Ya no hay quien sepa el arte de la conversación, es decir, de la discusión. Conversar es entrar en el surco que ha trazado el otro, y proseguir en el trazo y perfección de aquel surco; diálogo es colaboración
Massimo Bontempelli
Concluímos
que es imposible dialogar,
sin haberlo intentado de verdad.
De la misma forma,
que el récord mundial de velocidad,
comentó alguna vez
que hicieron falta
cuatro años de entrenamiento,
consciente y contínuo,
para correr cien metros
en nueve segundos,
de esa misma forma
debemos prepararnos
para dialogar
si buscamos que el dialogo,
no sea un tiempo imposible…
incómodo quizá, complejo,
molesto, difícil, desafiante,
pero no imposible.
Si el diálogo,
busca la foto, el premio,
el reconocimiento externo,
en una suerte de quitarse
el problema de encima,
probablemente eso,
que llaman diálogo algunos,
dejará de serlo en un tiempo
corto o un tanto largo,
pues las condiciones que generaron
aquella conflictividad
no se han transformado.
Los diálogos imposibles,
pueden suceder y deben suceder,
y para ello se debe sembrar
y cultivar el arte de dialogar.
Espacios permanentes,
que permitan a las diversas partes:
la oportunidad de compartir,
lo que les preocupa,
su lectura de la realidad,
y el diseño de su estado de bienestar.
La conflictividad social,
no necesita más incendiarios,
o más mercenarios que viven
de la conflictividad
en sociedades profundamente divididas.
Gobernados y gobernantes,
dirigentes y dirigidos,
líderes y personas comunes y corrientes,
necesitan aprender a dialogar.
Esos diálogos imposibles,
si se convierten en cultura,
harán evidente
a quienes no quieren la paz,
a quienes viven de y para la violencia.
Esos diálogos imposibles,
si se convierten en cultura,
nos permitirán vernos como personas,
como seres humanos,
con nuestros miedos y preocupaciones,
con nuestros resentimientos y molestias,
con nuestras virtudes y fortalezas,
pero sobre todo nos hará ver
qué es posible un diálogo imposible,
porque la paz es el bien mayor,
porque es necesaria una convivencia de calidad,
y una calidad de vida digna,
para quienes hay sufrido y sufren,
y para todos aquellos,
que son parte de la comunidad.
Necesitamos sentarnos a dialogar,
mientras aprendemos a hacerlo,
y lo haremos en memoria de los que ya no están
y sobre todo, por los que estamos
y por los que estarán.
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