jueves, 25 de septiembre de 2014

El día de la paz: ¿qué has hecho por ella?

No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla.
Eleanor Roosevelt
El pasado domingo,
el calendario recogía
el recordatorio al mundo
de celebrar el día de la paz.

Discursos alusivos a la fecha,
frases y promesas
inundaban las redes sociales.
Algunas celebraciones,
algunos hechos que resaltar,
y a la vez,
como el tablero de ajedrez,
lo blanco y lo negro,
la eterna lucha entre el bien y el mal,
entre lo debido y lo indebido,
entre lo justo y lo injusto:
en el día de la paz
morían en el mundo
personas víctimas de la guerra,
niños víctimas de enfermedades,
seres humanos que no tienen que comer
y mueren de hambre,
desplazados que tienen que dejar su tierra
huyendo de la guerra y la sequía.

En el día de la paz,
aún sonaban las balas asesinas,
el llanto de los que lo han perdido todo,
el llanto de los que han perdido a los que aman,
en el día de la paz,
nos dábamos cuenta
que se ha hecho mucho,
pero hay tanto por hacer.

Y es que está bien,
los buenos deseos y las conmemoraciones,
pero a eso debemos agregarle las acciones.
¿Cuánto hacemos por la paz,
cuánto trabajamos por la paz,
cuánto creemos en ella,
cuán convencidos somos
de que pueda existir la paz entre nosotros?.

Porque el principal ingrediente de la paz,
en el propio ejemplo,
producto de una paz interior.
No puede hablar de paz
el político que carga su discurso con odio.
No puede hablar de paz
el maestro que el lugar de enseñar
humilla a su discípulo,
en una cruel demostración de poder.
No puede hablar de paz,
aquel ciudadano
que solamente se preocupa de él
y no de los que lo rodean.
No pueden hablar de paz
quienes no aman a sus padres,
y los cuidan en la vejez,
como sus padres hicieron,
cuando ellos eran niños.
No puede hablar de paz,
el corrupto que roba del dinero de todos,
y recibe el aplauso de sus súbditos.
No podemos hablar de paz,
si cuando estamos en el poder
declaramos a todos culpables,
hasta que demuestren su inocencia.

No podemos hablar de paz,
si no somos paz interior,
y eso significa,
aprender a valorarnos
por lo que somos,
aprender a perdonarnos,
aprender a corregirnos,
aprender a levantarnos
cada día de las caídas de la vida,
a entender el por qué
seguimos cometiendo
los mismos errores toda la vida.
Por eso la paz no es fácil,
o quizá la vemos difícil o imposible.
Es un ejercicio diario,
personal y voluntario.

Y es por eso que la paz,
florece con el ejercicio diario
de sabernos imperfectos,
pero a la vez,
capaces de mover el mundo con un dedo.

En el día de la paz,
y en todos los días,
en silencio debemos preguntarnos
¿cuánto hacemos por nuestra paz

y por la paz de todos los que esta tierra habitan?.

jueves, 18 de septiembre de 2014

¿Qué hay de malo...?

El gobernante que pretende encauzar a su país hacia la democracia tiene que empezar por ser un verdadero demócrata, y demostrarlo tolerando la oposición, por más cruda que se ejerza en el mitin, en la prensa, en la diatriba personal.
Lázaro Cárdenas
¿Qué hay de malo opinar 
sobre el papel del poder en el poder?
¿Qué hay de malo en protestar pacíficamente,
y que esa protesta congregue a sectores diversos?
¿Qué hay de malo,
en buscar siempre el equilibrio de las fuerzas?:
frente al poder, una oposición responsable;
frente al poder, una justicia independiente;
frente al poder, un juez de cuentas
que verifique lo que el poder gasta
en el cumplimiento del mandato popular.

¿Qué hay de malo,
en que unos apoyen a cierto político,
o a cierto candidato?
¿Qué hay de malo,
en que alguien se defina de derecha?
O, es que la derecha ¿está plagada
de asesinos, corruptos, desfalcadores,
fascistas, dictadores, anarquistas
y demás delincuentes?,
y la izquierda,
¿llena solamente de gente buena?.
Quizá sea tiempo de no juzgar,
sin previo análisis,
sobre todo de actuación y ejemplo
a una persona por su filiación política,
o por su pensamiento político,
¿porque es de derecha es malo,
porque es de izquierda es bueno,
o viceversa?,
¿a esto resumimos el análisis?.

¿Qué hay de malo,
en criticar la labor de un gobierno?,
si ese es parte del sistema de las libertades,
de los derechos y las obligaciones de los pueblos.
¿Por qué insiste el poder en el poder,
en que la crítica sana es el deseo de volver
a un pasado degenerado y desgraciado?.
¿A quién, en su sano juicio,
se le ocurre criticar para regresar
a un sistema de gobiernos corruptos y desgraciados
que llegaron al poder por culpa de los ciudadanos
que en lugar de votar su voto, botaron su voto?.
Si se critica a un gobierno,
es porque se cree que se debe mejorar,
si se critica es a un gobierno,
es porque no se está de acuerdo,
si se critica a un gobierno,
es porque como ciudadanos
estamos en la capacidad de exigir cambios.

