viernes, 30 de enero de 2009

La ciudad sitiada y su entorno confundido

Soplan vientos,
vientos de elecciones,
que trasnochan los deseos
de quienes creen
poder ofrecer
un mañana mejor,
al menos eso dicen,
al menos eso ofrecen.

La ciudad sitiada,
por fotografías,
por promesas de campaña,
por gigantografías,
que muestran ofertas,
imágenes risueñas,
revolucionarias dicen,
y tantas otras cosas,
que mezcladas
con promesas,
discursos prefabricados,
acusaciones varias,
amenazas del vecindario,
actos de contrición,
análisis de rincón,
dan como resultado:
la ciudad sitiada
y su entorno confundido.

Tanto por hacer,
en la ciudad,
en la provincia,
y solo tienes,
en muchos casos,
en muchas cosas,
obras de papel,
constructores de alquiler,
cuyo maquillaje
solo es a flor de piel.

No se vanaglorien
de lo que dicen hacer,
avergüéncense
de la promesa sin cumplir,
del sueño si realizar,
de la vanidad que les llegó
al saborear la dulce miel
de aquello que llaman poder.

La ciudad sitiada,
la provincia no sé,
se puede decir ¿abandonada?,
no por obras,
o quizá sí,
pero abandonada
de la verdad,
del buen hacer,
del amor al servicio,
del hacer el bien
sin mirar a quien,
de un ejercicio
del público servicio
no como antesala
de tu propio beneficio.

La ciudad sitiada
y su entorno confundido,
por la mediocridad política
por los valores perdidos,
y… mientras
los políticos,
en tanta confusión,
pescan a manos llenas.

jueves, 29 de enero de 2009

Te debo (a Santiago, mi hijo)

Te debo abrazos,
y no sé cuantos besos,
que se quedaron
por ahí dormidos,
guardados sin razón.

Te debo palabras de aliento,
y quizá callar remordimientos,
que llevo en el alma,
y no los puedo dejar.

Y pienso que el tiempo,
todo lo arreglará,
mientras pasa cada trayecto,
sin poder actuar.

Te debo abrazos,
y tu me los das.
Te debo besos,
me llenas de ellos.
Te debo tiempo,
y tú me lo entregas sin recelo.

viernes, 23 de enero de 2009

Dónde...

Dónde dejamos,
el amor del principio,
las sanas ganas
de hacerlo bien,
de jurarnos amor eterno,
de tomar juntos el tren.

Recuerdos

Sentir lo que entonces…
emociones y sensaciones,
que no sé cuándo partieron
dejando un vacío tal,
que nada lo puede ocupar.

Descubrir... descubrirte

Hoy mi corazón,
casi deja de latir.
No sé que decir,
quizá es por tu amor,
que no es para mí,
y aunque lo sabía,
hoy… me lo hiciste sentir.

Otro amor

En el horizonte esperas,
que tu amor llegue,
que vuelvan los días,
los besos, las caricias,
y no sabes cómo,
decírselo a quien,
desde hace tiempo
comparte tu vida.

Esperanza

Nada espero
de esta vida,
pero confieso,
que de ti… quisiera un beso.

Nada...

Nada mas cruel
que tu sonrisa oculta,
tus ojos en sombra,
y tus besos de hiel.

Nada mas vacío,
que tus palabras en silencio,
y tus pensamientos,
-que por supuesto-
no son míos.

Es verdad, (a Santiago Chauvín, en memoria de Pedro Aguirre)


Es verdad…
que todos moriremos,
es verdad.
Y es verdad también,
que tu ausencia,
desde ahora: permanente,
es herida abierta
que me trastorna.

¿Qué te puedo decir?
¿Por qué no te dije…
tantas cosas?,
¿Por qué partiste,
dejándome en la mano
las espinas de las rosas?.

Es verdad…
que solo la muerte
no tiene remedio,
más es verdad también
que tu ausencia
es dolor intenso,
morir… estando despierto.

Discursos de violencia y de paz. Cartas a Santiago mi hijo

No puedo hijo mío,
dejar de hablarte de quienes,
de manera temporal
ejercen el poder popular.

En estos días,
hemos escuchado
diversas formas
de hacer lo que llamamos:
política en general.

Los políticos
son seres especiales,
y te lo digo pues no sé
si algún día decidas
ser uno de ellos.
Te decía, son especiales,
pues en sus discursos
informales u oficiales
usan las palabras
de manera diversa.

Hay discursos de violencia,
cada ves mas comunes,
que dividen a la gente,
que se construyen
sobre la miseria de unos,
sobre la injusticia de otros.
Discursos de odio hijo mío,
que recogen de la historia
todo lo que atrás dejamos,
no porque lo olvidamos,
sino porque el presente,
porque el futuro
se construyen sin odios,
mas ellos, los políticos del odio,
desentierran dolores y temores,
buscando con ello que los veamos
como nuestros salvadores.

