormenta inmerecida.

Érase una vez…
y no sé cuántas más
que se oyeron voces
llamando a la cordura,
que se pidió estudiar,
que se recomendó
sentido común,
pero aquellas voces
acalladas fueron
por cañones y bombas
no de pólvora
sino de ponzoña.

Érase una vez
un país en que nací,
al que amé y odié
hasta no poder más.
Pero que como madre
me acogió y me brindó
su amor,
sin reclamar jamás
mi reprochable proceder,
dándome todo su ser…
y siempre mucho más.

Érase una vez un país
no sé si de verdad,
en el que se impuso la inconciencia,
cualquier parecido con la realidad…
es pura coincidencia.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Deseos de paz...

Que la paz te guíe,
te inspire y acoja siempre.

Que te ilumine
el sendero y el alma,
y que esa luz a su vez
ilumine a otros,
los necesitados,
los desolados,
los afligidos del cuerpo
y el corazón sin calma.

Que la paz more en ti,
y que de ti nazcan
formas y acciones de paz,
animadas,
activas y sencillas,
como lo es la paz.

Que la paz more en ti,
y en cada uno de nosotros,
solo así el futuro será cierto.

Que la paz more en ti,
como fruto de lo que eres,
como anhelo de lo que serás,
como testimonio irrefutable
de que no hay caminos para la paz…
la paz es el camino.

21 de septiembre: Día Internacional de la Paz

En el año 1981, La Asamblea General declaró que el día de la apertura de su período ordinario de sesiones en septiembre sería «proclamado y observado oficialmente como Día Internacional de la Paz, y dedicado a conmemorar y fortalecer los ideales de paz en cada nación y cada pueblo y entre ellos» (resolución 36/67).

El 7 de Septiembre de 2001, la Asamblea General decidió que, a partir del 2002, el Día Internacional de la Paz será observado cada 21 de septiembre, fecha que se señalará a la atención de todos los pueblos para la celebración y observancia de la paz (resolución 55/282). Declaró que «el Día Internacional de la Paz se observará en adelante como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial, a fin de que todas las naciones y pueblos se sientan motivados para cumplir una cesación de hostilidades durante todo ese Día». También invitó a todos los Estados Miembros, a las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas, a las organizaciones regionales y no gubernamentales a conmemorar de manera adecuada el Día Internacional de la Paz realizando, entre otras cosas, actividades educativas y de sensibilización de la opinión pública, y a colaborar con las Naciones Unidas en el establecimiento de una cesación del fuego a nivel mundial.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Poder


Al poder le ocurre como al nogal, no deja crecer nada bajo su sombra.
Antonio Gala


¿Qué entregas con tu voto?,
poder,
¿Qué das al político en elecciones?,
poder,
¿Qué buscan los políticos en el gobierno?,
poder.

Poder palabra mágica,
poder: triunfo total,
por ti se da la vida,
por ti… hasta se han de matar.

Poder: palabra ambigua,
que se critica y ama a la vez,
quienes no lo tienen lo buscan,
quienes lo tienen, no lo quieren perder.

Poder, ¡cuánto has construido!,
poder, ¡cuánto has destruido!,
ya no sé si bueno eres,
o si una maldición de temer.

A tu paso: alfombras rojas,
vítores, aplausos, lisonjas…
a tu paso: desolación y muerte,
abusos, contusos,
no importa la gente.

Miro la historia,
mi historia y la de todos,
y estás ahí como una constante,
agazapado, subterráneo.
Bajo tu sombra cobijas,
los buenos, los malos,
¿quién te entiende?... no sé.

Recojo los pasos,
de la Patria querida,
y veo su herida,
profunda y aguda,
lo hiciste tu ¿no es cierto?,
lo hiciste tu,
con las manos de otros,
aquellos que a tus pies cayeron,
aquellos que se rindieron
a la vida fácil,
a robar cada día,
a estafar a la gente,
ha acabar con nuestra vida.

Poder resultas,
la respuesta a nuestros males,
cuánto abuso,
cuánta ignominia,
disfrazada de democracia,
de tierra prometida.

