viernes, 21 de julio de 2017

Democracia: otra oportunidad… ¿perdida o ganada?

La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo.
Montesquieu
Un cambio de gobierno,
es siempre una oportunidad,
es renovar esperanzas,
es al menos generar expectativas.

Un cambio de gobierno,
es una oportunidad de cambio,
nunca sabes para qué:
puede ser para bien,
como puede ser para mal,
pero siempre será una oportunidad.

Lo que llamamos democracia,
tiene ese reto,
en el cambio de gobierno:
el reto de ser tal (democracia de verdad),
o en convertirse en una suerte de quimera,
en una envoltura sin contenido,
en una promesa que se incumple,
en una etiqueta que se vende,
pero que nada guarda por dentro,
solo desesperanzas y violencia.

Eso a lo que hoy llamamos democracia,
es un concepto complejo,
porque el poder se toma del pretexto
de que ha “sido elegido por el pueblo”
y que como tal,
tiene la potestad de ejercer ese mandato
independientemente de la realidad,
independientemente de los derechos humanos,
independientemente de las minorías,
de los ignorantes y de la economía.

Es más,
en esa llamada democracia,
el poder busca ser eterno,
olvidando la alternabilidad,
olvidando que es pasajero.
Crea a su alrededor,
la historia de dioses de barro,
que pontifican a los cuatro vientos,
sus teorías de la salvación,
que esconden oscuros entuertos,
de avaricia, soberbia y corrupción.

Por eso siento,
que un nuevo gobierno
es una oportunidad para la democracia.
Para fortalecerla,
o también para destruirla
o maquillarla.

Esa democracia se fortalecerá,
en la medida en que los poderes públicos
sea independientes.
En la medida en que esos poderes,
cumplan la misión de su naturaleza:
que los legisladores legislen a favor de todos,
que los legisladores fiscalicen,
cuidando el dinero público,
y no la imagen y conveniencia
del político de turno.
Que los jueces puedan juzgar,
sin ser acosados y presionados,
por un órgano que el lugar de apoyarlos,
condiciona su actuar con presiones sin par.
Que los organismos de control,
sean verdaderos jueces de cuentas,
sean fiscales verdaderos,
investigando sin temor la corrupción,
y denunciado sin pasión
al verdadero ladrón.

Que el presidente gobierne
con la libertad de su pensamiento,
con la responsabilidad de su juramento,
con la sensibilidad de su espíritu,
con la honestidad de su discurso,
sin tener que aceptar en su gobierno,
a personas que lo que buscan,
es vivir en la impunidad,
es vivir del poder,
es servirse y no servir,
es cambiar su ideología,
a la ideología del poder de turno.
Mientras eso suceda,
la oportunidad del gobierno,
será una oportunidad a la espera.

Esa democracia se fortalecerá,
con una educación independiente,
fuerte y responsable.
Con una salud humana y preparada,
con medios y recursos suficientes,
para atender el dolor de nuestra gente.

En fin,
la oportunidad está allí,
solamente hay que aprovecharla,
con sentido común,
con ética y buen hacer.
Poniendo  a los corruptos en su lugar,

y a los honestos a trabajar.

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