“No he perdido ante la dificultad de los retos, sino contra el
tiempo.”
Leonardo Da Vinci
Cada nuevo amanecer,
representa un reto de
vida,
representa una
oportunidad,
es parte del construir
día a día.
No se diga
un año nuevo,
con cientos de días
por empezar y
estrenar.
Lo que no se puede,
o no se debe olvidar,
es que, a los días
nuevos,
les han precedido días
pasados,
que dejan una
impronta,
una huella y una
historia
de la que deberíamos
aprender.
Lo hermoso de empezar
algo,
es eso: la ilusión
por el inicio,
el olor a nuevo,
la oportunidad del nuevo
comienzo.
Lo complejo de
construir,
sobre todo, en una
sociedad,
es tener en cuenta la
diversidad:
no todos tienen los
mismos recursos,
las mismas
oportunidades,
los medios adecuados,
en fin…
que, para construir,
el reto es pensar en
todos.
Retos complejos,
porque aún están
vivos
los enemigos de las
libertades.
Aún están vivas,
las ganas de varios
mafiosos de la política
que intentan seguir
lucrando
del poder y del
dinero
de los ciudadanos.
Reto muy complejo,
el de construir una democracia
en el amplio sentido
de la palabra.
Que no pasa solamente
por el concepto,
pasa por llevar a la
práctica
los principios de una
convivencia
respetuosa, humana,
generosa,
tolerante, inclusiva,
educadora
y potenciadora del
bien común.
Ese reto,
tiene mucho que ver
con nuestro concepto
de servicio público:
¿es servirse o
servir?
¿Servirse y robar,
hasta la ilusión
y el futuro de un
pueblo?
O, servir para
educar,
para construir
juntos,
de forma colectiva y
humana,
una sociedad de la
que estemos orgullosos,
una sociedad en la
que confiemos,
el presente y futuro
de nuestros hijos.
Hay muchos retos,
y cada día tendremos
más.
Ello implica
implicarse,
no cerrar los ojos,
no regalar un voto,
no repetir, hasta la
saciedad,
de que, si hacen
obra,
(buena o mala)
los políticos en el
poder,
tienen derecho a
robar,
tienen derecho a
mentir
y tienen derecho a
manipular.
Si abrimos los ojos,
ante nuestra propia realidad,
quizá podamos
observar
una parte de la
verdad.
Somos corresponsables
por lo que nos pasa,
por actuar o callar,
por dejarnos llevar
o por levantar la
voz,
protestar u opinar.
Somos corresponsables,
y ese es un gran reto:
asumir parte de la
responsabilidad
arrimar el hombro,
alzar la voz,
y llamar a las cosas
por su nombre.
Nuestra lucha es
contra el tiempo,
porque es tanta la
tarea,
y pocas las manos
que se levantan y se comprometen.
Si asumimos el reto,
de nuestra
corresponsabilidad,
en lo que nos pasa o
nos pueda pasar,
habremos asumido
parte,
una gran parte de lo
que debemos hacer;
la otra es trabajar,
sin olvidar:
disfrutar del fruto
del trabajo,
compartiéndolo con
quienes
aún no cosechan los
frutos
del árbol de la vida
y de sus días.
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