viernes, 25 de mayo de 2012

Muerte en las calles y en las vías



La irresponsabilidad , es  sinónimo
de ausencia de sentido ciudadano y humano

Lágrimas,
gritos de desesperación,
gritos de dolor,
sentimientos de impotencia,
ante la muerte que llega,
en las calles y vías.

Conductores suicidas,
que juegan con las vidas,
de ciudadanos que confían,
en el llamado profesional del volante,
pero que encuentran solo,
irresponsabilidad, ignorancia
y ausencia total de seriedad,
ante una realidad lacerante,
una realidad dolorosa:
conductores que juegan,
que arriesgan la vida,
y el futuro de los ciudadanos.

Accidentes de tránsito,
que producen la muerte,
de cientos de ciudadanos,
¿las causas?: vehículos inseguros,
dañados y maltratados,
conductores irresponsables,
que desconocen las señales
que desordenan, que desorganizan
el tránsito de las calles.
Conductores que están siempre,
compitiendo por un pasajero más,
por ganar a otro ese espacio.
Conductores que no respetan,
al anciano y a estudiante,
que prefieren dejarlos a un lado,
porque pagan menos
que cualquier ciudadano.
Conductores que manejan
en completo estado de ebriedad,
y que poco les importa
su propia familia,
peor aún otras familias,
otras personas,
lo importante, según ellos,
es hacer el trabajo,
o la diversión,
no importa cómo se haga.

Se suma a esta realidad compleja,
el poco control de horarios de manejo,
porque los conductores contratados,
trabajan si descanso,
sin seguridad social,
sin tranquilidad en el laboral.
El dueño de la unidad,
el dueño del vehículo
que da un servicio público,
solo quiere el dinero,
de su negocio privado,
no importa la seguridad,
la salud y la vida
de las personas,
incluida la de esa persona
que trabaja para él.

La muerte en las calles,
en las vías del país,
es un asunto de todos los días.
Los conductores suicidas,
están a la orden del día,
y también de la noche,
donde compiten
como si fuera una película,
olvidándose que es una realidad,
y que en esa realidad,
la gente muere
por la imprudencia e irresponsabilidad
de este tipo de personas.

La muerte llega a las calles,
llega a las vias,
a pesar de que se han cambiado las leyes,
 y los nombres de las instituciones,
pero no se han cambiado las mentes
y tampoco los corazones
de los conductores
que aun creen
o siguen creyendo
que son los reyes
de las vias y las calles,
y que pueden,
y de hecho hacen,
lo que les da la gana,
pasar el semáforo en rojo,
rebasar en curva
o en lugares no permitidos,
estacionarse en cualquier lugar,
en media via,
o donde sea,
invadir una via,
exceder la velocidad permitida,
irrespetar al pasajero,
irrespetar al peatón,
irrespetar a la autoridad,
porque es tamaña su irresponsabilidad
que ocupa todo su espacio cerebral,
lo que les impide pensar, analizar
y concluir, que lo que hacen
es un acto inhumano,
un hecho reprochable,
una falta de respeto.

¿Cuántas personas más,
deberán morir,
para que hagamos algo?,
¿Cuánto irrespeto
estamos dispuestos a aguantar?
¿Estamos dispuestos
a cambiar esta realidad,
o nos convertimos de a poco
en conductores suicidas?
¿Cuánta muerte habrá que esperar
en las calles y en las vías,
para cambiar esta realidad?

Lo positivo: la respuesta depende de nosotros.
Lo negativo: la respuesta depende de nosotros.

Somos actores de un cambio positivo,
o espectadores de un mundo en el olvido.

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