viernes, 24 de octubre de 2025

Diálogos imposibles (con amor, para el Ecuador)

Ya no hay quien sepa el arte de la conversación, es decir, de la discusión. Conversar es entrar en el surco que ha trazado el otro, y proseguir en el trazo y perfección de aquel surco; diálogo es colaboración

Massimo Bontempelli

Concluímos 

que es imposible dialogar,

sin haberlo intentado de verdad.


De la misma forma,

que el récord mundial de velocidad,

comentó alguna vez

que hicieron falta

cuatro años de entrenamiento,

consciente y contínuo,

para correr cien metros

en nueve segundos,

de esa misma forma

debemos prepararnos

para dialogar

si buscamos que el dialogo,

no sea un tiempo imposible…

incómodo quizá, complejo,

molesto, difícil, desafiante,

pero no imposible.


Si el diálogo,

busca la foto, el premio,

el reconocimiento externo,

en una suerte de quitarse

el problema de encima,

probablemente eso,

que llaman diálogo algunos,

dejará de serlo en un tiempo

corto o un tanto largo,

pues las condiciones que generaron

aquella conflictividad

no se han transformado.


Los diálogos imposibles,

pueden suceder y deben suceder,

y para ello se debe sembrar

y cultivar el arte de dialogar.

Espacios permanentes,

que permitan a las diversas partes:

la oportunidad de compartir,

lo que les preocupa,

su lectura de la realidad,

y el diseño de su estado de bienestar.


La conflictividad social,

no necesita más incendiarios,

o más mercenarios que viven

de la conflictividad

en sociedades profundamente divididas.


Gobernados y gobernantes,

dirigentes y dirigidos,

líderes y personas comunes y corrientes,

necesitan aprender a dialogar.


Esos diálogos imposibles,

si se convierten en cultura,

harán evidente

a quienes no quieren la paz,

a quienes viven de y para la violencia.


Esos diálogos imposibles,

si se convierten en cultura,

nos permitirán vernos como personas,

como seres humanos,

con nuestros miedos y preocupaciones,

con nuestros resentimientos y molestias,

con nuestras virtudes y fortalezas,

pero sobre todo nos hará ver

qué es posible un diálogo imposible,

porque la paz es el bien mayor,

porque es necesaria una convivencia de calidad,

y una calidad de vida digna,

para quienes hay sufrido y sufren,

y para todos aquellos,

que son parte de la comunidad.


Necesitamos sentarnos a dialogar,

mientras aprendemos a hacerlo,

y lo haremos en memoria de los que ya no están

y sobre todo, por los que estamos

y por los que estarán.




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