Las pasiones son como los vientos,
que son necesarios para dar movimiento a todo,
aunque a menudo sean causa de huracanes
Bernard Le Bouvier de Fontenelle
En estos días,
por razones varias,
las pasiones
han sido más visibles.
Se han expresado sin límites.
Y me pongo a pensar en ellas,
y me encuentro que tienen
muchos usos y muchos colores.
Las pasiones
nos pueden llevar
a una vida de entrega
por el bienestar de los demás.
Las pasiones
nos pueden animar
a vivir una vida plena,
una vida sincera
una vida sencilla
y no por ello
una vida aburrida.
Las pasiones
pueden despertar en nosotros
la ilusión y el trabajo
por nuevos momentos
por nuevas ideas
por nuevos retos,
por nuevos proyectos
por nuevos desafíos.
Las pasiones
nos llevan a enamorarnos
de personas y momentos,
de ciudades, deportes,
hábitos, artes y colores.
Las pasiones...
las pasiones también,
pueden llevarnos a otros puertos.
A lugares extraños,
a sentimientos extremos,
a odios, resentimientos,
violencias, daños y desenfrenos.
Las pasiones ciegan,
y ciegos nos guían
por el camino del sometimiento,
de la ignorancia, el miedo y la barbarie.
Las pasiones,
cuando se conjugan
con el poder total,
secan el corazón, el alma
y envenenan la razón.
Son un algo complejo,
hermosas como el viento
que hace navegar al velero.
Terribles como el huracán,
que acaba todo en un momento.
Inspiradoras como los frutos
que nacen de nuestras raíces.
Mortíferas como veneno
que mata todo, lo que a su paso toca.
Allí están las pasiones,
para hacernos felices
o para mortificar nuestra vida.
Para hacernos seres humanos
o para hacernos humanos
que se mueven sin una vida.