jueves, 10 de abril de 2014

Una historia de amor

Aún recuerdo
a aquellos enamorados,
jurándose amor eterno,
en el portal de una calle,
por testigo el viento,
y por cómplice el tiempo.

Pasaron los años,
y la vida les devolvió el espacio
para construir el sueño
de vivir como enamorados.

Pasaron los años,
y aún siguen de la mano,
jurándose amor del bueno,
con besos y abrazos.

Aún recuerdo,
y me embarga la añoranza...
lo que supe del amor fue por ellos,
lo que aprendí de ellos: cultivar la esperanza.

Hoy que apetece
mirar el espacio que caminaron,
veo en sus ojos el amor eterno,
veo en el horizonte el amor verdadero.


Gracias

Gracias por devolverme la sonrisa,
gracias por darle fuerza a mi vida,
gracias por las palabras de aliento,
gracias por convertirte en mi sentimiento.

Gracias,
¡Qué palabra tan corta!
¡Qué gran sentimiento!
Y es que no encuentro otra,
para decirle a vida
que sin ti,
nada tuviese fundamento.

Es verdad

Es verdad...
tengo miedo,
no lo puedo negar.

Este miedo a estar sin ti
supera mis fuerzas.
Este miedo de tu ausencia,
me mata la piel,
me corta el alma.

Este miedo a no poderte besar,
me seca la boca,
y me marchita el ansia.

Este miedo,
a que me dejes de amar,
acaba conmigo,
este miedo es: mi eterno castigo.

Tantas cosas

Hay tanto por caminar,
y estos pies que no avanzan.
Porque quisiera plantar
a cada paso,
flores preciosas,
por las que puedas andar.

Hay tanto por vivir,
y esta vida me pesa,
me atrapa,
soy su presa.

Y pienso en ti,
y me libero de las cadenas.
Y me entrego a ti,
y me hundo...
en la profundidad de tu grandeza.

Alegría

Nada me hace feliz,
que tu felicidad misma.

Verte alegre,
tranquila,
a pesar de la vida,
hace que este caminar
parezca una cosa sencilla.

Abrazarte,
sentirte cerca,
intensa y alegre,
convierte mi infierno,
en un jardín del cielo.

Abrazarte,
sentir tu cuerpo...
me da vida,
y me devuelve el aliento.
Regresó de pronto,
al lugar de partida,
al inicio mismo,
de su amor eterno.

Regresó al lugar de las palabras,
al lugar de las noches eternas,
de las caricias al viento,
de los deseos del alma.

Regresó,
porque regresar es
volver a la sencillez de un amor,
que nació eterno sin saberlo,
que creció intenso como el viento,
que vive por siempre
en sus corazones de cielo.

Regresó,
como regresa el mar hacia adentro,
como el hijo pródigo,
como el amor eterno.

¿Rogar por tus derechos?

La menor minoría en la tierra es el individuo. Aquellos que niegan los derechos individuales, no pueden llamarse defensores de las minorías.
Ayn Rand

La historia de la humanidad,
no deja de sorprender:
ha luchado tanto por la paz,
y ha invertido tanto en la guerra,
que no puedes esperar más,
que caos, terror e impotencia.

Hemos vivido cruentas guerras,
genocidios, matanzas,
abusos de poder,
dictaduras interminables,
así cómo democracias execrables.

Hemos manifestado
nuestro rechazo:
al asesinato,
a la muerte con violencia,
al terrorismo asesino,
a los traficantes de drogas,
a los traficantes de personas,
a los traficantes de armas,
a los asesinos y ladrones de cuello blanco.

Hemos llorado nuestros muertos,
nuestros desparecidos,
nuestros presos políticos,
nuestros presos de conciencia.

Hemos vivido
la impotencia de luchar contra el poder,
hemos sido vejados,
maltratados y humillados.

Y gracias al dolor humano,
logramos redactar un documento
llamado la Declaración de los Derechos Humanos.
Un momento sin par,
un documento especial
un anhelo y un deseo humano,
un acto de justicia y dignidad.

El problema ahora es,
pensar que esa sola declaración,
que es a la vez
la antítesis de la violencia,
el rechazo al crimen
y a la explotación del hombre por el hombre,
sea la solución a nuestros problemas.

Vivimos una época,
en la que no podemos esperar,
que los derechos humanos
sean respetados por el poder.
Hemos llegado a un momento en la historia
en la que el poder te acaricia la cabeza,
mientras que con su mano izquierda,
te roba todos tus derechos humanos.

Hoy,
rogamos por nuestros derechos.
Es más,
creamos tribunales internacionales
de defensa de los derechos humanos,
con la triste realidad
que sirven de poco....
o muy poco.

Quizá,
hemos llegado al punto
de rogar por nuestros derechos humanos,
porque no hemos sido capaces
de cumplir nuestros deberes humanos:
libertad, igualdad y fraternidad.

viernes, 4 de abril de 2014

La sencillez en la vida

La sencillez consiste en hacer el viaje por la vida,
 solo con el equipaje necesario.
Charles Dudley Warner

Ayer visité a unos amigos,
que viven en un pequeño pueblo
de los Andes ecuatorianos.
Un lugar donde el tiempo se detiene,
por momentos,
y donde el tiempo avanza,
sin poder detenerlo.
Un curioso lugar,
donde hombres y mujeres
conviven es un espacio intercultural.

La visita,
como siempre grata,
cuando uno visita a amigos queridos,
fue para mi,
una reflexión sobre la sencillez de la vida.
A pesar de que esa visita,
no tenía la intensión de reflexionar,
de analizar sobre estos temas,
al interior de mi corazón,
tomaba nota
de esto que me ha tocado el alma.

