miércoles, 27 de marzo de 2024

Un epitafio, que duele escribir (a Víctor Oleg, desde el fondo del corazón)

La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; 

un corazón que habita en dos almas

Aristóteles 


Escribo estas letras,

desde el Pinar de la Quebrada.

Desde el mágico lugar,

que nos vio crecer.

Una suerte de castillo,

cerca de la ciudad.

Rodeado de montañas,

y un camino de tierra

que recorríamos

en carros de palo

y bicicletas sin frenos.


Escribo estas letras,

en el lugar donde 

disfrutábamos las delicias

que nacían de las manos

de tu querida mamá.


Escribo estas letras,

desde el lugar

donde veíamos llegar

por las tardes a tu papá,

del cual eras brillo y oro intenso.

Escribo estas letras,

cerca de aquel árbol

al que subíamos por un tubo,

y del cual bajábamos 

a caminar sin rumbo,

conquistando lugares imaginarios,

en medio de vecinos preocupados

por los sonidos de la pólvora,

la gasolina y los juegos pirotécnicos

(grandes aliados y amigos,

de juegos de niños).


Aquel lugar donde tu perra,

te salvó de una quemadura mayor de la pierna.

En fin… recuerdos que jamás se borrarán.


Luego el tiempo hizo evidente,

lo evidente: este mundo no es para todos,

menos, para almas como la tuya,

para personas como vos.


Escribo estas letras,

confiando en que donde te encuentres,

encuentres la anhelada paz

y un espacio ideal, para ser tú,

donde habiten tu sencillez y tu eternidad.


Un abrazo eterno, mi querido amigo y hermano.


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