Las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan solo deseos
Proverbio chino
Han pasado los días,
donde los buenos deseos,
se entregan por doquier,
en cualquier momento,
en cualquier lugar,
de boca en boca,
de abrazo en abrazo.
Por medio de mensajes,
llamadas, reuniones
y encuentros varios.
Deseos buenos,
de prosperidad,
de salud, de paz.
Deseos de bienestar,
deseos de compartir
muchos días más
con quienes se quiere,
y con quienes se ama.
Deseos formales,
deseos tradicionales,
que se dicen “de boca para afuera”.
Deseos por compromiso
deseos que se mencionan
porque así lo manda
el protocolo de la historia.
Hay otros,
especiales, internos, íntimos,
que tienen que ver
con el propio ser.
Deseos de apoyarnos,
de querernos,
de cuidarnos, de animarnos,
de no dejar de sorprendernos
con las cosas sencillas de la vida.
Deseos de no dejar de amar
lo bueno que la vida nos da.
Deseos,
de no dejar de tener deseos.
Todo ello,
está muy bien
si a los deseos,
le sumamos voluntad.
Aquel hábito que permite,
sumar acciones
para hacer de los deseos
plenas realizaciones.
Y, darse cuenta,
que con desear no basta,
que a ello hay que ponerle acción,
y que no siempre se consigue
lo que se busca,
o que a veces, tarda mucho,
incluso toda una vida.
Construir voluntades,
sumar voluntades
y poco a poco,
hacer realidad esos sueños
que llamamos deseos,
para que aprendamos
no solamente a repartirlos así,
sin pensar que, no solamente es desear,
sino, poner todo para que
tengamos una nueva realidad.
Al final,
que pueda decir,
que me deseo y te deseo,
todo lo que yo esté dispuesto
a hacer,
para que sea realidad.
y que,
si por alguna razón,
no lo logramos,
que nos quede la alegría
de haberlo intentado
con todo el corazón.
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