Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos
Martin Luther King
Más importante,
que aquella promesa
de morir por alguien,
necesitamos
aprender a vivir,
a convivir con ese alguien,
y con muchos otros
conocidos, desconocidos,
cercanos o lejanos.
Por momentos siento,
que han muerto,
o que duermen profundamente
valores, costumbres buenas
y hábitos vitales para la paz.
Sociedades que sufren
un efecto de campo minado,
donde no se puede caminar,
sin estar expuesto a bombas
de violencia, irrespeto,
inseguridad, desconfianza,
corrupción y caos.
Aquel sentido de dignidad humana,
es lejano y para otros: inexistente.
Preocupados por tener,
olvidamos compartir,
olvidamos al que no tiene,
olvidamos al que perdió,
olvidamos al que no tendrá.
Más allá de tener,
alimento para el cuerpo,
olvidamos compartir
ese alimento con otros.
Y ese alimento,
o ese tener,
se puede leer
desde ópticas varias:
poder, ambición, control,
ignorancia, soberbia,
envidia, creencias,
dogmas… fundamentalismos.
Esto de vivir,
esto de convivir,
comporta el ejercicio
de sumar y no restar,
de multiplicar y no dividir.
Nos necesitamos juntos,
nos necesitamos tolerantes,
nos necesitamos inclusivos,
y también respetuosos,
considerados, prudentes,
y también alegres, felices,
soñadores, esperanzados,
confiados y comprometidos…
aunque todo ello hoy,
suene a “ilusión perdida”,
o a “imposible”, “innecesario”,
“absurdo” e “irreal”…
quizá porque se está enseñando,
o sembrando, todo lo contrario.
Que la sabiduría
que acompaña al mundo
a crear tantas cosas nuevas,
le permita encontrar
y reencontrar
aquellas, que le permitan,
el sencillo arte de vivir como hermanos.
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