lunes, 7 de mayo de 2012

El rumor


Dice el refrán popular: pueblo chico, infierno grande. Ese infierno es fruto del rumor. La ciudad y la sociedad han sufrido el daño del rumor, de la especulación no confirmada que se lanza al viento, al aire, al oído de las personas y que buscan hacer verdad una mentira o una información poco o nada objetiva.
El rumor al no ser información contrastada de difunde de manera encubierta. Antes por cartas y fotocopias, hoy por internet, por correo electrónico por espacios en la web donde el honor de las personas y las instituciones valen poco.
El rumor encuentra tierra fértil en la ignorancia, en el oído y en la boca del ignorante. Que cree en el rumor, que lo difunde, que lo aumenta, que lo asume como bandera de lucha y reclamo. Esa ignorancia carece de ética porque irrespeta el honor y la dignidad.
El rumor desconoce la frontalidad y la justicia como camino. El rumor actúa en la clandestinidad, se oculta, engaña sobre su personalidad, sobre su fortaleza, sobre su verdadera intensión.
El rumor triunfa cuando su mentira, repetida mil veces, se transforma en verdad para el ignorante. El rumor pierde, cuando la ética le hace frente, cuando la mentira no tiene oídos, cuando el rumor es desechado, rechazado y puesto en su sitio: el cesto de la basura.
El pueblo deja de ser infierno, si el rumor descansa en el basurero. Y, si la verdad nace en el corazón y se transmite como alimento fresco.

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