martes, 24 de marzo de 2020

Después del día siete

Los esencial es invisible a los ojos
El Principito. Antoine de Saint-Exupéry

Empezaba el viaje,
al mundo interior.
Un mundo
que había estado allí,
toda la vida,
pero... pocas,
o ninguna vez visitado.

Temor de conocerse,
temor de saber
lo que se encontraría allí,
lo único que estaba claro,
era que,
una vez iniciado el camino,
sería una suerte de ir y venir,
del mundo interior,
al mundo exterior,
para hacer los ajustes necesarios,
para continuar el camino,
de una manera mas consciente,
más tolerante, más humana.

Temor de salir
del mundo interior,
y descubrir que esa normalidad,
del mundo exterior,
no es tan normal,
y que la igualdad,
que los derechos humanos,
poco o nada existen,
cuando el mundo vive,
la ceguera de la idiotez.

Volver al interior,
y limpiar con delicadeza,
cada parte y cada pieza,
para que el corazón
no olvide amar y perdonar,
para que la razón,
entregue la bandera
de la verdad absoluta.
Y para que las buenas costumbres,
nos devuelvan la humanidad
y la dignidad humana.


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