No dejes nada para después. Después, el café se enfría. Después, te da flojera. Después, el día se convierte en noche. Después, la gente crece. Después, la gente envejece. Después, la vida se va. Después, te arrepientes de no haber hecho algo... cuando tuviste la oportunidad
Toshikazu Kawaguchi
Ten cuidado del “después”,
porque podría convertirse
en un nunca,
en un eterno nunca.
Ese abrazo que dejamos para después,
ese perdón, esa decisión,
ese diálogo, esa reflexión,
ese empezar algo,
ese terminar algo,
ese pequeño cambio,
esa pequeña pausa,
ese hábito que necesita
empezar, para poderse formar,
no es para después,
porque una pequeña acción,
una pequeña decisión
marca el gran inicio
de un cambio,
de un hecho,
de algo que para nosotros
dejará de ser “nunca”,
porque vencimos el “después”.
Si nos llenamos de “después”,
aparcaremos la ilusión
de hacer las cosas
que dan vida al corazón,
dando paso a la tristeza
y a la melancolía de
repetir una y otra vez,
¿por qué dejamos para después
aquello que pudo hacerse a tiempo?.
Dejé para después,
un abrazo
que ya no pude dar,
porque no se puede abrazar
al cuerpo que ya no está.
Dejé para después,
un diálogo necesario,
un desahogo,
un deseo, un te amo…
y después ya no fue.
Dejé para después,
empezar ese cambio,
dar el primer paso,
romper la barrera
del “no puedo”,
del “es imposible”,
del “no estoy listo”.
Dejé para después,
perdonar y perdonarme.
Dejé para después
pensar en mi y por mi,
aprenderme a valorar,
aprenderme a amar
y respetar lo que soy,
cultivar lo que soy,
y mejorar lo que soy.
Pero siempre podemos comenzar,
en este momento,
una y otra vez,
entender que podemos comenzar,
que podemos actuar,
que podemos hacer frente,
a ese después
que ha secuestrado y secuestra,
la intención y la acción,
que marca el inicio,
el hoy, que se transformará
en un mañana, un mejor mañana
que no es fruto de un después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario