jueves, 30 de julio de 2020

Cimientos

Así como el presente es una consecuencia, un resultado del pasado, el futuro es una prolongación del presente. Todo se sostiene; el pasado, el presente y el futuro no están separados. El futuro se edificará sobre los cimientos que coloquéis ahora 

"Reglas de oro para la vida cotidiana" (1957)

 Omraam Mikhael Aivanhov

 

Estamos donde estamos,

y debemos asumir,

no sin preocupación,

pero también con realismo

y esperanza,

que tras la tormenta

llegará la calma.

 

Pero esa calma,

llamada futuro,

llegará en la forma

que la diseñemos ahora.

 

El futuro que vendrá,

se sostendrá

en los cimientos

que construyamos

en estos días complejos.

 

Ese es el mayor reto:

construir cimientos fuertes,

cargados de esperanza,

llenos de amor del bueno,

y revestidos de honestidad

y buenas costumbres,

en estos días

en los que parece

que la vida llega,

al final de sus días.

Nihil novum sub sole (nada nuevo bajo el sol)

Quizá la más grande lección de la historia

es que nadie aprendió las lecciones de la historia

Aldous Huxley

 

Cuando llegó la peste,

muy pocos,

le dieron la importancia

a un gran problema,

que cambiaría la forma de vida,

y la vida de las personas.

 

Es más, cuando llegó la peste,

y en sus días más complejos,

varios líderes y políticos

desafiaban su verdadera peligrosidad

y se mostraban irónicos

al momento de hablar de ella,

dando ejemplo de relajamiento,

y de poca importancia

a esta grave enfermedad,

que infectó y mató

a mucha gente que creía

en esas palabras de mentira,

y de subvaloración de la epidemia.

 

Minimizar la peste,

llevó a varios a no tomar

los debidos cuidados,

y propagar la enfermedad

a escenarios insospechados.

 

Sin cuidado,

sin planificación emergente,

sin conocimiento

y sin sentido común,

la peste se propagó,

con la llegada de enfermos del exterior.

Las fronteras,

en lugar de fortalecer

su capacidad de control,

cerraron sus puertas

cuando ya fue tarde,

y cuando los contagios

eran comunitarios.

 

La enfermedad desnudó,

la triste realidad

de la salud pública en general.

Los hospitales no daban abasto,

el personal de la salud

no tenía los medios ni el apoyo

para hacer frente al enemigo.

Los muertos se apilaban,

y no hubo forma de saber,

la total realidad

de los contagiados,

de los muertos y de los enterrados.

 

Hambre, desesperación,

tristeza y desgracia.

Eran parte del ambiente,

que la peste dejaba a su paso.

 

No faltaron aquellos,

que provocaron,

-por diversas razones

y por nefastas decisiones-,

la aglomeración de personas.

La poca planificación

de gestionar una determinada ciudad

provocó concentraciones

mortales e innecesarias.

Esto incrementó los contagios,

y las muertes diarias.

 

A ello se sumó,

una innumerable lista

de fórmulas mágicas

y extrañas pócimas,

que curaban la peste.

Las noticias y la información

en lugar de orientar

provocaron confusión,

y mucha gente murió,

o complicó su salud

por hacerle caso

a falsos promotores

de curaciones milagrosas.

 

La culpa de todo lo que pasaba,

la tenían todos y nadie en particular.

La culpa se asignaba,

en función del interés del momento.

La culpa no pudo jamás,

transformarse en responsabilidad,

de la ciudadanía en general.

 

Esto que cuento en estas líneas,

sucedió en mil seiscientos treinta.

La historia la llamó: La peste de Milán.

No hay nada nuevo bajo el sol,

si logramos leer y entender,

lo que la historia nos cuenta.

Razón tiene el refrán que dice,

que somos propensos

a tropezar más de una vez,

con la misma piedra.


