jueves, 27 de agosto de 2015

28 de agosto

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"
Martin Luther King
28 de agosto de 1963

Veintiocho de agosto,
de mil novecientos sesenta y tres,
ante doscientas mil personas,
Martin Luther King
pronuncia su discurso: “Tengo un sueño”,
que enarbola la bandera de la noviolencia.

Un discurso pronunciado,
en un momento crítico y complejo,
un momento histórico,
en el que los derechos civiles de los negros,
eran desconocidos por el poder en el poder.

Martin Luther King,
inicia una lucha interna,
dentro del movimiento de los derechos civiles,
porque ante la violencia contra los negros,
se pedía responder con violencia.
El, se mantuvo firme,
y definió su estrategia,
desde la óptica de la noviolencia,
desde el llamado interno
a no responder de la forma
que espera el enemigo,
de la forma que quieren que respondas,
para acrecentar los niveles de represión,
para incrementar las sanciones,
para matar en nombre de la ley y el orden.

En un momento tan complejo,
Luther King nos decía que aun cree,
que aún sueña en la igualdad de las personas.
Que sueña en un país,
donde el poder escuche a sus ciudadanos,
a las minorías.
Que cree en un país,
que reconoce la diversidad,
y educa en ella.
Que hay esperanza,
siempre que hayan personas pensantes,
que la violencia solamente trae más violencia,
y que el camino de la paz,
debe construirse con noviolencia.

No podemos callar los descontentos,
no debemos callarlos,
debemos sentirnos libres,
de pensar y decir lo que pensamos,
siempre que en ese decir
no hagamos daño ni dañemos el honor de nadie.

Debemos manifestarnos
contra los abusos del poder,
contra las injusticias
y contra los despropósitos de cualquier situación,
que atente contra los derechos humanos.
El detalles está,
en que esa manifestación,
no puede ser del mismo estilo
de la injusticia, es decir: violenta.

Nuestra forma de manifestar,
de protestar, de exigir cambios,
es a través de la noviolencia,
que se traduce en asumir nuestro rol
de ciudadanos libres,
comprometidos con el bien común,
con el respeto a la persona humana.

Nuestra forma de manifestar,
siguiendo el ejemplo del veintiocho de agosto,
no puede ser igual al del poder en el poder,
que usa la violencia y la ignorancia
como armas para someter y desorientar.

Nuestra forma de manifestar,
debe ser fundamentada, preparada,
transparente y clara,
pero firme a la vez,
tan firme,
que provoque la reflexión de todos,
que permita que la venda caiga de los ojos,
que ponga los elementos de discusión
en la mesa para que los miren otros,
para que la opinión sea auténtica,
y no la copia de un guión sin “ton ni son”.

Nuestra forma de manifestar,
debe ser, a través del ejemplo y la educación:
si queremos un país diferente,
una sociedad justa y un futuro para todos,
no podemos repetir y volver a hacer,
lo que han hecho los otros,

los que siempre han estado en el poder.

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