jueves, 22 de marzo de 2018

Herencia maldita


“Dichoso el día en que ni la fortuna ni la miseria se hereden”
Rafael Barret

Tras años de absolutismo,
tras años de populismo,
tras años de dejar hacer,
de dejar pasar,
una sociedad no puede,
sino esperar,
que la herencia que le deja,
el poder en el poder,
sea una herencia maldita,
una herencia indeseada,
una herencia cruda y dolorosa,
una herencia que debe ser repudiada.

No podemos permitir,
que se transfiera a la sociedad,
a las generaciones presentes,
y a las generaciones futuras,
una herencia (maldita)
cargada de corrupción y podredumbre.

Lo que preocupa,
es que los herederos del poder en el poder,
han heredado,
y no solo eso,
han puesto en práctica,
las mañas y malas costumbres
heredadas del dios de barro,
que cuando estuvo en el poder,
hizo y deshizo,
lo que le dio la gana,
cuando le dio la gana,
y todo, con dinero del pueblo.

Lo que me preocupa,
es que la herencia maldita,
se la reparten,
aquellos que hasta ayer,
servían a un dios
que ahora dicen desconocer,
a pesar de haber estado con él,
diez años o más.

Lo que preocupa,
es que han heredado,
como modelo de actuación,
como modelo de ejecución,
prácticas corruptas y malsanas,
aquellos que estuvieron en el poder,
que siguen en él,
y que no se quieren ir jamás,
y lo que es peor,
que junto a ellos se encuentran,
disfrutando de los dineros públicos,
sus familiares y socios,
y aquellos que pagaron,
sus campañas y excesos.

Herencia maldita,
es la que nos hace creer,
que ante la corrupción no hay nada que hacer,
que una vez tomados por asalto,
los poderes del estado,
no hay forma de regresar,
a un estado de derecho,
a una forma honesta
de hacer las cosas,
a un gasto ordenado y sano,
de los fondos públicos,
a una salud, educación y justicia,
por todos y para todos.

Herencia maldita,
que pretende ocultar,
el gran robo a la patria.
Un robo en todas sus formas:
en esperanza, en tiempo,
en anhelos y en dinero.
Contaron una historia de prosperidad,
que no fue otra cosa
que una gran obra teatral,
en la que el público en general,
se distraía con los cuentos que contaba
el dios de barro a todas horas,
en las noches y en las mañanas,
mientras tras bastidores,
se llevaban el dinero,
la felicidad y la esperanza,
dentro de los bolsillos,
en cuentas en el exterior,
y también en aviones.

Herencia maldita,
que pretende asaltar sin cesar,
los fondos de la seguridad social.
Que creó cuerpos de seguridad,
que actuaron en la más grande impunidad,
para atemorizar y callar,
las voces de quienes no se dejaron cegar,
por el dinero del poder,
por las ofertas del poder,
por la complicidad del poder.

Herencia maldita es lo que queda,
cuando por el poder pasan,
llegan y se quedan,
aquellos que disfrazados
de bondadosos, progresistas y buenos,
pidieron el voto para poder robar,
con la venia de la generalidad.

Y es que no podemos aceptar,
debemos repudiar,
una herencia como la que nos quieren legar,
para que seamos cómplices indirectos,
para que sigamos creyendo en cuentos,
para olvidarnos rápido de los ladrones,
y darles el voto en las próximas elecciones.

Hay que repudiar,
investigar, juzgar y encarcelar,
a quienes pretenden dejar,
por herencia un modelo de gobierno mafioso.

Pero sobre todo,
hay que detenerlos por completo,
a aquellos que nos quieren dejar la herencia maldita
y también a sus herederos,
con el poder que nos da la oportunidad,
de elegir un nuevo rumbo,
un nuevo camino,
para  corregir y continuar,
y poder dejar por herencia,
las buenas costumbres,
y la verdad y el amor,
por el servicio al ser humano,
algo… que se dice rápido,
pero que nos cuesta tanto.

jueves, 15 de marzo de 2018

SOLCA: sobre una Sociedad que lucha contra el cáncer


Combatimos el cáncer con todo tipo de cosas,
pero se nos olvida el amor.
Podría ser la mejor arma de todas.
Regina Brett

Toda enfermedad es dolorosa,
toda enfermedad, conlleva dolor,
porque cambia la vida,
porque cambia el entorno,
porque afecta el estado interior.

Mientras hay salud,
la vida es llena de color.
Mientras hay salud,
hay sueños por cumplir,
esperanzas por regar,
caminos por andar,
ilusiones en el corazón,
energía y fuerza
para hacer frente a la desazón.

