jueves, 2 de enero de 2020

Retos


“No he perdido ante la dificultad de los retos, sino contra el tiempo.”
Leonardo Da Vinci

Cada nuevo amanecer,
representa un reto de vida,
representa una oportunidad,
es parte del construir día a día.

No se diga
un año nuevo,
con cientos de días
por empezar y estrenar.
Lo que no se puede,
o no se debe olvidar,
es que, a los días nuevos,
les han precedido días pasados,
que dejan una impronta,
una huella y una historia
de la que deberíamos aprender.

Lo hermoso de empezar algo,
es eso: la ilusión por el inicio,
el olor a nuevo,
la oportunidad del nuevo comienzo.
Lo complejo de construir,
sobre todo, en una sociedad,
es tener en cuenta la diversidad:
no todos tienen los mismos recursos,
las mismas oportunidades,
los medios adecuados,
en fin…
que, para construir,
el reto es pensar en todos.

Retos complejos,
porque aún están vivos
los enemigos de las libertades.
Aún están vivas,
las ganas de varios
mafiosos de la política
que intentan seguir lucrando
del poder y del dinero
de los ciudadanos.

Reto muy complejo,
el de construir una democracia
en el amplio sentido de la palabra.
Que no pasa solamente por el concepto,
pasa por llevar a la práctica
los principios de una convivencia
respetuosa, humana, generosa,
tolerante, inclusiva, educadora
y potenciadora del bien común.

Ese reto,
tiene mucho que ver
con nuestro concepto
de servicio público:
¿es servirse o servir?
¿Servirse y robar,
hasta la ilusión
y el futuro de un pueblo?
O, servir para educar,
para construir juntos,
de forma colectiva y humana,
una sociedad de la que estemos orgullosos,
una sociedad en la que confiemos,
el presente y futuro de nuestros hijos.

Hay muchos retos,
y cada día tendremos más.
Ello implica implicarse,
no cerrar los ojos,
no regalar un voto,
no repetir, hasta la saciedad,
de que, si hacen obra,
(buena o mala)
los políticos en el poder,
tienen derecho a robar,
tienen derecho a mentir
y tienen derecho a manipular.

Si abrimos los ojos,
ante nuestra propia realidad,
quizá podamos observar
una parte de la verdad.
Somos corresponsables
por lo que nos pasa,
por actuar o callar,
por dejarnos llevar
o por levantar la voz,
protestar u opinar.
Somos corresponsables,
y ese es un gran reto:
asumir parte de la responsabilidad
arrimar el hombro,
alzar la voz,
y llamar a las cosas por su nombre.

Nuestra lucha es contra el tiempo,
porque es tanta la tarea,
y pocas las manos
que se levantan y se comprometen.
Si asumimos el reto,
de nuestra corresponsabilidad,
en lo que nos pasa o nos pueda pasar,
habremos asumido parte,
una gran parte de lo que debemos hacer;
la otra es trabajar, sin olvidar:
disfrutar del fruto del trabajo,
compartiéndolo con quienes
aún no cosechan los frutos
del árbol de la vida y de sus días.

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