jueves, 8 de marzo de 2018

Chaskiwarmikuna, “las mujeres que llevamos el mensaje”


Esta claro que la forma de sanar la sociedad de la violencia y de la falta de amor es reemplazar la pirámide de dominación con el círculo de la igualdad y respeto Manitonquat

Mujeres indígenas,
que unen sus manos,
sus voces e historias,
para aprender a volar,
y llevar un mensaje de paz.

Mujeres,
que han vivido de cerca
la violencia en todas sus formas:
golpes, gritos, amenazas,
violaciones, desilusiones,
malos tratos y vejaciones.

Violencia machista,
violencia cultural,
violencia simbólica,
violencia invisible y cotidiana,
incrustada en la cultura,
en la tradición y en la vida misma,
y que por tanto,
permanece oculta
como un mal sin remedio,
como una realidad que se debe aceptar,
como algo que no se puede cambiar,
como castigo de dios,
como algo que tiene que pasar,
y que te tienes que aguantar,
por ser madre, mujer o esposa.

Casi imposible,
abrir los ojos a la realidad,
darse cuenta de la violencia,
conocerla y entenderla,
y entender que lo que te pasa,
le pasa a muchas,
a más de las que creías,
pero a la vez entender,
que puedes actuar,
que puedes cambiar,
las condiciones que hacen de la violencia,
un fenómeno arraigado
en la profundidad de una cultura violenta,
que se alimenta de la inacción,
de la ignorancia y la impotencia,
de los seres humanos en general.

Mujeres que llevan un mensaje,
su mensaje personal,
su historia de vida,
su corazón abierto de par en par,
en el cual se leen
las historias que nos tienen que contar,
y con ellas,
su aprendizaje,
la sabiduría compartida,
el saber que sus manos están juntas,
y que sus voces no le hablan al vacío,
que sus voces hablan para ellas,
que sus voces hablan para los demás,
que sus voces llegan a oídos
de quienes las violentan
o las violentaron día a día.

Mujeres que llevan un mensaje de paz,
que es a la vez doloroso,
por la historia que tienen que contar,
y a la vez,
es un mensaje de esperanza,
por que nos cuenta,
que la vida puede cambiar,
que el auto estima puede volver,
que el amor propio y el amor por el otro,
se restaura en un ambiente de paz.

Un mensaje como un grito,
como un llamado,
como una invitación a no callar,
a levantar la voz contra la violencia,
y actuar para cambiar,
las condiciones que permiten,
fomentan y alientan,
actitudes violentas,
que se siembran en las mentes
y en los corazones de las gentes,
que con el paso de la vida,
cobrar sus víctimas día a día.

Mujeres que llevan el mensaje,
y ese mensaje necesita un receptor,
unos oídos y unas manos,
que escuchen y actúen…
y por qué no,
que vuelen también
y dejen atrás un oscuro pasado
de ignorancia y violencia,
y construyan un presente,
que se transforme en un futuro de paz.

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