jueves, 28 de enero de 2021

Sobre mafias y mafiosos


¿Cuál es la diferencia, me pregunto yo, 

entre un país que encierra en la cárcel a  unas cuantas personas de más

y un país que deja en libertad a  sus gánsteres?

La Casa Rusia, Jhon Le Carré

Crueles sin límite,

indolentes al dolor humano,

ambiciosos, sanguinarios,

sin sangre en la cara,

y sin un ápice de conciencia

los mafiosos construyen

shistoria de vida,

ebase a la violencia,

amenazas, muertes, dolor

y temores infinitos.

 

Son una suerte de castas,

djerarquías,

cuyo elemento común,

ehaber vendido su alma

y también su vida

a la estructura que les brinda

lcapacidad necesaria

para cometer sus delitos

y sus crímenes 

en la más absoluta impunidad.

 

Las mafias y los mafiosos,

logran sus demoniacos objetivos,

comprando voluntades,

comprando conciencias,

comprando autoridades, 

contaminando el alma

de muchas personas y jóvenes que,

atraídos por el brillo del dinero,

del dinero fácil,

renuncian a una vida normal

y se someten a la voluntad

de la mafia y de los mafiosos.

 

Roban, trafican,

embaucan, amenazan,

matan, extorsionan, 

y así imponen su palabra,

porque les temen

y a la vez odian.

 

Descubrieron,

con los años de practicas mafiosas,

que la política

era un gran espacio

parhacer crecer simperio.

 

Y entonces,

financiaron partidos políticos,

y a políticos en ejercicio,

para que fueran sus peones,

sus ejecutores, sus alfiles,

y sus fieles servidores.

 

Eso les permitió 

corromper las estructuras del Estado,

transmitir su veneno,

su marca y su sello

en los sistemas financieros,

de justicia y de sectores

que son estratégicos

como la seguridad, comunicación,

salud y otros.

 

Muchos de los que han intentado

denunciar sus sucias acciones,

han terminado asesinados,

sin que las investigaciones

puedan determinar quién

o quienes los mataron,

y por orden de quien.

 

Les importa un comino,

lpobreza y el dolor,

dla gente que vive a su alrededor.

Ellos a lo suyo:

enriquecerse sin límites,

apoderarse de todo,

incluso de las personas,

a costa de todo,

y preparar 

a las próximas generaciones de mafiosos,

que seguirán

elucrativo negocio

dsus antecesores

y les garantizarán impunidad.

 

Para ellos,

todo está en venta

y lo que no quiera venderse,

sarrancha,

sroba o se quita,

sin importar las consecuencias.

 

Mafias y mafiosos,

que sonríen y piden un voto,

ofreciendo el oro y el moro.

Conseguido el objetivo,

desaparecen las sonrisas

y aparecen las amenazas,

las muertes, los robos

y los saqueos descarados.

 

Lo que podemos hacer,

entre otras cosas,

es no regalarles nuestro voto,

como si la patria y su futuro,

nnos importara nada.


jueves, 21 de enero de 2021

Que no fracase la solidaridad

Cuando las arañas se unen, pueden atar a un león

(Proverbio Etíope)

La vacuna ya está,

lo que podría curar

la pandemia en el mundo,

inmunizar a las personas

y protegerlas de ese monstruo,

ya está, ya se creó…

 

El problema ahora,

es que somos muchos,

los habitantes de esta tierra.

Somos muchos

los que necesitamos de ella,

de la vacuna que ya está.

 

Es un momento de quiebre:

¿Que solamente la compren

los que tienen dinero,

los que tienen las condiciones

y la tecnología para transportarla,

guardarla y distribuirla?

 

O, por el contrario,

en un acto de solidaridad humana,

pensemos en todos,

y unamos esfuerzos,

para producir más,

vacunar más,

proteger a la mayor cantidad de personas.

proteger, a los vulnerables,

a los que cuidan a los enfermos,

a los que cuidan a los ciudadanos,

a los ciudadanos en general.

 

El bienestar común,

más allá de las diferencias,

debería ser:

un horizonte para caminar. 

 

Que no fracase la solidaridad,

que no nos gane la ambición,

que no concluyamos simplemente

que aquí se salvan los que pueden,

los otros que esperen.

 

Que no fracase la solidaridad,

en esas grandes acciones,

en esos grandes hechos.

que la historia recoja de estos días,

los mayores actos de solidaridad

que se hayan visto.

 

Que no fracase la solidaridad

y que la historia también recoja,

las pequeñas acciones solidarias,

como testimonio 

de la evolución de la ética.

Que la solidaridad se entienda,

como el cuidado propio,

como respeto y ofrenda

para el cuidado de los otros.

 

Que la solidaridad,

se entienda también,

desde la ética en la política.

Que el ofrecimiento

del político en campaña,

no sea la oportunidad perfecta

para seguir engañando

a la ciudadanía 

con baratijas y mentiras,

envueltas en falso papel de regalo.

 

Que el trabajo de los políticos,

sea un verdadero

y desinteresado servicio,

para el  bien de sus ciudadanos.

 

Que la solidaridad,

sea lo que nos une,

frente a la adversidad.

Que la solidaridad,

sea una especie de cadena de unión,

que nos proteja, nos ayude,

y nos anime a hacer frente,

lo que la vida

nos ponga por delante.

 

No podemos permitir,

por nada del mundo,

que fracase la solidaridad.

jueves, 14 de enero de 2021

Con “d”, o con “m”

En tiempos de engaño universal,

decir la verdad es un acto revolucionario.

George Orwell,  “Rebelión en la Granja “


En el peor tiempo, 

pero llegó, la campaña política,

y con ella

los políticos en campaña.


Unos,

con trayectoria propia,

otros con denuncias,

acusaciones y sospechas de delitos.

Otros, absolutamente desconocidos.

Hay otros más,

que pasan de partido en partido,

de elección en elección.

Los hay bailarines,

cantantes, delincuentes,

improvisados, desgraciados

y también los impuestos,

por quienes se creen con la capacidad.

de cambiar la democracia,

por la dedocracia. 


Es curioso,

sin notarlo,

nos hemos acostumbrado

en una buena parte

a la dedocracia.

Como nadie decide,

o nadie opina,

-entre comillas-

decide el poder en el poder.


Los partidos políticos,

en lugar se ser espacios

de generación,

discusión y construcción

colectiva de modelos de gestión,

son una especie de hacienda,

donde el hacendado decide,

a dedo, 

lo que se piensa, se dice

y se hace.


A pocos días

de las elecciones de turno,

asistimos con tristeza,

al crudo y cruel espectáculo

de los ladrones pidiendo

que los dejen seguir robando,

de los ridículos solicitando

que los dejen seguir siendo así,

de los improvisados

pasar por allí, sin ser vistos,

y en medio de todo

los capaces,

honestos y preparados,

que nos dicen que nada cambia,

si no cambiamos nosotros.


No me cabe en la cabeza,

que cambiemos la democracia,

por la dedocracia.

Que haya siempre gente,

poderosos mafiosos de la política,

decidiendo todo por todos,

y con el dinero de todos.


Si al final entendiéramos,

que este no es un tema de partidos,

de colores de banderas,

de buenos o malos,

de izquierda o derecha,

sino que es un tema que conlleva

el futuro de todos,

de los que amamos y de los que desconocemos,

de nosotros y de los que vienen,

no nos tomaríamos tan a la ligera,

la dedocracia populista

y también fundamentalista.


Estoy seguro de que cuidaríamos,

este país y su gobierno,

como cuidamos de la vida

y de los días, de aquellos que son,

lo más importante de este mundo...

de nuestro mundo.