viernes, 27 de octubre de 2017

Sobre la democracia comercial y otras desgracias

A unos espíritus así dispuestos,
todo método nuevo que lleve más rápidamente a la riqueza,
toda máquina que abrevie el trabajo,
todo instrumento que disminuya los gastos de producción,
todo descubrimiento que facilite los placeres y los aumente,
les parecerá el más magnífico logro de la inteligencia humana.
Es ese el principal aspecto de las ciencias
al que los pueblos democráticos se entregan,
y por el que las comprenden y las honran.
Tocqueville


Si algo me duele (y molesta),
es que el mandatario de turno,
del territorio pequeño,
o del gran territorio,
crea que somos ingenuos,
o que poco pensamos,
sobre lo que pasa en  la vida,
o en el día a día,
del gran sueño,
de la tierra querida,
en un presente que se construye con la gente,
para un futuro que se anhela
sin intereses personales y ocultos.

Rodeados de democracia comercial,
vivimos década o décadas,
de propaganda burlesca
que rinde culto al dios de barro,
que se toma los medios para hacer
del ejercicio del poder
una suerte de reinado
del poder en el poder
y de sometimiento
a quienes piensan lo contrario.

Un democracia comercial,
que se endeuda sin pensar,
que el futuro es de todos,
y que si bien el presente electoral,
le traerá aplausos y apoyos,
hipotecar el futuro de todos
es un delito contra la humanidad.

Una democracia comercial,
que se apodera de medios de comunicación,
y que los convierte en “públicos”,
haciéndonos creer que la palabra y el pensamiento
sería libre y puro,
cuando la triste realidad,
nos cuenta que esos medios,
eran tan privados, como la manera de pensar del poder,
y que fueron espacios de adoctrinamiento,
que fueron espacios de promoción deliberada
del paso del poder en el poder,
sin importar siquiera,
que esos medios no producían,
que todo era engaño, que todo era deuda,
y de pronto nos enteramos de la mentira y el engaño,
y no se que duele más,
descubrir esa barbarie,
o ser espectadores,
de que el poder actual,
nada o casi nada haga para cambiar la realidad.

La democracia comercial,
nos hizo creer
en grandes proyectos del estado,
en grandes construcciones,
en edificios, escuelas y universidades.
Lo que no llegó a contar,
es que lo hizo con dinero,
con deuda pública que aún no sabemos
su real costo, intereses y condiciones.

Esa democracia comercial,
es la que ha hipotecado la seguridad social,
la que irrumpió  en los poderes del estado,
la que le quitó la neutralidad al juzgador,
la que impidió que se hablara con transparencia,
lo que adoctrinó, la que calló voces,
la que hizo callar, a como de lugar,
cualquier intento de preguntar.

Democracia comercial,
que te vende la fórmula electoral,
de salir a votar,
como si esa fuera la salida.
No hay voto que valga,
si la democracia no cambia,
si quienes dicen defenderla,
no ponen en la calle
y en la manos de los jueces,
a todos y cada uno de los responsables,
de las desgracias de la patria.

No más discursos y frases prefabricadas,
acciones y decisiones,
que demuestren que no es una democracia maquillada,
que no es un juego entre “amigos”.
Si hay algo que debemos tomar en serio,
es al ser humano en su amplio sentido,
a sus derechos y sus deberes,
pero sobre todo,
a que sea gobernado por gente honesta,
que se gana su sueldo trabajando,
y generando trabajo para los demás,
renunciando al interés propio,
y privilegiando el interés social.

¿Es mucho pedir?
¿Qué haremos los ciudadanos,
seguir distraídos en discusiones sin sentido?

O, ¿le daremos sentido a nuestras acciones?.

viernes, 20 de octubre de 2017

Nuevos terrorismos... nuevas violencias

Mi punto de vista es el de los "condenados de la Tierra", el de los excluidos. No acepto, sin embargo, en nombre de nada, acciones terroristas, pues de ellas resultan la muerte de inocentes y la inseguridad de los seres humanos. El terrorismo niega lo que vengo llamando ética universal del ser humano.
Paulo Freire
Busco en el diccionario,
alguna definición sobre terrorismo,
y leyendo algunas,
concluyo brevemente en que todas,
son coincidentes en decir
que el terrorismo es una forma violenta
de lucha o guerra política,
donde se busca la destrucción
de un orden establecido,
la creación de un clima de miedo y terror,
de inseguridad para intimidar,
tanto a los adversarios,
como a la población en general.
Son al final: actos de violencia,
ejecutados para infundir terror,
para cegar las mentes,
para dominar e imponer una forma de ser
una forma de pensar y actuar.

Cierra tus ojos,
y trae a un mente,
la imagen que tengas de un terrorista,
probablemente todos, o la mayoría,
coincidamos en visualizar,
a alguien con un arma,
con cara de sanguinario,
con uniforme tipo militar
o algo parecido,
que dispara a matar,
que celebra la muerte y el dolor,
que está cegado por sus ideas y su sinrazón.

Probablemente no nos equivoquemos,
pero por desgracia,
en los tiempos que corren,
debo decirlo con dolor,
que hay otras formas de terrorismo,
y otras violencias,
que están llevando a los pueblos
a morir en vida,
a vivir realidades imaginarias,
y a servir al terror por miedo y resignación

Los nuevos terroristas,
tienen por armas,
la postverdad, o dicho de otra forma,
su arma es la mentira,
que repetida mil veces,
por todos los medios posibles,
se transforma en una verdad indiscutible.