¿Qué hay de malo en la crítica?
¿Por qué convertirla en delito de rebelión?
¿De qué se tiene miedo?

La democracia, 
debe ser un permanente espacio de debate,
de construcción y discusión de ideas
y modelos de desarrollo social y económico.
Es también respeto para el poder en el poder,
y también para la oposición y los ciudadanos.

Pretender vincular a los que critican a un gobierno,
con los políticos corruptos e ineptos del pasado,
es una salida nada democrática,
nada respetuosa, nada educada.

¿Qué hay de malo en opinar,
en querer el bien de todos,
en buscar un estado mejor
para todos los que nos consideramos ciudadanos,
para todos los seres humanos?

La tolerancia política,
es un valor en extinción,
así como con la flora y la fauna del mundo 
en peligro de extinción,
quizá debamos cuidar la tolerancia política,
para repoblar las mentes y corazones

de políticos y ciudadanos.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Educar para la libertad

El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender
Plutarco
Esta semana
celebramos el día mundial
de la alfabetización.
Para este año,
la frase era:
alfabetización para desarrollo sostenible.

Alfabetizar, educar,
enseñar a leer,
a escribir,
es un derecho humano.
Hay quien dijo
que al poder poco le interesa,
un pueblo educado,
porque empieza a hacer preguntas,
porque empieza a cuestionar,
a exigir sus derechos.

Pero, alfabetizar,
educar, no puede ser entendido,
como la posibilidad de aprender a leer,
de aprender a escribir.
Porque se puede leer sin entender,
porque se puede escribir si saber lo que se escribe.

Si leemos sin entender,
seguiremos siendo analfabetos,
seguiremos sin saber la realidad de las cosas,
seguiremos aceptando realidades
que son espejismos.                                                                                                           
Si leemos sin entender,
otros serán los que decidan
lo que debemos ser, hacer y no hacer.

Si solamente aprendemos a leer,
repetiremos las palabras escritas
mas no entenderemos el mensaje,
y la intensión con la que fueron escritas.

No es cuestión de enseñar,
de acumular información,
de llenar cuadernos sin ton ni son.
Se trata de aprender a aprender,
y no solamente en la escuela, el colegio o la universidad,
aprender siempre,
todos los días de la vida,
en todos los momentos
en todas las situaciones.

La alfabetización va mas allá,
nos debe liberar del desconocimiento y la ignorancia,
debe hacer nacer en nosotros
el sentido crítico de las cosas,
la sensibilidad ante las situaciones de la vida,
el compromiso ciudadano
por construir, mantener y mejorar
un modelo de democracia,
ajena al monopartidismo,
a la corrupción,
a la política violenta,
a la represión,
al miedo como estrategia
para callar bocas y adormecer mentes.

Educar sí,
pero educar para la libertad,
para el buen hacer,
para la responsabilidad,
para la unión y el progreso,
para la fraternidad,
para la igualdad.

Lo otro se llama:

adoctrinamiento.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Nuestra feria... tanto por hacer

"La cortesía es el más exquisito perfume de la vida, y tiene tal nobleza y generosidad que todos la podemos dar, aún aquellos que nada poseen en el mundo".  
Amado Nervo
Preocupación, indignación y tristeza,
tres palabras que quizá explican,
lo que siento en estos tiempos de feria.
A pesar de tener un comité,
y también alguien,
a quien se llama gerente,
no hemos podido trabajar
a favor de la gente.
La feria no son solamente artistas,
conciertos, juegos baratos,
castillos y fuegos en el cielo.
La feria es algo nuestro,
un concepto que lleva consigo
una historia y un tiempo.
La feria no es un comité,
unos delegados,
unas votaciones,
unos políticos,
que intentan tomar decisiones
ajenas a la gente y a la feria

La feria es tradición,
es parte de una historia,
de una historia religiosa,
de un algo,
que motivó a nuestros antepasados,
a convertir un tiempo del año,
en un tiempo bueno.
Tiempo bueno para rezar y orar,
y tiempo bueno para que
los comerciantes hagan negocios honestos,
para que la gente se divierta,
para que la gente compre productos buenos
a bajos precios.
Tiempo para recibir a los hijos pródigos,
a la familia que viene de lejos,
al amigo que no veíamos en años,
al visitante que por primera vez llega
a la tierra más linda de la tierra.

La feria es eso,
una amalgama de historia,
de tiempos vividos,
de tiempos por vivir.
De tradición, de fe y de esperanza,
de prepararnos para recibir
a todos los visitantes
y mostrarles lo que fuimos,
los que somos,
y a dónde vamos.

La feria…
tanto por hacer,
y tan poco que hacemos.
Porque hemos reducido su concepto,
a cuatro paredes,
a un solo espacio,
como si de eso se tratara,
cuando la feria está en las calles,
en las veredas,
en la gente,
en las tradiciones,
en las exposiciones,
en los eventos,
en la boca y en la actitud
de quienes habitamos
este terruño amado.

La feria es una historia,
un legado que hemos recibido,
y que tenemos la responsabilidad
de hacerlo grande.
De nada sirven las pugnas,
las discusiones sin sentido,
este no es un tema político,
es un legado,
un bien público,
solamente las manos juntas
podrán lograr el objetivo.

La feria,
tanto por hacer,

¿qué has hecho tu?.