jueves, 11 de febrero de 2016

Es tiempo de acuerdos y consensos. No es tiempo de entuertos, soberbias y desacuerdos

En mi mundo la expresión "llegar a un acuerdo, a un compromiso" es sinónimo de vida. Y donde hay vida hay compromisos establecidos. Lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo no es integridad, lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo no es idealismo, lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo no es determinación. Lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo es fanatismo y muerte. Llevo cuarenta y dos años casado con la misma mujer, así que algo sé de acuerdos. Y cuando digo acuerdo no quiero decir capitulación, no quiero decir poner la otra mejilla al rival o a un enemigo o a una esposa, quiero decir tratar de encontrarse con el otro en algún punto a mitad de camino.
Amos Oz

Vivimos una innegable crisis mundial,
la economía y sus principales indicadores
nos dicen que las cosas no van bien,
que los ingresos que esperábamos
por la venta de petróleo
no  estarán en nuestras cuentas.

Nuestras empresas no son competitivas,
y las reglas de juego son complejas.
Hay una especie de etiqueta hacia el empresario:
el malo de la película, el que se enriquece,
el que explota a sus trabajadores, etc.
¿Todos serán así?, -me pregunto-
O pagan justos por pecadores.
Hasta que encontremos la respuesta,
los emprendedores y empresarios
tienen una tarea compleja,
porque la crisis que enfrentan,
y que enfrentamos todos
ha llevado al encarecimiento de las materias primas,
de los costos de producción
y de las cadenas de distribución.

Vivimos momentos de crisis,
cuando no hay estabilidad laboral,
cuando no sabes si estarás o no,
en tu puesto de trabajo,
sea que trabajes para el gobierno,
sea que trabajes para el sector privado.

Vivimos momentos de crisis,
cuando los ciudadanos,
viven permanente enfrentados,
defiendo cada cual a su bando,
idolatrando a sus dirigentes,
insultando a sus contrarios,
buscando imponer su verdad,
y negándose a entender
las verdades de los demás.

Vivimos momentos de crisis,
cuando no sabemos
si habrá dinero para jubilarnos,
cuando no conocemos
los límites de los poderes del estado,
cuando  los espacios de participación del ciudadano
se han convertido en espacios de poder
dejando de lado,
la voz de los sin voz,
y la opinión de los ciudadanos.

Hay crisis,
hay diagnósticos,
hay propuestas,
hay advertencias,
hay miedos,
hay temores,
hay amenazas.
Lo que no se observa,
la voluntad de sentarse a la mesa
y empezar a dialogar,
de desprenderse de las soberbias,
de aceptar los errores,
de buscar el bien común,
de construir acuerdos y consensos
que no busquen etiquetar a los buenos y a los malos
sino generar la capacidad de encontrar
las condiciones adecuadas
para regresar,
a la mayor normalidad posible,
al respeto de la diversidad,
a apoyo y al desarrollo normal
de una sociedad,
que aprende a vivir en sus diferencias
sin caer en esquemas o modelos
que buscan el beneficio
solamente de un sector.
O de modelos que no aceptan
las ideas de otros,
los criterios de otros,
las propuestas de otros.
Que no aceptan que se equivocaron,
y que siempre es tiempo de rectificar.

Si no somos capaces de construir esos acuerdos,
esos necesarios consensos,
si solamente trabajamos
para mantener entuertos,
soberbias y desacuerdos,
la crisis empezará a cobrar más victimas:
personas, empresas, instituciones públicas y privadas,
y al final será el mismo país el que caerá en picada.
¿Cuánto eres capaz de sacrificar de ti,

para el bien de los demás?.

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