Los nuevos terroristas,
visten traje y corbata,
o ropa quizá “normal”,
para dar una imagen que parezca real,
pero tras ellos hay una maquinaria
que adoctrina día a día,
a ciudadanos que sin mayor esfuerzo,
se creen todo lo que les dicen,
y que se aprenden todos sus cuentos.

Los nuevos terroristas,
utilizan la ignorancia y la resignación popular,
para construir imaginarios de libertad,
de dioses de barro, de líderes impolutos,
de verdades incontrastables,
de historias, que aunque nunca existieron,
hoy existen en mentes y corazones,
de la ignorancia y la resignación popular.

Los nuevos terroristas,
hacen uso de la violencia simbólica:
banderas, himnos, formas, historias,
discursos enardecidos, remembranzas de héroes caídos,
cuentos, colores, frases que gustan a nuestros oídos,
que te llevan a creer, que te hacen creer,
que solamente ellos,
los nuevos terroristas te podrán llevar,
a la tierra prometida,
a la tierra de bonanza,
a la tierra de la eterna alegría,
a la supuesta tierra de la paz.

Tal es el grado de convencimiento,
que logran estos terrorismos,
que llegas a validar el uso de la violencia,
para combatir a quien piense en contrario.

Tal es el grado de convencimiento,
que logran estos terrorismos,
que llegas a creer que solamente
el rompimiento de la ley
y el exterminar a todo lo que se oponga,
al discurso del terrorismo dominante,
será la nueva ética de la relación humana,
eserá la única forma de lograr,
lo que el terrorismo te dice debes lograr.

Tras los nuevos terrorismos,
y las nuevas violencias,
solamente habrán intereses mezquinos,
fundamentalismos y fascismos,
que por desgracia,
tienen el terreno ideal: la ignorancia.

Nada cambiará,
ni los antiguos, ni los nuevos terrorismos,
ni las antiguas, ni las nuevas violencias,
sino actuamos con conciencia, ética y verdad,
sino trabajamos acuerdos básicos de convivencia,
si el ser normal, sigue siendo una excepción,
si ser terrorista, es la nueva profesión.

Está en nosotros,
en que nos levantemos de una vez,
y dejemos de creer
lo que quieren que creamos,
que leamos, que nos informemos,
que nos eduquemos y reflexionemos,
que seamos seres pensantes, deliberantes y humanos,
que recuperemos el sentido común.
No habrá mejor remedio contra el terrorismo,
y para construir una Cultura de Paz,
que una población libre de mente y corazón,
que convive entre las diferencias,

pero que condena  y neutraliza las violencias.

viernes, 13 de octubre de 2017

Necesita de ti

La paz es para el mundo lo que la levadura para la masa
El Talmud

La paz necesita de ti,
de lo que todos los días,
puedas hacer
para que viva en tu alma.

La paz necesita de ti,
como necesita de los gobernantes,
sobre todo de aquellos
que montados en el imparable
motor del poder,
fortalecen las industrias armamentistas,
hacen demostraciones públicas,
para enseñar lo fuertes que son
lo imponentes que llegan a ser.
La paz necesita llegar a ellos,
para demostrarles que el camino
de la violencia sin sentido,
es el camino perdido.

La paz necesita de ti,
como necesita de la solidaridad,
de la conciencia y responsabilidad
de gobiernos y sociedades,
del llamado mundo desarrollado,
que dan la espalda a miles,
a millones de refugiados,
a millones de seres humanos,
que lo que están buscando
es pan para su boca,
una escuela para que sus hijos se eduquen,
un médico para que sus males curen
y un trabajo que los dignifique,
sin olvidar,
su historia, cultura y ancestros.

La paz necesita de ti,
como necesita de aquellas instituciones,
que fueron creadas luego de las grandes guerras,
y que se inspiraron en el ideal de la cooperación,
de la ayuda, del amor por el prójimo,
de la solidaridad y la tolerancia.
Pero que con el paso del tiempo,
la burocracia y la insensibilidad,
se apoderaron de ellas sin piedad.

La paz necesita de ti,
como necesita de la buena ciencia,
que sepa contribuir con las claves,
con las ideas y los análisis,
que fortalezcan la vida
en clave de paz.

La paz necesita de ti,
necesita decirte que ella está allí dentro,
donde tienes todos tus sentimientos,
donde hay alegría si pasan cosas buenas,
donde hay tristeza si algo nos daña
o dañan a quienes amamos.

La paz necesita de ti,
y de tu diario trabajo,
contigo mismo,
con el respeto y dignidad
con el que te trates,
y con el respeto y dignidad
con el que tratas a los demás.

La paz necesita de ti,
porque si desarrollas,
principios básicos de convivencia noviolenta:
tolerancia, respeto, amor, comprensión,
libertad, igualdad, armonía,
reflexión y sinceridad,
sabrás darte cuenta,
que no necesitas convertirte en un ser mágico,
si esa magia está en reconocerse humano,
con momentos buenos y malos,
con hábitos buenos y malos,
pero con la capacidad de actuar,
y equilibrar los momentos.
Con la capacidad de reconocer el error
y poder pedir perdón,
con la capacidad de perdonar,
con la capacidad de educar sin adoctrinar.

La paz necesita de ti,
todos los días,
es una invitación que no caduca,
es un llamado constante,
armónico y necesitado.
Es una renovación diaria,
a sumar esfuerzos,
a reconocer errores,
a soñar mundos mejores,

y hacerlos realidad.