Todo para ella,
todo para ellos,
los que viven con estos amigos,
tenía una razón y un por qué,
y se lo vivía con intensidad y sencillez.

El trabajo como proyecto de vida,
el servir al prójimo,
no como obligación
sino como condición
de convivencia.

La educación,
como elemento clave
de la libertad de la persona,
de la dignificación
de su condición de ser humano.

La tradición,
como base del
“quiénes somos,
de dónde venimos,
a dónde vamos”.

La tierra,
como madre de nuestro hogar,
como fuente de alimento,
como espacio para la vida,
como lugar para el descanso,
como la madre misma.

La convivencia,
en una diversidad compleja,
que no respeta las diferencias,
que busca que todos piensen igual,
que todos obren igual,
que todos adoren
al mismo dios de barro.

En medio de todo eso,
había un sentido sencillo
de vivir y convivir
en este mundo complejo.

Alguien de ellos mencionó además,
que lo que hagamos en la vida,
lo hagamos con alegría.
Que lo que se hace con tristeza,
no es bueno, no es correcto,
porque se lo hace por obligación.
Que cargar muchas penas en el corazón
hace que el camino de la vida,
sea una especie de sinrazón.
Que es fácil sonreír,
cuando se es auténtico,
y que es bueno también
que las cosas no salgan como esperas,
porque te obligan a pensar,
con la sencillez de caso,
que la vida es un incansable trajinar,
en medio de unas condiciones externas
que no son tuyas,
que no las puedes controlar
y por lo tanto,
lo que puedes y debes hacer
es vivir la vida con sencillez,
querer lo que de verdad vale la pena querer,
y vivir con lo que necesitas para ser feliz,
ni más ni menos,
todo lo demás es carga,

todo lo demás te atormenta.

Silencio violento

Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena.
Mahatma Gandhi

Es verdad que el silencio,
es el mejor consejero,
cuando el corazón está inquieto.

Es verdad que callar en ciertos momentos,
ayuda a que haya paz,
que es sinónimo de prudencia,
que es, hasta cierto punto:
respeto a la dignidad.

Pero es verdad,
que también el silencio,
puede ser aliado de la complicidad para el mal.
Cuando disfrazamos la dictadura
la toma por asalto de la libertad
y decimos que se trata de democracia actual.

Tantos y tantos gobiernos,
tantos y tantos países,
donde familias y contubernios
son los que gobiernan por años,
son los que deciden
lo que está bien y lo que está mal,
y lo peor de todo,
es que su aliado fiel,
es el silencio cruel.

Silencio de un pueblo,
al que le ganó el miedo,
un pueblo que perdió,
la capacidad de hablar,
de reclamar,
de decidir,
de opinar.

Silencio de un pueblo,
que aprendió a callar,
porque sabe que si habla,
le quitarán la paga,
lo harán sentir como una rata.

Silencio violento,
que provoca el poder en el poder,
que se toma por asalto,
todos los poderes del Estado,
y disfraza su estrategia,
como democracia seria,
como participación de las masas,
como participación ciudadana.

Silencio violento,
que te imponen con el tiempo,
gobiernos que gastan millones
en campañas y asesores,
que dominan las mentes
y también los corazones de los electores.

Silencio violento,
que te hace pensar
que todo está igual,
que ya nada podrá mejorar,
que habrá que aguantar el mal,
porque es el que te regala el pan.

Silencio violento,
el que impone el poder,
mientras decide qué debes comer,
con qué debes cocinar,
qué debes opinar,
qué debes callar.

Y ante todo esto,
la llamada comunidad internacional,
ha perdido fuerza,
ha perdido moral,
ha cometido un crimen
de lesa humanidad,
porque ha permitido al poder
asesinar el pensamiento
maniatar la palabra,
atrofiar el corazón,
matar el sentimiento.

Silencio,
todos en silencio,
mirando cómo el poder,
se lleva todo a manos llenas,
mientras descubres
que tu callas,
que tu aplaudes,

que tu participas del asalto.

La felicidad

Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.
Pablo Neruda
Las Naciones Unidas,
aquel organismo que nació
porque el mundo buscó en un momento,
un espacio de democracia
para ayudarnos mutuamente,
ha declarado un día determinado
como el día de la felicidad.

En principio,
la idea no es mala,
la propuesta es adecuada,
reflexionar sobre la felicidad
y cómo encontrarla,
porque difícilmente,
podemos comprarla.

Que un día al año,
como sucede con otros temas,
reflexionemos sobre la felicidad,
puede ser,
quizá es conveniente,
pero recordemos
que esta efemérides
no tiene relación
con un estado ideal de felicidad,
sino: cómo construir un camino para ser felices,
para que en aquel encuentro personal
del que habla Neruda en su poesía,
encontremos que nuestra vida,
tiene matices de felicidad.

Es también un día,
para identificar
a los enemigos de la felicidad.
Porque no puede haber felicidad,
si los niños mueren por desnutrición,
por falta de servicios médicos.
No podemos ser felices,
si la educación y la salud,
no son derechos de los seres humanos,
sino privilegio de unos pocos insensatos.

No podemos ser felices
si la seguridad social,
no brinda servicios y atenciones
humanas y de calidad.

No podemos jamás ser felices,
si la economía mundial
se activa con los negocios
del tráfico de drogas,
del tráfico de armas
y del tráfico de personas.

No podemos ser felices,
si los derechos humanos,
son sólo para unos,
son sólo privilegio de  pocos,
son sólo una declaración sin cumplimento.

Día de la felicidad si,
pero como un día para reflexionar,
qué nos falta para ser felices,
y sobre todo,
cuánto ponemos nosotros

para lograrlo.