viernes, 28 de julio de 2017

Zapatos rotos

Todas las gestiones, promesas, informaciones, se descomponían y disolvían sin que los hechos correspondieran jamás a las palabras. Lo que se hacía y lo que se decía eran mundos aparte. Las palabras negaban los hechos y los hechos desmentían a las palabras y todo funcionaba en la engañifa generalizada, en un divorcio crónico entre el decir y el hacer que practicaba todo el mundo.

"El sueño del celta", Mario Vargas Llosa

De pronto leo una noticia,
que alegra la vida de la pequeña comarca,
del pequeño país en el que vivimos:
tenemos una nueva campeona mundial,
en una especialidad
que nos ha dado siempre alegría:
la marcha olímpica.

Nos sentimos orgullosos,
nos sentimos felices,
la campeona inspira,
es un referente nacional,
el deporte se viste de gloria,
los aplausos y las loas
se repiten a toda hora.

Cuando la campeona mundial,
cuenta al país y al mundo su historia,
nos enteramos de la realidad:
entrenaba con zapatos rotos,
entrenaba por amor,
porque el apoyo y el presupuesto,
que se suponía o que se decía,
se tenía desde el gobierno,
quedó solamente en el papel,
quedó en el discurso cruel,
que cubre con palabras
la triste realidad.

La campeona mundial,
logró triunfar,
con zapatos prestados,
con recursos escasos,
con la soledad de saberse,
representante de un país,
que no sabía lo que hacía.
Su amor a la bandera,
y a lo que ella hacía en el día a día,
la llevó a triunfar.

Hoy regresan las ofertas,
los regalos y las becas,
para la nueva campeona,
-la campeona de los zapatos rotos-.

Hoy los golpes de pecho
por lo que no fue hecho,
no arreglan la realidad:
no hay políticas de estado,
que brinden el soporte adecuado,
a nuestro deporte y a nuestros deportistas,
no en momentos de coyuntura,
sino en todo momento.

La realidad de los zapatos rotos,
no solo es la realidad
de la campeona del mundo,
es la realidad de otros,
que todos los días,
deben cumplir con su deber,
sin tener las herramientas,
ni los insumos necesarios
para cumplir la misión,
de servir al prójimo
con humanismo y amor.

La realidad de los zapatos rotos,
es la realidad del médico (de la salud pública),
es la realidad del profesor (de la educación pública),
es la realidad de juez,
del funcionario público,
que deben servir,
con lo poco que tienen,
con poca o ninguna,
motivación para el servicio,
con poco o ningún apoyo,
perseguidos por la estadística,
perdiendo de a poco,
el humanismo del servicio,
y el amor por el prójimo.

Zapatos rotos,
la realidad de un estado,
que vivió de un discurso,
que pintó una realidad,
cuando la realidad era otra,
que nos dijo que todo era ganancia,

y que las pérdidas eran un tema pasado.

viernes, 21 de julio de 2017

Democracia: otra oportunidad… ¿perdida o ganada?

La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo.
Montesquieu
Un cambio de gobierno,
es siempre una oportunidad,
es renovar esperanzas,
es al menos generar expectativas.

Un cambio de gobierno,
es una oportunidad de cambio,
nunca sabes para qué:
puede ser para bien,
como puede ser para mal,
pero siempre será una oportunidad.

Lo que llamamos democracia,
tiene ese reto,
en el cambio de gobierno:
el reto de ser tal (democracia de verdad),
o en convertirse en una suerte de quimera,
en una envoltura sin contenido,
en una promesa que se incumple,
en una etiqueta que se vende,
pero que nada guarda por dentro,
solo desesperanzas y violencia.

Eso a lo que hoy llamamos democracia,
es un concepto complejo,
porque el poder se toma del pretexto
de que ha “sido elegido por el pueblo”
y que como tal,
tiene la potestad de ejercer ese mandato
independientemente de la realidad,
independientemente de los derechos humanos,
independientemente de las minorías,
de los ignorantes y de la economía.

Es más,
en esa llamada democracia,
el poder busca ser eterno,
olvidando la alternabilidad,
olvidando que es pasajero.
Crea a su alrededor,
la historia de dioses de barro,
que pontifican a los cuatro vientos,
sus teorías de la salvación,
que esconden oscuros entuertos,
de avaricia, soberbia y corrupción.

Por eso siento,
que un nuevo gobierno
es una oportunidad para la democracia.
Para fortalecerla,
o también para destruirla
o maquillarla.

Esa democracia se fortalecerá,
en la medida en que los poderes públicos
sea independientes.
En la medida en que esos poderes,
cumplan la misión de su naturaleza:
que los legisladores legislen a favor de todos,
que los legisladores fiscalicen,
cuidando el dinero público,
y no la imagen y conveniencia
del político de turno.
Que los jueces puedan juzgar,
sin ser acosados y presionados,
por un órgano que el lugar de apoyarlos,
condiciona su actuar con presiones sin par.
Que los organismos de control,
sean verdaderos jueces de cuentas,
sean fiscales verdaderos,
investigando sin temor la corrupción,
y denunciado sin pasión
al verdadero ladrón.

Que el presidente gobierne
con la libertad de su pensamiento,
con la responsabilidad de su juramento,
con la sensibilidad de su espíritu,
con la honestidad de su discurso,
sin tener que aceptar en su gobierno,
a personas que lo que buscan,
es vivir en la impunidad,
es vivir del poder,
es servirse y no servir,
es cambiar su ideología,
a la ideología del poder de turno.
Mientras eso suceda,
la oportunidad del gobierno,
será una oportunidad a la espera.

Esa democracia se fortalecerá,
con una educación independiente,
fuerte y responsable.
Con una salud humana y preparada,
con medios y recursos suficientes,
para atender el dolor de nuestra gente.