Poder:
mientras en sacos te llevabas
el dinero a manos llenas,
las migajas del suelo,
se repartía la gente ingenua.
Mientras en la arena construías
castillos y obras impías,
recibiendo el aplauso
la sonrisa y la alegría,
de quienes en ti creían,
de quienes te defendían,
mientras eso se vivía,
en la madrugada maldita
tus manos escondían,
el obrar podrido
del político corrompido,
las huellas de la muerte,
los restos del festín servido.

Poder:
se que por ahí andas,
y para nada bueno a de ser,
presiento tu siniestra presencia,
quieres sentarte a la mesa otra vez,
y para ello pondrás
toda tu siniestra experiencia,
para hacerte de nuevo
con corazones y almas,
para que tus siervos de turno,
engorden sus arcas,
para que una vez más,
el futuro sea para todos
incierto y oscuro.

Poder:
todo lo quieres,
todo lo obtienes,
y creo entender
tu juego perverso,
tu deseo siniestro.
Pero te digo,
que así como
hay corazones podridos,
hay otros, hay muchos,
corazones puros,
que laten intensos
que buscan tu buen uso,
un poder positivo,
que represente a todos,
que alterne a muchos,
que beneficie a la gente.

Poder:
no debería asociarte
con el mal a la vez,
pero es que miro el pasado
y recuerdo ver
el grito, el tumulto,
la amenaza cruel,
el abuso, el mal uso,
la mentira y el engaño también,
quizá tienes un lado bueno
quizá… habrá que averiguarlo.

¿Qué entregas con tu voto?,
poder,
¿Qué das al político en elecciones?,
poder,
¿Qué buscan los políticos en el gobierno?,
poder.

Palabras...

¿Qué decir?
cuando las palabras sobran…
cuando se han dicho tantas
y se siguen diciendo,
en una suerte de ruleta
que gira imperfecta
pero gira,
y en cada vuelta
las palabras suelta
y llegan unas
y otras y otras.

¿Qué decir?
no lo sé,
quizá se acabaron
quizá me dejaron
las palabras y las letras
molestas e inquietas
por los malos tratos
por los malos usos,
y es que…
cualquiera las usa,
cualquiera las abusa.

Qué decir,
cuando lo que se diga
será puesto en duda
será investigando,
analizado de cabo a rabo,
cuando lo que se diga
de nada sirva
pues en el aire hay
palabras y palabras
tantas…
que los oídos taponan,
que las intensiones ocultan,
que las esperanzas engañan.

Qué decir,
solamente nada,
como la voz del ahorcado
o los latidos del fusilado.
Nada, cuando aquellas palabras
han sido secuestradas
por quienes de ellas
el mal uso buscan
quitando, despellejando,
la pureza y la gracia,
el sentido y la forma,
que les dieron y les han dado
los maestros del idioma.

¿Qué decir?,
ya sé que se han ido
y hay que recuperarlas,
las letras, las palabras
y hacer uso de ellas
para construir
para incluir,
para trabajar,
para animar,
para componer
para merecer,
en fin…
para que vuelvan a ser
parte de la vida normal.

¿Qué decir?,
aún no lo sé…
pensé en momentos
dejar todo ahí,
justificar el silencio
y de inmediato partir,
como si no me importaran
como si ellas no lo fueran
parte de mi vida,
parte de nuestra vida,
las palabras… las letras
que en la boca y el puño
de quienes no las merecen
cada día aparecen
por todo lado,
haciéndonos sentir
que nos las han quitado.

¿Qué decir?
o… ¿qué hacer?,
de momento
lo que sabemos,
pensar e intentar escribir,
demostrarles a ellas,
las palabras sinceras,
que la gente las quiere
y hace buen uso de ellas,
pedirles no nos dejen,
que entiendan,
no somos todos,
los que de su secuestro
participamos,
que son pocos,
que son otros,
con poder ilimitado,
los que los espacios colman,
los que a gritos proclaman,
que las palabras les pertenecen
en su sentido, en su escritura,
mas no se dan cuenta
que las palabras no pueden
ser tomadas por secuestro
pues son libres en nuestro pensamiento.

