jueves, 30 de enero de 2020

Confianza

La confianza ha de darnos paz. 
No basta la buena fe, es preciso mostrarla, 
porque los hombres siempre  ven y pocas veces piensan
Simón Bolívar  

Hago una corta y simple 
revisión de las noticias,
donde se comentan y comparten
el estado y la gestión
de varios espacios de poder,
del poder público,
del poder que se financia
con impuestos y aportes
de todos los ciudadanos.

Una gran parte de la estructura
que sostiene el estado,
está corrompida,
y la otra, casi sin capacidad
porque no tiene fondos,
porque no sabe a donde ir,
porque le da igual a donde vaya,
siempre que a final de mes
haya dinero para la paga.

Miras eso,
los índices de inseguridad,
la violencia estructural,
la violencia cultural,
el robo a manos llenas
de los fondos de la seguridad social,
el descalabro de la educación pública,
el desastre de la legislatura,
y declaramos que es un año preelectoral,
y los mismos de siempre
empiezan a cabildear
a pagar encuestas,
a reescribir el viejo,
desgastado, diabólico
y efectivo discurso populista
de que esta ves sí,
es por el pueblo, del pueblo y para el pueblo.

Parece una broma pesada,
pero no lo es.
Parece que es una inocentada,
pero es la verdad:
la misma clase política,
saltarina, acomodaticia,
carente de moral,
da muestras, una vez más,
de querer seguir lactando del poder,
de los dineros ajenos,
y de los dioses de barro,
que alimentan sus cuentas del banco,
con dinero mal habido,
con dinero de las mafias,
con dinero robado
y con ilusiones compradas.

Seguramente no son todos,
los ladrones, mentirosos y desgraciados,
pero sin son hartos,
y se aprovechan de la ignorancia
de un electorado
que continua aletargado
y a la espera de un ofrecimiento
que les de trabajo sin esfuerzo,
dinero sin trabajo,
y futuro sin presente.

Desconfianza total,
en los mismos de siempre.
Pedimos nueva gente,
nuevas propuestas,
nuevas ideas,
nuevas rutas, nuevas formas,
de decir y hacer política,
y ese pedido,
tiene que acompañarse de confianza.

Y no confiar, por confiar,
porque son caras nuevas,
o porque son jóvenes o viejos.
Primero confianza,
en los nuevos que llegan
porque son honestos y honrados.
Confianza, porque son
y se comportan diferente.
Confianza,
porque el discurso debe soportarse
en unos valores
y en unas ideas
donde la humanidad y su bienestar
son el fin último.

Confianza en quien usa la política,
como una herramienta de servicio,
de servicio público.
Y no en una plataforma
para vender su imagen política
y aprovecharse de la ingenuidad
de un electorado que no piensa,
que solamente responde
a estímulos, de una campaña electoral.

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