El valiente no es el que no siente miedo, sino el que a pesar de tenerlo actúa
Anónimo
En este caminar por la vida,
suceden muchas cosas,
se viven diversas situaciones,
se conocen todo tipo de personas.
Hay que ir aprendido,
a tomar decisiones,
a convivir,
a llorar y a reír.
Aprender a amar
y también aprender a olvidar.
En ese caminar por la vida,
llega un momento en el camino
que debemos elegir
cuál de las rutas deberemos seguir.
Entonces aparecen los miedos,
que permanecen ocultos
en nuestros pensamientos.
Miedo a fallar,
a tomar la decisión menos adecuada.
Miedo al qué dirán,
miedo a quedar mal.
En ese caminar por la vida,
sentimos amor,
sentimos temor,
sentimos pasión,
sentimos animadversión.
¿Estará bien,
¿Estará mal?
¡qué miedo pensar!
¡miedo a que me pueda equivocar!
Miedo a querer mucho,
miedo a querer menos.
Miedo a estar solos,
miedo a vivir juntos.
En fin,
los miedos son,
una especie de compañía
de esto que llamamos vida.
Creo que (esos miedos) serán fuertes,
en la medida que los llamemos,
que los alimentemos,
que les demos cada vez
mas de nuestra vida.
Por otro lado,
es bueno que estén,
si su existencia nos permite,
combinarla con la prudencia.
Entonces siento
que nuestro camino
tiene sentido,
si con esa fórmula
evitamos hacernos daño
y hacer daño
a los que amamos,
al momento de elegir el camino,
al entendernos,
al comprendernos
y al actuar en la vida.
Y, si fallamos,
que el miedo no impida levantarnos.
Y, si fallamos,
que el miedo no impida seguir queriéndonos,
y animándonos a intentarlo de nuevo.
Yo y mis miedos,
tenemos días alegres
y otros un tanto complejos.
A ratos los domino,
otros pierdo la batalla.
Trato de aprender día a día
a convivir con ellos,
en una suerte
de alquimia de sabores:
dulces y amargos.
He aprendido que,
a pesar de su existencia,
debo seguir el camino.
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