Discursos violentos
que abusan de la palabra
para limitar la libertad,
aquella de expresión
y se convierten en la palabra única
en la palabra final.

Recuerda hijo mío,
el discurso violento
refleja intolerancia,
inmadurez política,
resentimiento social
e incapacidad mental,
buscando sembrar,
no en las mentes,
sino en los corazones,
un odio creciente,
que ciega toda capacidad
de analizar, de observar,
quién dice la verdad.

Por el contrario hijo mío,
hay discursos de paz,
que buscan integrar,
recordarnos que somos
como los dedos de la mano:
solos casi inútiles,
juntos una fuerza sin par.
Discursos de paz,
que dicen la verdad,
que nos invitan al trabajo,
que nos invitan a meditar,
nuestra corresponsabilidad ciudadana,
nuestro futuro en comunidad.
Discursos de paz,
que son pocos, es verdad,
y por tanto los hay que cuidar,
los hay que replicar,
para que sepan aquellos,
los populistas del odio,
que hay otras formas de gobernar.

jueves, 15 de enero de 2009

Son tiempos de crisis, de crisis de valores. Cartas a Santiago mi hijo


No hay necesidad de ir en busca de un remedio para curar los males de nuestro tiempo. El remedio ya existe: es ofrecerse uno mismo a quienes han caído tan bajo que incluso la esperanza les falla. Abrid vuestro corazón de par en par.

René Bazin


Hijo mío,
vivimos tiempos de crisis,
de crisis de valores,
en los que
el mundo se desentiende
del dolor del prójimo,
de la muerte de la gente.

Una crisis provocada
porque hemos dejado de lado,
el sentido común
y damos sentido a la nada.

Una crisis que nace
de la ambición incesante,
del deseo permanente
de tener más,
a toda costa,
a como de lugar.

Me preocupa tu futuro,
el nuestro,
el de todos,
el futuro de quienes con el tiempo
te sucederán,
porque estamos dejando
una herencia mortal,
la intolerancia,
la venganza,
la murmuración y la maldad.

En un mundo en el que,
todos sus valores,
han sido olvidados,
la guerra campea
como hija primera
de la industria militar;
la estafa financiera
se premia y tolera,
a costa de quienes…
no tienen nada.

En un mundo en el que,
todos sus valores,
han sido olvidados,
el engaño se transforma
en la política como norma
y en el ejercicio del poder
que camina por doquier,
apareciendo entonces
personajes siniestros
que manipulan las mentes
de quienes aunque viven
no son, sino muertos,
porque en su alma y su corazón
no hay espacio
para nada que se parezca
a la esperanza, al amor y a la oración.


Quedan pocos despiertos,
que tienen la responsabilidad
de despertad a todos
para el bien de la humanidad,
que deben trabajar
por el despertar de los valores
aquellos de la convivencia social,
del respeto a ser amado
al ser desconocido
incluso: al propio enemigo.

Anhelo que seas de aquellos
y por eso trabajo día a día,
para intentar iluminar tu corazón
y que haya luz infinita
que te permita mirar tu camino,
sembrar esperanza,
amar lo que haces,
lo que vives, lo que sueñas,
lo que proyectas, lo que construyes,
lo que dejas, lo que siembras…
en fin, todo, todo en la vida.

Algunos pensarán que estamos locos,
pues se llaman locos,
a quienes intentan
dejar de lado la miseria humana
y sentirse capaces de mirar el mundo
con ojos de esperanza,
con ojos de amor.

Tiempos de crisis, lo sé,
los estoy viviendo,
y te los cuento
para que no olvides
que debes estar despierto,
que debes vivir el momento
e iluminar tu entorno,
desde tu propio comportamiento.

lunes, 12 de enero de 2009

Crees en mí...


No soy lo que esperabas,
quizá un espejismo,
que ha estado lejos,
que nuca ha venido.

Me ganan los prejuicios,
los temores y los vicios,
lo sé,
estoy lejos, siempre lo he estado,
aunque digas lo contrario.

Y lo peor de todo…
es que
a pesar de todo,
crees en mí.

Fotografía

Hoy mire una fotografía,
cuando aún niño,
abrazaba ilusiones
interpretaba papeles
que me llenaban
el corazón y el alma.

Abrazaba a alguien
que hoy lejano
es solo un recuerdo,
pero en aquel entonces
era parte de mi parte
sin pensar siquiera
que el tiempo,
el maldito tiempo,
la vida,
con su subidas y bajadas
me quitara una parte
una parte vital
de aquella: mi vida,
de inocente niño,
de persona feliz.