Mientras hay salud,
no valoramos el estar sanos,
las preocupaciones son de otra proporción,
los planes de la vida se multiplican,
y miramos de lejos,
como un caso ajeno,
la enfermedad y sus momentos.

Cuando la enfermedad llega,
cuando sin tocar la puerta entra,
y se queda a vivir,
en el cuerpo de los que amas,
en tu propio cuerpo,
el color de la vida cambia.
Las prioridades son otras,
las sensibilidades se transforman,
y reflexionas sobre lo hermoso
de las cosas sencillas,
sobre el abrazo que no diste,
sobre el perdón que no pediste,
sobre el tiempo que perdiste
y que te impidió disfrutar
de lo hermosa que es la vida
y lo hermosa que es la gente que amas en tu andar.

Cuando la enfermedad es mortal,
cuando la enfermedad es muy difícil de curar,
la vida es cuesta arriba,
y puedes perder las ganas de vivir.
Cuando la enfermedad es un cáncer,
no sabes qué hacer,
no sabes si hay esperanzas,
no sabes cuándo la vida acaba.

Y no solamente eso,
porque descubres,
que el cáncer,
es una enfermedad cuyo tratamiento
es de tal costo,
que podría quebrar la economía familiar.

Solo un corazón noble,
podría pensar en una sociedad
que se una para luchar
y combatir el cáncer en general.
Una lucha, que no es de palabras,
sino y en especial de obras:
tratamientos, medicinas,
protocolos, especialistas,
instalaciones, acompañamientos,
campañas de prevención,
educación preventiva de salud,
sensibilización social,
pulcritud y honestidad
en manejo de fondos y bienes en general;
en fin, una lucha que es eso y mucho más:
mística, humanismo,
amor al prójimo y entrega total,
en medio del dolor,
dignidad y esperanza.
Todo esto es SOLCA,
las siglas de una sociedad,
que se une para luchar
contra un enemigo sin piedad,
contra una enfermedad,
que no mira a quien.
Son manos que acompañan,
con humanidad y amor,
un camino difícil para caminar,
un camino doloroso y tormentoso,
que te agota y que te mata.

Una carga pesada,
que se hace liviana,
si hay manos como las de SOLCA,
si hay personal como el de SOLCA,
que comprometido sirve
al enfermo y a su familia,
caminando juntos un camino,
que no sabemos cuando termina,
y cuando acaba.

Por ello no entiendo,
a aquellos,
que disfrazados de preocupados,
pretenden crear instituciones en el papel,
que debilitarían a SOLCA y su función,
que distraerían el apoyo
que esta sociedad de lucha contra el cáncer necesita.
Personas sin corazón,
que pretenden crear Consejos y entuertos
que solamente complicarían,
la compleja función de luchar contra el cáncer.

Si algo se debe hacer,
es fortalecer lo que se ha hecho,
lo que se ha construido y lo que se ha aprendido,
en todos los años de vida
de esta sociedad querida,
y no crear instituciones
para alimentar las ambiciones,
de personas que no tienen corazón.

Que la Sociedad de Lucha contra el Cáncer,
no desmaye en su caminar,
que más manos, voces y acciones,
se unan a ella para luchar,
contra esta enfermedad tan dura,
contra esta enfermedad compleja,
por el bien, de nuestra humanidad querida.

jueves, 8 de marzo de 2018

Chaskiwarmikuna, “las mujeres que llevamos el mensaje”


Esta claro que la forma de sanar la sociedad de la violencia y de la falta de amor es reemplazar la pirámide de dominación con el círculo de la igualdad y respeto Manitonquat

Mujeres indígenas,
que unen sus manos,
sus voces e historias,
para aprender a volar,
y llevar un mensaje de paz.

Mujeres,
que han vivido de cerca
la violencia en todas sus formas:
golpes, gritos, amenazas,
violaciones, desilusiones,
malos tratos y vejaciones.

Violencia machista,
violencia cultural,
violencia simbólica,
violencia invisible y cotidiana,
incrustada en la cultura,
en la tradición y en la vida misma,
y que por tanto,
permanece oculta
como un mal sin remedio,
como una realidad que se debe aceptar,
como algo que no se puede cambiar,
como castigo de dios,
como algo que tiene que pasar,
y que te tienes que aguantar,
por ser madre, mujer o esposa.

Casi imposible,
abrir los ojos a la realidad,
darse cuenta de la violencia,
conocerla y entenderla,
y entender que lo que te pasa,
le pasa a muchas,
a más de las que creías,
pero a la vez entender,
que puedes actuar,
que puedes cambiar,
las condiciones que hacen de la violencia,
un fenómeno arraigado
en la profundidad de una cultura violenta,
que se alimenta de la inacción,
de la ignorancia y la impotencia,
de los seres humanos en general.