Para referencia, se puede buscar: I promesi sposi de Alessandro Manzoni en 1840. Citado por Xavier Sierra en su blog: https://xsierrav.blogspot.com/2020/04/epidemias-y-literatura-iii-los-novios.html?spref=tw

miércoles, 29 de julio de 2020

El canto de la muerte (a los que se fueron antes)

Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida,
la muerte canta noche y día su canción sin fin
Rabindranath Tagore
Hoy la muerte tocó,
la puerta de casas amigas.
Hoy la muerte llegó,
para poner fin a los días,
de personas queridas,
de personas conocidas,
de personas fundamentales.
En fin…
si alguien existe,
es fundamental para los suyos.

Hoy el canto de la muerte,
se oyó cantar,
se oyó entonar, su triste armonía.

Y ese canto se oirá mañana,
lejano o cercano,
igual se cantará,
recordándonos lo finitos que somos,
lo pasajeros, lo mortales… lo humanos.

Duele y dolerá tanto,
que no querremos escucharlo.
Pero eso así,
una historia sin fin,
el canto de la muerte llegará
en el día, en la noche,
sin esperar fecha alguna…

A pesar de su tristeza,
esa melodía compleja,
nos invita a pensar,
que antes de llegar,
la muerte nos debe inspirar la vida,
la muerte no es el fin,
es parte del trayecto,
pues solamente morimos
si ante nuestra ausencia,
se olvida, se deja de lado,
lo que fuimos, lo que hicimos,
lo que inspiramos, lo que amamos.

El canto de la muerte,
se compone, curiosamente,
de notas de vida, de tristeza,
de pena y melancolía.

jueves, 23 de julio de 2020

Respeto

“Sólo por el respeto de sí mismo se logra el respeto de los demás”
Fiódor M. Dostoyevski
Uno de los pilares,
sobre los cuales
se construye una relación,
del tipo que esta fuera,
es, sin duda, el respeto.

Es un sentimiento positivo,
un reconocimiento, una consideración,
una atención, una deferencia.
Es parte de los elementos
con los que construye cultura de paz.

El respeto es comprensión,
tolerancia y fomento de la dignidad.
Sencillo y complejo a la vez,
profundo y conmovedor como lo es.

Como tantos de los valores de la paz,
el respeto se cultiva en el propio corazón,
y se transmite en cada gesto,
silencio, palabra o acción.

Al cultivarse en el corazón,
el respeto es un reto personal,
y a partir de allí,
sabrá llevarse a diversos ámbitos:
familia, amistad, laboral,
vecindad y social.
Hacia conocidos y desconocidos.

El respeto debe ser parte,
de eso que llamamos ciudadanía.
Respetas tu casa, tu barrio,
tu ciudad, tu país y tu mundo,
es una suerte, de efecto cascada.

Por lo tanto,
si no nos respetamos,
difícilmente podremos respetar,
a otras personas,
a otros entornos.
Muy difícil será también respetar
a tu propio país,
a tu propia cultura,
y a las otras culturas y personas
que conforman esa unidad territorial.

Sin respeto,
y sin capacidad de hacer respetar
a nuestra propia tierra,
podremos venderla o hipotecarla,
podremos callar
ante cualquier amenaza
o afectación que ella sufra,
por otras personas, empresas o estados,
que, a pretexto de ser,
más grandes y adinerados,
y de saberse acreedores
sin límite de derechos,
hacen lo que les da la gana
con nuestra tierra,
nuestra gente y nuestros recursos.

Nuestra patria debe ser respetada,
si hay algunos que no creen en eso,
deberían dejar de ocupar cargos en el gobierno.
Es una cuestión de ética y valores,
que en nada se contrapone
con el legítimo derecho de los estados,
de cooperar, colaborar
y hacer negocios honestos.

Si a pretexto de saberse,
más grande y poderoso
un estado abusa de otro,
han quedado anuladas
las bases del respeto.
Si un estado abusado,
no levanta su voz,
para denunciar el abuso,
sus autoridades pierden representación,
pues no cumplen con su función.

No se puede exigir,
lo que no se puede dar
ni siquiera para uno mismo.

Sencillo y complejo a la vez,
profundo y conmovedor como lo es,
el respeto es fundamental,
para reconstruir la sociedad.

El lado más delgado

Siempre se rompe la soga por lo más delgado
 Refrán
Las formas,
y las condiciones de la vida
son diversas y distintas.
Esperaríamos
un mínimo de equilibro,
en la vida de todos:
oportunidades de educación,
salud, trabajo, justicia,
respeto, dignidad y movilidad.

