jueves, 27 de agosto de 2020

El olvido

Los votantes se olvidan rápidamente de lo que un hombre dice

Richard Milhous Nixon

Uno de los males sociales,

es el olvido.

Quizá porque el olvido,

es “poner tierra,

sobre lo que no queremos

recordar jamás”.

 

Quizá porque el olvido,

es como un virus,

que llega sin saberlo

y se queda a vivir

en tu cuerpo,

sobre todo, en tu mente,

en tus actos y deseos.

 

El olvido es saludable,

quizá,

si ayuda

a que la alforja emocional

no sea pesada,

y solamente cargue,

lo que debe cargar.

 

El olvido es saludable,

quizá,

si ayuda a diluir

el odio, el resentimiento

y la desazón.

 

El olvido,

deja de ser virtud

y se convierte en pecado,

cuando es cómplice perfecto

del abuso, de la manipulación,

de la corrupción y el robo.

 

El olvido es maleficio,

cuando afecta tu condición

de ser humano, de ciudadano,

que debe convivir

en un entorno social,

que es corresponsable

de lo que pasa y lo que pasará.

 

El olvido es condena,

si te ciega al evaluar,

elegir, criticar y apoyar,

a todos aquellos

que te gobiernan

y que te gobernarán.

 

Más allá de las diferencias,

naturales y normales,

que podamos tener

todos los mortales.

Más allá de esas diferencias,

y de nuestra costumbre,

de etiquetarnos siempre,

en una tendencia,

en un pensamiento,

en una forma de pensar,

el olvido no puede convertirse

en impunidad.

 

Más allá de todo ello,

me duele pensar

que el olvido nos ciegue

y nos impida recordar

todo el mal,

toda la mala fe y la manipulación,

a la que nos han sometido

las mafias politiqueras

que se rifan nuestros países

en tiempo de elecciones

y en cualquier tiempo.

 

No se trata de recordar,

para amargarnos

para sufrir y quejarnos.

La memoria histórica

es fundamental,

cuando resulta ser

en canal ideal

para evitar que reine el olvido,

y que no vayamos a las urnas,

a los mítines y a las rendiciones de cuentas

a hacerle el juego

al politiquero de turno,

al que roba y se dice pulcro,

al que mata y se dice santo,

al que estafa y se dice perseguido,

al que murmura y se dice honesto.

 

Que el olvido,

sea virtud y no pecado.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy de acuerdo. Lastimosamente las personas honestas y bien preparadas, que las hay y muchas, no se prestan para intervenir en la política pues saben que es una verdadera mafia de la cual puedes salir muy mal parado. Esto nos deja a los electores sin saber hacia dónde voltear los ojos.