viernes, 22 de septiembre de 2017

El abuso de lo público

La democracia no se aprende en el Parlamento, sino en casa.
Ser demócrata no es una actitud política, es una actitud ante la vida.
Montserrat Roig

Deformado el concepto
y la práctica de la democracia,
la clase política en el poder,
-léase en cualquiera de los poderes del Estado-
adquiere unos singulares hábitos,
que se convierten en algo cotidiano.
El ciudadano sentado,
frente al televisor, el periódico o la radio,
y también ante una pantalla de teléfono o computador,
es un mero espectador
de comportamientos abusivos e inhumanos.

Porque esa clase política,
tiene en sus manos,
y es su responsabilidad
la administración de lo público:
dinero, personas, instituciones,
presente y futuro de todos.

Esa clase política tiene que saber,
y tiene que hacernos saber,
el estado de la seguridad social,
sus cuentas, sus realidades y sus tristezas,
también sus alegrías,
pero lo que no puede hacer,
es contar un cuento de fantasía.

Esa clase política en el poder,
tiene que cuidar el dinero público,
y dejar los sainetes y las pompas,
buscando darse un aire de grandeza,
cuando lo que tienen que hacer,
es trabajar con inteligencia,
con humanidad,
con responsabilidad y ética,
pensando en el elector,
en el país y en los que vienen detrás.

Esa clase política,
no puede darse el lujo de tapar,
de ocultar y proteger al corrupto,
al comprador de conciencias,
al que se lleva un dinero,
que podía invertirse en verdadera educación,
en verdadera justicia y en verdadera salud.
El dinero robado,
no es de esa clase política,
sino de todos los ciudadanos.

Hay entonces,
un abuso de lo público,
algo que puede ser todo,
menos democracia,
porque ese abuso,
esa clase política
que hace abuso de lo público,
promueve enfrentamientos internos,
tensiones de grupos y sectores,
temor, inseguridad, silencios,
retraimiento,
persecución y acoso.

El abuso de lo público,
llega a tal punto,
que se pierde la intimidad,
y las ganas de hablar.
Porque crearon policías secretas,
cuerpos de seguridad,
al servicio del poder,
y no al servicio de la seguridad ciudadana.

Si queremos democracia,
debemos recordar que ella,
es como un barco de remos,
navega con energía humana,
con el esfuerzo de nuestras manos,
con toda nuestra energía entregada
y puesta al servicio común.

Al contrario,
el abuso de lo público,
conlleva a que no haya
ni distribución ni equilibrio,
de poder y responsabilidad para remar.
Hacen y deshacen las leyes,
las instituciones y los poderes,
y luego cuentan una serie
de historias sin sentido,
en nombre de la patria,
de los próceres, de los falsos dioses,
y de todo, menos de la verdad.

Habrá abuso de lo público,
mientras lo permitan los ciudadanos,
es triste, pero creo que es verdad.


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