lunes, 28 de diciembre de 2015

Volver a empezar

La historia es un incesante volver a empezar.
Tucídides


Es tiempo de revisar,
las promesas que adornaron
el inicio de este año.
Buenos deseos,
muchas promesas,
que se fueron con el viento
que  murieron en el intento.

Al final,
nos toca volver a empezar,
como todo en la vida,
es un morir para renacer,
un nacer para morir.

Lo importante,
creo yo,
es no pasar la vida,
como si nada,
sin anhelos, sin buenos deseos,
sin un ideal,
sin un amor, sin un dolor.

Empezamos de nuevo,
un año nuevo,
un contar nuevamente
las horas y los días,
la promesas infinitas,
las historias de nuestras vidas.

Lo ideal sería,
creo yo,
aprender de los errores,
para no cometerlos de nuevo,
para no tropezar otra vez,
con la piedra del camino,
que se volvió como el destino
del que tropieza sin tino,
y que no se levanta jamás
preso del miedo a fracasar.

Empezamos de nuevo,
ojalá sin escuchar el desgastado discurso
del político de turno
que se empeña en ocultar
sus viejas mañas,
sus protervas intensiones,
sus desmedidos anhelos personales,
su deseo incansable por el poder,
su tendencia natural a mentir
y a decir que solamente él
es el elegido para dirigirnos
por el camino de su propio bienestar,
por la senda de su propia vanidad.

Lo ideal seria,
creo yo,
que en lugar de los rancios discursos,
de la política de turno,
escucháramos de los ciudadanos
un compromiso serio y consciente
de que solamente: el trabajo,
el sacrificio personal y de grupo,
la honestidad en la palabra y en el acto,
el renunciamiento a la riqueza personal,
el ejercicio de la ciudadanía activa y responsable,
la elección de personas honorables
para ejercer cargos públicos,
la rendición honesta de cuentas,
la libertad de la palabra,
la libertad absoluta de conciencia,
la distribución equitativa de la riqueza,
el uso responsable de los fondos públicos,
la alternancia en el poder,
la corresponsabilidad en el ejercicio del poder,
la democracia activa y participativa,
son los elementos para construir
un estado de bienestar,
un estado de derecho
que enseña a respetar
los derechos humanos,
que nos hace participar
a todos por igual,
que nos hace partícipes de derechos y obligaciones,
que nos hace soñar
con un horizonte de bienestar,
donde las verdades se juntan,
donde las voluntades se funden,
donde las diversidades conviven,
donde las diferencias se respetan,
donde la cultura de paz
se construye día a día,
minuto a minuto,
en un ejercicio permanente de tolerancia,
respeto y sentido común.

Empezar de nuevo,
puede ser:
un seguir en lo mismo o,
un construir un nuevo mundo.
¿De qué lado quieres estar?
¿cuánto de ti, estás dispuesto a dar,

cuánto de lo tuyo eres capaz de renunciar?.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Divide y vencerás

Cuando el poder del amor sea más grande que el amor al poder,
el mundo conocerá la paz.
Jimi Hendrix
De nada nos sirven,
las monumentales obras de cemento,
si en el corazón de las personas
hemos sembrado intolerancia y odio.

De nada sirven,
las grandes reformas al estado,
si al final
reducimos todo
a una cuestión de buenos y malos.

¿Qué hacemos con tantas leyes,
que nos dicen son buenas,
sino tenemos la cultura de la convivencia pacífica,
la solidaridad con el prójimo,
la preocupación por el futuro?.

No son útiles,
los libros para los niños
y las bibliotecas,
si a esos niños
hemos enseñado
que el poder es lo más importante
y que el fin justifica los medios.
No podemos ser ejemplo
de ningún tipo de crecimiento,
si la intolerancia política
se manifiesta en cada comentario,
en cada actuación de los usuarios
en las llamadas redes sociales.

No se puede pensar en un futuro de todos,
si el poder ha triunfado,
con su oculto “divide y vencerás”.

Porque el poder ha vencido,
al convencernos de que hay un mundo
que se divide en dos bandos:
los buenos y los malos.
Que los buenos profesan una tendencia política
y que los malos dicen ser de otra.
Que los buenos son víctimas,
que los malos son victimarios.
Que hay una suerte de dioses de barro,
que reclaman para si,
el poder eterno y absoluto,
la capacidad de acabar con el honor de las personas,
de gastar el dinero público
sin control ni pudor.

El poder ha vencido,
cuando etiqueta toda actitud o comportamiento
que no se allana a sus designios,
como “oposición” o “terrorismo”.
Entonces jugamos su juego,
nos dividimos, nos odiamos,
nos convertimos en seres intolerantes,
dejamos de pensar, leer y analizar
las distintas realidades,
las diversas verdades.

Dejamos de pensar como un todo,
y repetimos y repetimos,
los clichés del poder
que se repiten a cada minuto,
a cada momento, en todo tiempo.

Al poder no le interesa la unión
y sonríe entonces,
porque ha triunfado,
dividiendo al electorado,
y juzgado como un dios,
a los buenos y a los malos.

En medio de todo eso,
los bolsillos de los poderosos
crecen sin control,
las libertades de todos,
de limitan sin control,
el futuro juntos,
es solamente una ilusión.


domingo, 13 de diciembre de 2015

No me representan

A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar,
pero el mar sería menos si le faltara una gota.
Madre Teresa de Calcuta

Es verdad que la mayoría votó por ellos,
que los eligieron como representantes del pueblo,
que son legisladores o asambleístas,
que son uno de los poderes del estado,
que gozan de prebendas y beneficios,
que tienen ese honor de representar
el voto popular.

