jueves, 25 de febrero de 2016

Construir alianzas

“En un gobierno bien constituido, la guerra, la paz y las alianzas son discutidas en tanto cuanto sirvan no para la satisfacción de unos pocos, sino para el bien común.”
NICOLÁS MAQUIAVELO



Nada me preocupa más
que observar a una sociedad
que baja los brazos y se rinde
ante el poder en el poder.
Nada me duele más
que observar sociedades divididas,
sociedades que no logran
definir valores y objetivos comunes,
sociedades que no logran visualizar
sus fortalezas,
sus capacidades y valores,
individuales y comunes.
Me preocupa y duele además,
que esas sociedades
vayan perdiendo autoestima,
y crean que cualquier gobierno,
gobiernos y gobernantes,
pueden hacer y deshacer de los fondos públicos,
de la política pública,
y de la vida de esas sociedades.

Cuando no somos capaces de valorar
lo que podemos hacer
para cambiar nuestra realidad,
para educar a los gobernantes y gobernados,
en función del beneficio social,
entonces nos convertimos
en una especie de sometidos,
de adoctrinados,
que nos creemos cualquier cuento,
cualquier historia que nos cuenta el poder,
y le agradecemos las dádivas que nos da,
como si fuera un regalo,
y no la obligación que tiene como gobierno
de servir y dirigir a sus ciudadanos.

Esto sucede,
cuando estamos divididos,
cuando estamos solos
y perdemos el rumbo de la vida.
Por eso es fundamental
construir alianzas,
fuertes, sólidas y reales,
que nos permitan unir fuerzas y capacidades
para transformar la sociedad,
para construir agendas públicas y privadas
que converjan en el beneficio común,
que diagnostiquen los problemas,
y diseñen las soluciones adecuadas.

Alianzas que permitan la participación amplia
de todos los sectores ciudadanos.
Alianzas que den voz a los sin voz,
que trabajen por devolvernos el sentido común,
el autoestima social y personal.
Alianzas que sirvan para trabajar
por el rescate de la historia,
y en el diseño de un futuro incluyente y sostenible.

Por eso me preocupo,
porque no pensamos en alianzas,
pensamos en agendas propias,
agendas individuales,
agendas cerradas.
Líderes políticos y sociales,
que buscan solamente
fortalecer su imagen y su agenda.
A ello sumamos sociedades calladas,
silenciadas y sin la capacidad
de poder unirse para trabajar
para exigir que se trabaje,
para unir y construir.

Imaginen si un día decidimos todos,
de manera ordenada y noviolenta,
salir a las calles y exigir
que los gobernantes cumplan su labor
sin despilfarrar el dinero,
sin abusar del poder,
sin atacar a los ciudadanos
y que los servicios públicos,
sean eso: servicios para la sociedad.
Salir a las calles con la bandera del interés común,
con los colores de la paz.
Yo imagino que ese día
los políticos de turno,
deberán repensar su función
y tomar en serio a los ciudadanos.

En fin,
construir alianzas,
para construir sociedades,
para construir y proyectar la vida de todos.

jueves, 18 de febrero de 2016

Sobre la justicia social

«Ahora que están aumentando la exclusión y la desigualdad, debemos redoblar los esfuerzos para que todas las personas, sin discriminación alguna, tengan oportunidad de mejorar sus condiciones de vida y las de los demás.»
Mensaje del Secretario General en el Día Mundial de la Justicia Social,
20 de febrero de 2016


¿Es posible trabajar por la justicia social?
Si, lo es y somos responsables de ello,
cuando trabajamos por eliminar
las barreras que impiden la igualdad
entre las personas,
sea por razones de género, raza, etnia,
religión, cultura o discapacidad,
entonces trabajamos por la justicia social.

El problema radica,
en el hecho cierto
de que en estos tiempos
se construyen y mantienen barreras,
físicas y mentales,
que impiden a las personas
actuar como seres normales.
Se imponen creencias y comportamientos discriminatorios
por el simple hecho de ser y pensar diferente.

Políticos que trabajan el arte de fomentar
la intolerancia social
y que logran radicalizar el pensamiento y las acciones
que se convierten en violentas
contra personas y colectivos
que huyen de sus pueblos
porque la guerra, el hambre y la injusticia
llegaron para quedarse.

Políticos que destruyen la cohesión social,
y que construyen falsas historias de poder
financiadas con dineros ajenos
para buscar cambiar la justicia social
por un modelo de justicia “a la carta”,
o justicia “de manos atadas”,
que se somete,
que se allana al poder
renunciando a luchar
por el bien de los demás.