¿Qué decir en estos momentos?,
creía que nada,
un error tremendo
los sé,
un error generalizado,
hay que decirlo
y bien,
los que nosotros debamos,
que nadie nos quite,
o secuestre siquiera,
una letra o una palabra cualquiera,
pues son de todos
pero sobre todo de quienes
su corazón las ilumina
con una luz sincera.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Sobre el fanatismo, Cartas a Santiago mi hijo



“El fanatismo consiste en redoblar los esfuerzos cuando se ha olvidado el objetivo”
George Santayana


Hijo mío,
es septiembre del
dos mil ocho,
un mes en que decidiremos
el futuro de la Patria.
Si supiéramos todos
la tamaña responsabilidad
que implica ir a las urnas.

Es en este mes,
es en este año
en el que los antagonismos
crecen exasperadamente,
crecen y se transforman
en uno de los enemigos
de la paz social:
el fanatismo.

El fanatismo es
la pasión exacerbada
la pasión irracional
hacia algo,
hacia una “tierra prometida”
construida en la mente de pocos
y sembrada en el corazón de muchos.

El fanatismo hijo mío
no tolera cuestionamientos,
y por tanto es el principio lógico
de la ignorancia política y social.

Es el fanatismo el que supera
en amplio margen
al sentido común, a la racionalidad,
y por tanto impone,
y por tanto es culpable
de atentar al derecho humano.
Quizá vacunarnos debemos
mediante la universalización
de un fraternal talante
que las diferencias acepte.

El fanatismo hijo mío,
se alimenta de fanáticos
que están en sintonía
con una ideología colectiva.

El fanático piensa,
siente con el partido,
ama y odia con el partido,
quiere con el partido,
actúa con el partido.
Todo lo contrario
es traición,
y la traición se condena,
solo imaginemos cómo.

El fanatismo no suma,
divide a más no poder,
hermanos ayer,
enemigos hoy,
cobijados por un mismo cielo,
alimentados de la misma planta,
instruidos con el mismo libro,
se enfrentan como ancestrales enemigos,
que buscan la victoria infinita,
la cabeza del otro
en bandeja de plata.

El gran maestro Montalvo
al meditar sobre nuestra América
escribía pesimista y sincero:

“Veis a una gran nación dividirse en dos falanges formidables: hermanos eran ayer, hoy enemigos; se arman de la cabeza a los pies, blandean la espada y se amenazan. Notad esa mirada horrible... ¡Qué odio, qué rencor, qué furia no indican esos ojos sanguíneos, esa arqueada ceja, ese aspecto cuyos rasgos todos intimidan a los enemigos de la paz! Llegó el instante . . . los ríos corren bramando con redoblado caudal, a causa de la sangre que cae en ellos a torrentes: la metralla destruye las ciudades, la muerte en todas formas se ceba en los americanos. Media nación ha perecido, y nadie triunfa, porque de los restos sojuzgados salen asesinos y siguen matando: ¿a quién?”.

Con todo esto
¿qué quiero decirte?
¿qué quiero compartirte?.
Algo tan simple como
el cultivar la tolerancia
como principio fundamental
de la convivencia plena.

No olvides jamás defender
el derecho del prójimo
a decir su palabra,
pero tampoco olvides
que si el prójimo
equivocado está,
es tu deber de ciudadano
educarlo, instruirlo,
iluminar su corazón y mente,
haciendo que se enfrente
a la duda razonable
y que con la inspiración Divina,
conviva en paz,
conviva con las diferencias,
conviva y construya con otros,
de color diferente,
con más o menos dinero,
con más menos educación,
con más o menos salud,
pero… al final,
que conviva en paz.

Gane quien gane una elección,
jamás debes olvidar hijo mío,
que el poder es transitorio,
que de manos cambia como es obvio,
pero las gentes quedan,
y con ellas,
las sociedades y las ciudades,
y si ellas no aprenden
el valor de la tolerancia,
la sabiduría de la convivencia,
su futuro no será diferente,
al de aquellos bárbaros pueblos,
que estudiamos y criticamos,
porque resolvían sus diferencias
con la bandera y el sensacionalismo
de un eterno enemigo: el fanatismo.