Mujeres que llevan un mensaje,
su mensaje personal,
su historia de vida,
su corazón abierto de par en par,
en el cual se leen
las historias que nos tienen que contar,
y con ellas,
su aprendizaje,
la sabiduría compartida,
el saber que sus manos están juntas,
y que sus voces no le hablan al vacío,
que sus voces hablan para ellas,
que sus voces hablan para los demás,
que sus voces llegan a oídos
de quienes las violentan
o las violentaron día a día.

Mujeres que llevan un mensaje de paz,
que es a la vez doloroso,
por la historia que tienen que contar,
y a la vez,
es un mensaje de esperanza,
por que nos cuenta,
que la vida puede cambiar,
que el auto estima puede volver,
que el amor propio y el amor por el otro,
se restaura en un ambiente de paz.

Un mensaje como un grito,
como un llamado,
como una invitación a no callar,
a levantar la voz contra la violencia,
y actuar para cambiar,
las condiciones que permiten,
fomentan y alientan,
actitudes violentas,
que se siembran en las mentes
y en los corazones de las gentes,
que con el paso de la vida,
cobrar sus víctimas día a día.

Mujeres que llevan el mensaje,
y ese mensaje necesita un receptor,
unos oídos y unas manos,
que escuchen y actúen…
y por qué no,
que vuelen también
y dejen atrás un oscuro pasado
de ignorancia y violencia,
y construyan un presente,
que se transforme en un futuro de paz.

jueves, 1 de marzo de 2018

Sobre los kilos de verdad


Nada va bien en un sistema político
en el que las palabras contradicen los hechos
 Napoleón

Como si se tratara de mercadería,
un político en el poder,
dijo que entregaba un kilo de verdad,
para que la fiscalía investigara,
parte de una verdad fragmentada,
sobre actuaciones ilegales,
de quien a su vez,
investiga actos criminales.

Información que hizo pública,
en momentos de puja política,
en momentos de peleas de compadres,
en momentos de dimes y diretes,
en momentos en los que se compite
en quien es el más corrupto,
el más mentiroso y el más honesto (a la vez).

Perdida la decencia,
perdido el sentido común,
y perdida la prudencia,
los políticos en el poder,
y los que estuvieron en el,
empiezan a hacer públicos,
hechos bochornosos
sobre actos de corrupción.

Circulan acusaciones,
kilos de verdades,
kilos de mentiras,
frente a una audiencia,
y a un electorado,
cada día más callado,
ante tanto mamarracho y descarado,
que encubre la verdad,
que encubre al ladrón,
que encubre al socio de la corrupción.

Se mezclan
en la olla política
kilos de verdades y mentiras,
que se cocinan a fuego lento,
sin que haya un investigador serio,
que pueda hacer diferencias
entre lo oscuro y lo cierto;
sin que haya un gobierno,
que termine con el mandato
de ministros y funcionarios públicos
que lucran de la inestabilidad,
que allanan el camino a la impunidad
y se ganan el suelo sin trabajar.

Mentiras y verdades por kilos,
que aniquilan la voz de la oposición,
que no logra consolidar
una fuerza tal que haga la balanza equilibrar.

Verdades y mentiras,
por kilos, por cientos de kilos,
que nos impiden hablar,
que nos llevan a pensar
en que no sabemos en qué creer,
en quién creer y qué hacer.

Estáticos y callados,
la mayoría de los ciudadanos,
como si ya nada importara,
como si todo se hubiese perdido,
como si el final del camino,
estuviere cerca,
y pronto se declarará ganadora a la corrupción,
a la compra de conciencias,
a la compra de votos,
a la compra de mentiras,
a la compra de impunidad.

Verdades por kilos,
cuentos escondidos,
documentos desclasificados,
realidades que se callaron,
fraudes que se silenciaron,
compadres que se pelearon,
y que cuando se pelean,
se tiran lodo con ventilador,
sin importarles un comino,
ni el honor ni el dolor de un pueblo,
que se consume en la indefinición,
de un gobierno que dice no a la corrupción,
pero que no hace nada concreto
para poner un alto al político en el poder,
que lleva años lucrando de el,
a costa del dinero de todos los ciudadanos.

Que las voces del sentido común,
sean las voces de la mayoría,
que no callemos, que actuemos
como ciudadanos responsables,
que digamos ¡basta!, que nos indignemos,
y apuntemos con el dedo y acusemos
a los que han robado y siguen robando.

Que desechemos ese modelo de político,
que entrega un kilo de verdad y otro de mentira,
de acuerdo a las condiciones de su vida,
y no al interés de todos los ciudadanos.