martes, 31 de marzo de 2020

Después del día catorce

Pocos sospechan al percibir
la primera fisura en una pieza de porcelana,
que esa delgada línea 
basta para hacerla estallar
Nuria Barros


Es increíble la fragilidad
de la vida y de los momentos.
Parecía todo escrito en piedra,
y de pronto, todo estalla,
todo se rompe,
todo es tan frágil.

Quizá tratábamos la vida,
la propia, la conocida y la extraña,
como una pieza de porcelana:
para algunos imprescindible,
para otros hermosa, única e indescriptible.

Para otros más... algo trivial,
algo del día a día.
Para varios otros,
la vida eran números,
las estadísticas, las tendencias,
las opiniones para convencer.

La fragilidad del momento,
nos recuerda que la vida,
es algo más que unos momentos,
unos planes, unas disposiciones,
unas leyes y unas costumbres.

La vida podría ser, 
la razón de la presencia,
de todos y cada uno de nosotros.
Con diversas características
y con diversas realidades.
Para eso estamos aquí.

Lo que hagamos,
o dejemos de hacer,
hará de nosotros alfareros...

o sepultureros. 

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