La realidad es otra,
los equilibrios no existen,
las desigualdades se ahondan,
las condiciones de servicios básicos,
de derechos básicos,
son más críticas
en entornos más pobres,
con menos desarrollo,
con menos información
y con menos oportunidades.

El lado más delgado
de esta cuerda llamada vida,
se incrementa con los días.
Toda crisis y todo fenómeno,
que afecta a la humanidad,
lo hace con diversa intensidad.
Lo cierto es que los más débiles,
en todo sentido,
son las mayores víctimas.
Y sobre sus cadáveres
y sobre sus sobrevivientes,
se construye y construirá
el presente y el futuro.

Si somos,
el lado más delgado de la cuerda,
nuestra única forma de vivir,
es tejer una nueva cuerda,
más humana, tolerante, solidaria,
trabajadora, incluyente,
educativa, sensible, ética y honesta.
Hay pocas manos al inicio…
¿Quién dijo cuántas son necesarias?
¡¡¡Hay que empezar!!!

jueves, 16 de julio de 2020

Juntos

Hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer algo juntos

Juan Donoso Cortés

 

Aunque es una palabra corta,

es largo el camino

para su entendimiento,

y más, para su práctica.

 

Estamos viviendo,

momentos complejos,

difíciles, molestos y dolorosos.

Una nube de dudas,

de pesimismo y zozobra,

se posa sobre nuestras cabezas.

 

Y siento,

que, en medio de ello,

no logramos estar juntos.

Estamos divididos,

por discursos de odio,

por malos ejemplos,

por malas costumbres,

por hábitos violentos.

 

Enfrentamos solos,

o en grupos pequeños,

las situaciones que nos trae la vida,

y las desgracias que nos entregan,

todos los días,

aquellos que están en el poder

y que han tomado por asalto a la política.

 

¿Nos quieren divididos,

temerosos, inseguros,

indiferentes, dubitativos?

¿Somos una estadística,

unos votantes,

unos números,

todo menos humanos?

 

Leo y veo,

tantos pequeños,

y a la vez grandes ejemplos,

de lo que logran las personas,

cuando juntan sus talentos.

 

Juntos,

habrá más manos

y también más abrazos.

Juntos,

habrá más hombros

para poder llorar

y para cargar el peso.

Si estamos juntos,

la soledad se sentirá menos,

y el miedo podrá calmarse,

porque las voces de todos

nos darán aliento.

 

Si estamos juntos,

nos ayudaremos todos.

Algo tenemos para dar,

algo podremos recibir.

 

Si estamos juntos,

podremos levantar la voz

para que se oiga en todo el mundo.

Juntos,

deberemos trabajar

el complejo modelo

de la convivencia en libertad,

en tolerancia e igualdad.

 

Juntos,

debemos aprender

a estar juntos.

A no perder nuestra humanidad,

nuestra dignidad

y nuestra esperanza.

 

Si juntamos las voces,

los alientos, las almas

y los corazones,

por más oscuro que sea

el horizonte,

caminaremos sabiendo,

que podemos contar

con cualquiera de nosotros,

que no somos carnada de otros,

ni que estamos solos,

divididos y olvidados.

 

Juntos,

a pesar de todo.

Sobre las malas costumbres

La única costumbre que hay que enseñar a los niños
es que no se sometan a ninguna
Jean Jacques Rousseau
Ten cuidado,
si llegas a creer,
que quien llega al poder
tiene permiso para robar,
siempre “que haga obra”.

Ten cuidado,
si llegas a pensar,
que te pueden golpear,
el cuerpo, el alma
y también el corazón,
por la simple razón,
de que siempre ha sido así,
de que no se puede cambiar,
la forma de actuar,
de un maltratador contumaz.

Ten cuidado con normalizar,
cualquier tipo de violencia,
cualquier acción o inacción,
que permita a la violencia
quedarse a vivir en tu vida,
en la vida de los que amas,
en la vida de la gente,
que baja los brazos, al creer,
que nada se puede hacer,
ante la mala costumbre de normalizar
la violencia en todas sus formas,
en todos sus sentidos,
en todas sus justificaciones.