Mientras haya desigualdad,
no podrá existir justicia social.
Mientras hayan servicios de salud,
financiados por el bolsillo de los ciudadanos,
pero que no están al servicio de esos ciudadanos,
sino que son utilizados
como plataforma politiquera,
no podrá haber justicia social.

Mientras la educación sea
un laboratorio de ensayos baratos
dirigido por ciudadanos
que no entienden,
ni quieren entender
que ese es un derecho humano,
no podremos hablar de justicia social.

No es solamente,
un asunto de leyes,
o de una declaración de principios,
es sobre todo,
hacer realidad esos derechos de los ciudadanos
y esas obligaciones también,
pero en un marco de equidad,
en un marco de igualdad,
en un espacio de respeto,
de construcción de paz.

En un estado
donde se vive la justicia social,
no pueden haber unos privilegiados,
que por el hecho de estar en el poder
se transformen en dioses de barro
supuestamente intocables,
con el derecho “divino”
de disponer de los fondos públicos
sin rendir cuentas claras.
Políticos de turno que creen tener
el “divino” derecho
de señalar con el dedo para callar
las voces que se manifiestan en contra
y que exigen
que haya justicia social,
que cada cual cumpla su rol
y que todos trabajemos en beneficio común.

No podrá existir justicia social,
mientras la democracia
se encuentre presa
de fanatismo, del populismo,
del fascismo y de otras formas de dominación social.

¿Es posible trabajar por la justicia social?
Lo es. Debemos empezar en casa,
en nosotros mismos,
en nuestro comportamiento,
en nuestra preparación,

en nuestra dedicación por el bien común.

jueves, 11 de febrero de 2016

Es tiempo de acuerdos y consensos. No es tiempo de entuertos, soberbias y desacuerdos

En mi mundo la expresión "llegar a un acuerdo, a un compromiso" es sinónimo de vida. Y donde hay vida hay compromisos establecidos. Lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo no es integridad, lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo no es idealismo, lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo no es determinación. Lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo es fanatismo y muerte. Llevo cuarenta y dos años casado con la misma mujer, así que algo sé de acuerdos. Y cuando digo acuerdo no quiero decir capitulación, no quiero decir poner la otra mejilla al rival o a un enemigo o a una esposa, quiero decir tratar de encontrarse con el otro en algún punto a mitad de camino.
Amos Oz

Vivimos una innegable crisis mundial,
la economía y sus principales indicadores
nos dicen que las cosas no van bien,
que los ingresos que esperábamos
por la venta de petróleo
no  estarán en nuestras cuentas.

Nuestras empresas no son competitivas,
y las reglas de juego son complejas.
Hay una especie de etiqueta hacia el empresario:
el malo de la película, el que se enriquece,
el que explota a sus trabajadores, etc.
¿Todos serán así?, -me pregunto-
O pagan justos por pecadores.
Hasta que encontremos la respuesta,
los emprendedores y empresarios
tienen una tarea compleja,
porque la crisis que enfrentan,
y que enfrentamos todos
ha llevado al encarecimiento de las materias primas,
de los costos de producción
y de las cadenas de distribución.

Vivimos momentos de crisis,
cuando no hay estabilidad laboral,
cuando no sabes si estarás o no,
en tu puesto de trabajo,
sea que trabajes para el gobierno,
sea que trabajes para el sector privado.

Vivimos momentos de crisis,
cuando los ciudadanos,
viven permanente enfrentados,
defiendo cada cual a su bando,
idolatrando a sus dirigentes,
insultando a sus contrarios,
buscando imponer su verdad,
y negándose a entender
las verdades de los demás.

Vivimos momentos de crisis,
cuando no sabemos
si habrá dinero para jubilarnos,
cuando no conocemos
los límites de los poderes del estado,
cuando  los espacios de participación del ciudadano
se han convertido en espacios de poder
dejando de lado,
la voz de los sin voz,
y la opinión de los ciudadanos.

Hay crisis,
hay diagnósticos,
hay propuestas,
hay advertencias,
hay miedos,
hay temores,
hay amenazas.
Lo que no se observa,
la voluntad de sentarse a la mesa
y empezar a dialogar,
de desprenderse de las soberbias,
de aceptar los errores,
de buscar el bien común,
de construir acuerdos y consensos
que no busquen etiquetar a los buenos y a los malos
sino generar la capacidad de encontrar
las condiciones adecuadas
para regresar,
a la mayor normalidad posible,
al respeto de la diversidad,
a apoyo y al desarrollo normal
de una sociedad,
que aprende a vivir en sus diferencias
sin caer en esquemas o modelos
que buscan el beneficio
solamente de un sector.
O de modelos que no aceptan
las ideas de otros,
los criterios de otros,
las propuestas de otros.
Que no aceptan que se equivocaron,
y que siempre es tiempo de rectificar.

