jueves, 17 de mayo de 2012

Y llegó la muerte... a Carlos Fuentes


La muerte espera al más valiente, al más rico, al más bello. Pero los iguala al más cobarde, al más pobre, al más feo, no en el simple hecho de morir, ni siquiera en la conciencia de la muerte, sino en la ignorancia de la muerte. Sabemos que un día vendrá, pero nunca sabemos lo que es.
Fue hace casi tres semanas,
que tuve el privilegio y el honor,
de conocer y escuchar de manera personal
la fuerza y la voz,
de este gran escritor,
hijo predilecto
de aquel México querido,
un hombre sin fronteras,
un escritor sin barreras,
un crítico a viva voz,
un verdadero librepensador.

Y es que Carlos Fuentes,
abanderó la voz
de una palabra que nunca calló,
cuando tuvo que denunciar,
las aberraciones del poder,
la corrupción y la descomposición social.

Carlos Fuentes,
fue el representante de la crítica,
de aquella que intenta despertar,
sacar del letargo
a una sociedad dormida,
anestesiada por la propaganda
y el discurso de un poder
que engaña,
que hace creer que todo bien,
cuando la verdad es
que hay tal podredumbre en el poder,
que todo lo que toca daña.

Carlos Fuentes,
el narrador, el novelista,
el escritor,
aquel que supo siempre,
decir las cosas por su nombre,
aquel que sintió en carne propia el dolor,
la impotencia de no poder hacer nada mas
que denunciar al poder
en su abuso interminable.

Ese es un ejemplo de vida,
de obra y de amor por la verdad,
de renunciar a la actitud cómoda
de someterse al poder,
de hacerle la venia,
de jugar con él,
con los que llegan,
con los que se estrenan,
con los que disfrutan y lucran
de poder sin final.
Y es que ese ejemplo,
es digno de resaltar,
ahora que el maestro,
ha dejado la tierra,
ha dejado el hogar.
Volver a leer su obra,
meditar sus enseñanzas,
analizar su pensamiento,
pero sobre todo,
seguir aquel ejemplo,
de hacer crítica sana,
crítica constructiva,
crítica para ayudar,
para mejorar la calidad de vida.

La voz de Carlos Fuentes,
nos diría que nada hacemos,
sentados en nuestros puestos,
que debemos siempre
estar activos y dispuestos
a luchar por esa verdad
que al final nos hará libres.
Libres de nuestros propios prejuicios,
de nuestros propios miedos,
de nuestra propia inacción,
de nuestra propia inercia,
de aquella que nos frena
a pensar y actuar
cuando deberíamos hacerlo.
Libres para discurrir,
para analizar la información,
para cuestionar,
para proponer,
para aceptar o negar,
lo que el poder propone,
lo que el poder dispone.

Llegó la muerte,
a Carlos Fuentes,
y como él decía,
te llega cuando menos la esperas,
cuando ni te lo imaginas,
y por ello habrá que esperarla siempre,
haciendo del día,
el mejor y el último,
diciendo en el día,
lo que te dicta el corazón,
educando ese día,
con el ejemplo y la razón,
viviendo ese día,
como el primero y el último,
como si de ese día dependería,
el futuro de los que amamos.

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