jueves, 9 de enero de 2020

Coherencia


“La felicidad consiste en poner de acuerdo tus pensamientos,
 tus palabras y tus hechos”
Gandhi

Es fundamental,
en el ejercicio
de fortalecer la democracia,
aportarle, sin medida,
la mayor cantidad de herramientas
y de apoyos
para que sea en verdad
lo que queremos que sea: democracia;
y no una suerte de letrero
que se cuelga en la puerta de entrada
de cualquier gobierno
fundamentalista, populista,
corrupto, autoritario,
demagogo y mentiroso.

Una de esas herramientas,
creo yo,
es la coherencia.
Es decir,
el delicado arte,
de hilvanar el pensamiento,
la palabra y la acción.

“Algo lógico”,
dirán unos.
“Sentido común”,
dirán otros,
el problema,
(lo pienso en silencio)
es que no es fácil,
no es sencillo,
porque requiere
educación, disciplina
y una práctica diaria.

Coherencia en la propia vida,
en cómo dices, crees y opinas
sobre cómo las deberían ser personas,
y cómo eres y son, en realidad.

Coherencia en la convivencia,
al entender,
que no vives solo
y que debes aprender a convivir
con diversidad de creencias,
pensamientos,
formas y estilos de vida,
que no atentan la dignidad
ni los derechos humanos.
Coherencia para entenderlos,
coherencia para dialogar,
coherencia para respetar,
coherencia para oponerse,
coherencia para hacer,
una propuesta diferente.

Coherencia
en el ejercicio de la ciudadanía.
No podemos quejarnos
de los malos gobiernos,
si somos nosotros,
con nuestro voto
y nuestro silencio,
los que permitimos
que nos desgobiernen
aquellos que solamente piensan
en su bolsillo y en su fama pasajera,
mientras se gastan
el dinero, el tiempo y la esperanza
de todo el electorado.

Coherencia
en el ejercicio
del servicio público.
Los que administran
el dinero, la salud,
la educación y la organización
de todo un estado,
no pueden creerse o asumir
que uno es el discurso
y otra la acción.
Si se dice que se combate
frontalmente la corrupción,
no pueden existir
corruptos comprobados y consumados
en cualquier institución
de servicio a la nación.

Coherencia
en el respeto
de instituciones tan sensibles
como la seguridad social.
El dinero y las decisiones,
no son de los administradores.
El dinero es de todos,
y las decisiones
se deberán tomar,
en función del beneficio popular
y de todos los aportantes.

Coherencia
al momento de gobernar.
Hay que educar para trabajar,
para respetar, para ser solidarios,
para construir un proyecto común.
Si en los gobiernos,
cada uno hace,
lo que le da la gana.
No esperemos una ciudadanía,
que actúe y piense
con coherencia y sentido común.

Otro de los valores perdidos,
otra de las artes olvidadas,
o quizá guardada o adormitada,
que debemos despertar,
cultivar y hacer crecer,
para construir democracia,
estado de derecho y de legalidad.

Sin coherencia,
los cantos de sirena son,
y seguirán siendo,
la más atractiva forma
de engañar a una sociedad,
que incoherente observa,
como lanzan su futuro,
al más oscuro de los precipicios.

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