Si no somos capaces de construir esos acuerdos,
esos necesarios consensos,
si solamente trabajamos
para mantener entuertos,
soberbias y desacuerdos,
la crisis empezará a cobrar más victimas:
personas, empresas, instituciones públicas y privadas,
y al final será el mismo país el que caerá en picada.
¿Cuánto eres capaz de sacrificar de ti,

para el bien de los demás?.

jueves, 4 de febrero de 2016

Nosotros podemos, yo puedo

Juntos podemos construir un mundo donde el cáncer no signifique más vivir con miedo o sin esperanza
Patrick Swayze.

En la jornada mundial
de lucha contra el cáncer,
la invitación es a convencernos
de que nosotros podemos,
de que yo puedo hacer algo
para contribuir a prevenir,
disminuir riesgos
y también acompañar a los enfermos
y a sus familias.

Cuando alguien enferma,
enferma también su entorno familiar,
que se contagia del dolor,
que se envuelve en una pena,
en un constante “¿por qué a mi?”,
“¿por qué a nosotros?”.

Nosotros podemos,
yo puedo hacer algo.
Empezando por reflexionar
sobre nuestros hábitos,
sobre nuestro estilo de vida.
Quizá encontremos
que parte de ellos
favorecen a que el cáncer se desarrolle,
y afecte y dañe la vida.
Dialogar sobre ello,
es hacer algo,
empezar con el cambio,
es hacer algo,
cambiar o sustituir esos hábitos
por otros más saludables, es hacer algo.

También podemos aprender
de aquellas instituciones
que dedican su esfuerzo a tratar la enfermedad,
a recibir a los pacientes
sin importar su condición social,
y tampoco su edad.
Estas instituciones,
necesitan de nuestro apoyo,
necesitan que las conozcamos
y que participemos en sus diversas formas de voluntariado.
Los enfermos agradecen una visita,
una palabra de aliento,
una oración y también algo de alimento.
Sus familias necesitan
no sentirse solas,
no sentirse abandonadas,
no sentirse que estorban.

Nosotros podemos,
yo puedo,
conversar con los políticos de turno,
con los políticos en el poder
y pedirles apoyos,
para que las medicinas
que brindan paliativos al cáncer,
sean asequibles,
que puedan comprarse o financiarse
con cierta facilidad.
Podemos pedir a esos políticos,
debemos pedir a esos políticos,
que destinen recursos
para apoyar a las instituciones
que cuidan y curan a los enfermos de cáncer,
que no desconozcan la obligación que tienen
de apoyar los diversos sistemas de salud
que son en beneficio de la población.

Nosotros podemos,
yo puedo,
pedir y exigir que la formación
de profesionales de la salud
vinculados al tratamiento del cáncer
sea una formación constante,
financiada y focalizada.
Que instituciones públicas y privadas,
nacionales o extranjeras,
unan sus esfuerzos en la formación de esos profesionales,
en el desarrollo de investigaciones
que promuevan nuevas respuestas
nuevas curas para estos males.

Si permanecemos en silencio,
en la comodidad de nuestra zona de confort,
si decimos que al final nuestra voz de poco sirve,
si pensamos que a nosotros eso no nos afecta,
que no estamos pasando por una situación así,
deberemos alinearnos a aquellos
que no pueden,
a aquellos que dicen yo no puedo hacer nada,
y pasaremos a formar parte
del gran conglomerado del silencio
la pasividad y el quemeimportismo.

No hay excusas para no actuar,
nosotros podemos,
yo puedo,
solamente hay que proponérselo
y creer en uno mismo.


H

lunes, 1 de febrero de 2016

Dias blancos, días negros

Habían pasado
unos pocos minutos
de aquella caída,
y tropezaba con la misma piedra.
Era la historia de mi vida,
caer y caer
sin saber si levantarme estaba bien.

En días de optimismo,
levantarse es fácil,
incluso divertido,
sueles creer que el mundo es fácil
y que todo problema tiene una respuesta.

En días obscuros,
la muerte es la respuesta,
el abandono y el olvido
la mejor compañía.

Son días blancos,
son días negros,
son días de la vida,
de tu vida,
de ti dependen cómo terminan,
de ti dependen cómo iluminan.