Hoy miré una fotografía,
y miré una parte de mí,
que pensé se había ido,
pero que despertó
porque siempre estuvo ahí.

viernes, 9 de enero de 2009

A lo lejos


A lo lejos
tu puerto miro,
esperando tranquilo
el momento de volver.

Volver para estar contigo,
para recobrar el sentido
de lo que es vivir
de lo que es tu calor y abrigo

A lo lejos
tu puerto miro
y desespero al pensar
el día en que no pueda
en tu puerto atracar.

jueves, 8 de enero de 2009

Tiempos de revolución...


Cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios los discursos.
Oscar Wilde


Hay palabras que con el tiempo,
se ponen de moda,
se convierten en la sombra,
de las bocas todas,
una de ellas: revolución,
que se acompaña y adorna
con ataques a lo que han sabido llamar
“la vieja partidocracia”, el “pasado desdichado”,
y con adornos a frases como:
“el nuevo país”, “el socialismo del siglo veintiuno”.

Una revolución que proclama
que si estás en contra de ella
si su bandera no levantas,
eres de las “viejas ideas”,
que cuando cuestionas sus propuestas,
no entiendes nada,
porque no eres un ciudadano
en todo el sentido de la palabra.

Se construye entonces un concepto,
que pareciera nuevo,
que es propiedad de pocos,
y que pueden disfrutar algunos,
y por el que se pelean muchos,
la revolución que en palabras
dice acabar con los males,
pero que en acciones,
aún no muestra nada,
a pesar de que cuenta…
o contaba…
con dinero y la voluntad del pueblo.

No me creo las palabras,
cuando abundan,
cuando se repiten todo el día,
cuando están cargadas de ira,
cuando nos dividen y nos enfrentan,
cuando nos incitan al odio,
cuando nos prometen el “oro y el moro”.

Esa para mí no es revolución,
esos para mí,
no son revolucionarios,
porque no dejan la vida
por el futuro,
porque el futuro colectivo
parecería no existir en ellos,
solamente un presente,
mediático y estridente,
que se alimenta día a día,
con especulaciones,
con desgobierno,
con desconocidas ambiciones.
Disculpas pido,
si estas palabras hieren,
si este pensamiento enoja,
si estas ideas se oponen,
a las de otros, a las de otras,
pero callarme no puedo,
pues siento que ese silencio
lo único que logra
es consolidar un espejismo
que nada tiene que ver
con el futuro de todos.

En tiempos de crisis mundial,
en tiempos de crisis nacional,
el estadista,
el gobernante prudente,
busca la unión de todos,
apoya la producción nacional,
exige trabajo colegiado,
ahorra el dinero común,
vela por los desprotegidos,
pide ayuda a los que tienen,
conversa, dialoga, informa,
cuida que no hayan abusos,
transmite tranquilidad,
trabaja para el futuro,
así él no coseche,
así el no reciba reconocimiento alguno,
pues no está para eso,
está para gobernar,
y si un revolucionario se cree,
que recuerde las palabras
de alguien que si lo fue:
“Permitidme que diga, aun a riesgo de parecer ridículo, que el verdadero revolucionario se guía por grandes sentimientos de amor”.
Ernesto “Che” Guevara

lunes, 5 de enero de 2009

Cuando Goliat se olvidó de que algún día fue David (sobre los ataques de Israel a Gaza)

¿Quién entiende la mente humana?,
que se ufana de su progreso,
que agradece a Dios de su existencia,
que crea día a día algo nuevo.

¿Quién entiende a aquella mente?,
que se olvida de su raíz,
que olvida lo que reza su oración,
que olvida lo que le pide su Dios.

¿Quién entiende?,
si alguien lo sabe,
que por favor me lo diga,
en época de fundamentalismos,
aquellos de la exterminación de los enemigos,
aquellos que buscar la paz con bombardeos,
nos olvidamos que somos hermanos,
que siempre hablamos y repetimos,
que buscamos la paz,
que nuestro Dios así nos lo pide.

Hoy Goliat, aplasta a un David debilitado,
amordazado por fundamentalismos
que derivan en terrorismo,
que convoca a otra guerra santa,
como si la santidad fuera cosa de locos.
Del otro lado,
con la complicidad que brinda
un primer mundo que nunca jamás,
ha podido, ni puede,
frenar el genocidio,
detener el armamentismo,
distribuir la riqueza entre todos,
alimentar a quienes no han comido.

Atados de manos y amordazados,
asistimos al espectáculo cruel,
de una guerra sin cuartel,
cuya razón se argumenta,
es la paz “a toda costa”.