No podemos someternos,
ni enseñar someterse,
a la inhumana costumbre
de normalizar la violencia,
y de creer que nada
se puede hacer para contrarrestarla.

viernes, 10 de julio de 2020

Ayni: Sobre la reciprocidad

La fraternidad es el amor recíproco, la tendencia que conduce al hombre a hacer para los demás lo que él quisiera que sus semejantes hicieran para él
Giuseppe Mazzini
El daño
que produjo la peste,
fue en varios lados:
se acabaron los trabajos,
se congeló la esperanza,
se encerró a la gente en casas,
se llenaron los hospitales,
de enfermos, muertos y lágrimas
y la comida dejó de llegar a la mesa.

El horizonte era sombrío,
y parecía ser,
que no había nada qué hacer.

Cuando nos olvidamos de leer,
-y también conocer,
la sabiduría ancestral,
podemos llegar a creer,
que las únicas respuestas posibles,
son las de ahora,
o son las de los políticos de turno.

Podemos llegar a pensar,
que las cosas
solamente se pueden organizar,
desde una cierta lógica,
dejando otras lógicas de lado.

Por eso,
volver los ojos al Ayni,
a la reciprocidad,
al mutualismo,
a la solidaridad,
al rescate de la dignidad,
al caminar juntos,
a que nadie se quede atrás.

Los que tienen tierra,
que la siembren
con el apoyo de todas las manos.
Que la cosecha permita,
alimentar a los comensales.
Los que tienen un conocimiento,
que lo compartan, difundan y promuevan,
a cambio recibirán: abundancia a manos llenas.

Si logramos cerrar
es circulo virtuoso de la reciprocidad,
ya no necesitarás dinero para comprar
sino voluntad para colaborar,
cooperar y construir humanidad.

jueves, 9 de julio de 2020

Sobre la mala actitud

“La única discapacidad en la vida es una mala actitud”
Scott Hamilton
La miseria humana,
no encuentra límites,
cuando se nutre
de malas actitudes.

Cubiertos
por el manto de la impunidad,
protegidos
por la ceguera popular,
envalentonados,
por el dinero robado,
rodeados,
de todas las conciencias compradas,
hacen gala
de una actitud macabra.

No hay límites en las formas,
no hay límites en los modos,
no hay límites en lo tiempos,
solamente interesa,
el dinero mal habido,
los lujos comprados,
con todo lo robado,
y mantener en su lugar
al político de turno,
que lo dejará robar,
sin límite alguno.

Son el ejemplo,
de la suma de las malas actitudes.
Son los hijos de la ambición,
herederos de una mafia populista,
narcotraficante y terrorista,
que creó las condiciones precisas
para que al poder accedan
los cómplices y padrinos
de la corrupción y la inmundicia.

Haciendo alarde
de sus dotes de ladrones,
llegaron a burlarse del prójimo
y de sus diferentes condiciones.
Accedieron a irrazonables privilegios,
que creó una ley,
supuestamente que defendía
y protegía a quienes son diferentes,
y que necesitan y siguen necesitando
que entendamos que el mundo,
tiene diversas condiciones,
personas y situaciones.
Que no somos iguales,
y que las diferencias,
se contrarrestan,
no con leyes que permiten la trampa,
sino con acciones incluyentes,
con actitudes decentes,
comprensivas y humanas.

Hicieron burla de la discapacidad,
y pisotearon esa dignidad.
Son la suma de las malas actitudes,
y lo seguirán siendo,
mientras discutimos
de temas intrascendentes.

Sus malas actitudes,
seguirán estando,
mientras se alimente,
a manos llenas,
a un montón de gente,
con mentiras, miedos,
odios, dimes y diretes.

Siempre es un buen momento,
para mirarnos al espejo,
reconocer nuestras actitudes
y decidir qué hacer con ellas.

Ahora que frente a nuestros ojos,
ha pasado, la realidad de la discapacidad,
que no desperdicemos el momento
para conocerla, entenderla,
comprenderla y sumar sentimientos
y sobre todo actitudes,
para dignificarla y respetarla.