Es verdad,
y esa verdad es irrefutable,
y la escucho de la boca de los legisladores de gobierno
que en mayoría
han hecho y des hecho
del ejercicio de la legislatura.

No soy muy joven,
no soy muy viejo,
pero no recuerdo que hubiese un momento
en la historia de nuestro pueblo
en el que un gobierno
ha gobernado
con la legislatura de su lado,
como sucede ahora.

No me vale,
no me sirve
que todos los días
los asambleístas de gobierno
repitan y repitan
que tienen el mandato del pueblo
y que por ese mandato
se convierten en instrumento
del ejercicio del poder de turno
olvidando por completo
que deben fiscalizar
que deben participar
con el fin de brindar equilibrio
en el ejercicio del poder.

Si ese es el estilo del gobierno,
si ese es el estilo del legislador,
si así obra el funcionario público,
declaro entonces que ellos
no me representan,
no me siento representado por ellos,
por más votos
que hayan obtenido en las urnas,
no me representan.

Y no me representan,
porque no creo en el poder absoluto,
porque creo que los legisladores
deben actuar,
consultado siempre a sus electores
sobre todo cuando se trata de afectar
el orden constitucional,
el orden democrático de una sociedad.

No me representan,
aquellos legisladores
que se benefician de manera personal
del ejercicio del servicio público,
porque ese no es mi concepto de servicio.

No me representan los legisladores fundamentalistas
que solo aceptan una verdad,
y niegan las verdades de sus electores.

No me representan los legisladores
que esperan la orden semanal
para decir lo que deben legislar.
lo que deben opinar, decir y hacer.

No me representa el poder,
que se cree absoluto, eterno y lejano,
porque eso no es liderazgo,

democracia, estado de derecho y buen gobierno.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Dieciséis dias

La tarea que enfrentan los devotos de la no violencia es muy difícil, pero ninguna dificultad puede abatir a los hombres que tienen fe en su misión.
Mahatma Gandhi

Es en la mente del ser humano,
donde nace la violencia,
donde nacen las guerras,
por tanto es en esas mentes,
donde debemos trabajar
con la noviolencia,
para construir una cultura de paz.

Esta semana,
múltiples colectivos sociales,
organizaciones públicas y privadas,
se sumaron a la campaña
por el día internacional
de la eliminación de la noviolencia contra la mujer.
La campaña,
entre varias propuestas,
hacía un llamado
a dieciséis días de activismo,
para reflexionar sobre la violencia,
no solo contra la mujer,
sino contra el ser humano.

No se trata de dividir,
entre violentados: hombres y mujeres,
o solamente atribuir la violencia al hombre,
porque la violencia no reconoce género,
edad, ni condición social, peor económica.
Porque la violencia nace
en la mente de los seres humanos,
desde espacios que nos parecen sanos.

La violencia se enseña en casa,
cuando las tareas se dividen en fuertes y débiles,
las primeras para los hombres,
las segundas para las mujeres.
Cuando mamá sirve a papá,
independientemente que papá,
trate mal a mamá, o viceversa.
Cuando gritamos a los hijos,
a nuestras parejas,
cuando los tratamos de tontos,
cuando les perdemos el respeto
y no fomentamos su autoestima.
Cuando las libertades,
se ejercen únicamente,
por ser de un determinado sexo:
los hombres tienen más libertades,
las mujeres no,
porque “hay que cuidar su dignidad”.

Porque la violencia,
la aprendemos en la escuela,
porque las reglas de convivencia
son piramidales,
porque no hay relaciones sociales,
porque etiquetamos a los niños y niñas,
con los títulos de educados y maleducados,
peleones o tranquilos,
vagos o estudiosos;
porque no generamos estrategias,
para aprender a convivir,
a superar los conflictos de acoso,
usando el diálogo, la mediación y la noviolencia.

Porque la violencia,
se enseña todos los días
y a todas las horas
a través de medios de comunicación
y de redes sociales,
donde las mafias de la pornografía infantil
y las tendencias sobre libertad sexual
desnaturalizan las relaciones sociales,
acaban con el autoestima
y aumentan el impacto de los malos tratos,
los abusos y los acosos.

Porque la violencia,
se la aprende de los líderes negativos,
que enseñan que el ojo por ojo,
es una forma exitosa de vida.
Políticos y líderes sociales,
que mienten como forma de vida
y de mantener un status de falso liderazgo.
De líderes que pregonan,
que el fin justifica los medios,
que la única manera de ser exitoso en la vida,
es llegar al poder,
y tomarlo por asalto de por vida,
asegurando para ellos
el estatus y el dinero,
que no llegaría jamás
a través de la honestidad y el respeto.

Porque la violencia de género,
es parte de la cultura,
de una cultura que aún está en nuestras mentes,
y que la llevamos a la práctica
a través de comportamientos,
comentarios, hechos y demostraciones,
que no hacen sino,
confirmar un grave hecho:
la violencia de género sigue en aumento,
y por eso debemos reflexionar,
pensar y analizar,
educar y actuar,
para que sean los que vienen,
los que por fin puedan,
vivir sin violencia,
que no significa vivir sin conflictos,
sino saber gestionarlos,
y saber convivir en la diferencia,

en el amor y en el respeto.