En fin,
la oportunidad está allí,
solamente hay que aprovecharla,
con sentido común,
con ética y buen hacer.
Poniendo  a los corruptos en su lugar,

y a los honestos a trabajar.

jueves, 13 de julio de 2017

Dimes y diretes


Para quien tiene miedo,
todos son ruidos.
Sófocles  

Quiero disculparme contigo,
que crees que el mundo se divide
en izquierda y en derecha.
Que crees que los que te dicen
que son de izquierda son buenos,
y los que son tildados de derecha
son los malos.

Quiero decirte,
que no comparto contigo,
esa división sencilla de la vida,
y tampoco de la política,
porque corremos el riesgo,
el grave riesgo,
de creernos todo lo que digan
los políticos en el día  a día.

Si sigues creyendo en tiempos,
de derecha o de izquierda,
seguirás creyendo en historias,
en fábulas y en cuentos sin memoria
que construyen sin reparo
la historia del dios de barro,
de aquel dios terrenal,
que por llegar al poder
que por regalar popularidad,
fue forjando,
supuestamente,
esa historia de un hombre,
que en tiempos de dinero
se gastó la plata
en shows,
en celebraciones 
y en desenfrenos,
y cuando tuvo que rendir cuentas,
usó la estrategia
de deslegitimar al juez,
de acusar al fiscal,
de declarase loco,
de irse se la ciudad,
de abandonar el país.

Es triste mirar,
a la patria dividida.
Dividida 
por malditos políticos,
que siguen mirando el mundo
en términos de derecha
y de izquierda,
defendiendo lo indefendible,
haciendo caso omiso de la ley,
olvidando que fueron elegidos,
para cuidar el camino,
para velar por la vida 
para trabajar y fiscalizar.

Cuando hay que trabajar,
no ha tiempo para vagar.
Vagan los que piensan y dibujan,
el tiempo en fórmulas
de derecha y de izquierda,
porque esa es la manera
de distraer la verdad,
de lo que nos importa,
de lo que nos mueve,
de lo que nos inspira.

Los dimes y diretes,
nos llevan a la nada,
al abismo,
a la ineficacia,

Juntos todo,
separados nada.
Los dimes y diretes 
estrategia equivocada,
aquí lo que cabe es la palabra,
la buena fe,
la verdad,
la buena intención,

el ser personas de verdad

jueves, 6 de julio de 2017

Tiempo de dialogar

No somos elegidos por Dios, sino por el electorado, por lo tanto, 
buscamos el diálogo con todos aquellos que ponen esfuerzo en esta democracia.
Willy Brandt

En lo que los analistas suelen llamar,
un tiempo de espera,
el nuevo presidente decidió convocar 
a lo que el llamó: un diálogo nacional.

Desfilan por el palacio presidencial,
políticos de todas las tendencias,
empresarios, activistas,
dirigentes gremiales,
y también autoridades.

La prensa registra,
unas primeras imágenes,
todo es sonrisas,
apretones de manos,
son los primeros momentos,
son los primeros acercamientos.

Con un estilo diferente,
sin que ello signifique algo malo,
y tampoco algo  bueno,
solamente diferente,
el nuevo mandatario,
dice a voz en cuello,
que él quiere diálogo,
que no está por la vía del odio,
de la intolerancia, de la amenaza,
de la denuncia y el desafuero.
Proclama a los cuatro vientos,
que su labor se fortalece,
con el diálogo de frente.

Es tiempo de dialogar,
¿y qué significa eso?.
¿Que cuando una autoridad dialoga,
debe claudicar ante sus invitados?.
¿Que dialogar es un acto de debilidad?.
¿Que dialogar con el contrario,
con los que piensan diferente,
incluso, con los que te han insultado,
es un acto que degrada, 
es una vuelta atrás,
es volver a un oscuro pasado?.

Parece, solamente parece,
que es fácil dialogar,
con los que piensan igual.
Y que dialogar,
con quien se considera enemigo,
es como luchar contra corriente,
como perder
antes de haberlo intentado.

Tiempo de dialogar,
dice el mandatario,
y yo lo entiendo,
como un tiempo 
para deponer actitudes,
y poner sobre la mesa,
los pensamientos, anhelos,
criticas y diferencias,
que permitan construir una agenda
que se traduzca en objetivos comunes,
en ideales de todos,
en proyectos de un país,
que se construye con la buena fe,
con la honestidad y la transparencia,
que la política exige,
y las buenas costumbres enseñan.

Tiempo de dialogar,
que irrita, enoja y molesta,
a quien cree que el diálogo estorba,
que está demás,
que cuando tienes poder 
lo debes ejercer sin más ni más,
que hay que imponer,
que hay que amenazar,
que hay que enjuiciar,
a todos quienes no piensen igual.

Nunca está por demás el diálogo,
siempre tendrá algo bueno,
así no lleguen los acuerdos,
la mesa y las sillas,
siempre esperarán por sus invitados,
que una vez sentados,
tienen la confianza de hablar,
de decirse a la cara lo que piensan.
de llamar la atención,
de buscar juntos la solución.

La intolerancia y la soberbia,
siempre se opondrán al diálogo,
y al arte de saber escuchar,
tratarán siempre de atacar,
al diálogo y a sus actores.

Si es tiempo de dialogar,
que sea ese tiempo de verdad,
que hablen las bocas,
pero sobre todo,
que hablen las acciones,
que el mandatario,
jamás claudique en ese afán de paz,
en ese afán de transparentar,
en ese afán de cambiar.
Acciones, hechos concretos,
demostraciones que estamos en otro tiempo,
que estamos en tiempo de dialogar.