jueves, 5 de agosto de 2021

Ya no somos (o no deberíamos ser)


Después de ciertas experiencias deberíamos cambiar de nombre, 

puesto que ya no somos el mismo

Emil Cioran


Creo que, -al vivir-

con el paso del tiempo,

con el paso de los días,

dejamos de ser lo que éramos

y nos convertimos en otro,

en otros, en muchos,

en diferentes…

ojalá: en mejores.


Sin saberlo

nos enfrentamos a hechos

y a situaciones

que nos cambian por completo,

que nos llevan a mundos

lejanos, complejos, hermosos,

tristes, queridos u odiados.

En fin,

las situaciones y los momentos

que nos marcan,

y nos cambian

son de muchos colores,

tonalidades y sabores.


Ya no somos lo que éramos,

porque el corazón se tiñe

de todas esas experiencias.


Ojalá no seamos,

para vivir en amargura,

en resentimiento,

en un constante cuestionamiento

de por qué no se hizo

tal o cual cosa,

o por qué se la hizo,

o por qué a mi,

por qué no fui

y tampoco soy,

como aquel que veo

que es feliz.


Ojalá no seamos

los que miden su vida,

con la medida de otras vidas,

porque el resultado,

casi siempre es desolador.


Ya no somos,

no podemos ser lo que éramos,

y en ese ejercicio,

el reto mayor, sea quizá ser:

ese ejercicio diario

de conocernos,

de aprender de nosotros,

y de llevarnos de la mano,

a dónde queremos estar,

sin la necesidad mortal,

de cumplir con ello

el querer ser lo que otros

quieren que seamos,

o el querer ser como otros,

que los creemos felices,

realizados y completos.


Ya no somos,

y en ese ya no ser,

podríamos detener el caminar,

porque las fuerzas no dan,

porque el ánimo agoniza,

porque el deseo murió,

porque la esperanza

se fue a otro lado.

Podríamos detener la marcha,

apagar el motor o apagar la vida.


Ya no somos,

porque ese cuerpo y ese espíritu,

se transforman,

se funden en formas distintas,

y necesitan alimento,

atención, amor y deseo. 

Ya no somos,

ojalá para bien,

no de otros, 

si no, de nosotros mismos.


1 comentario:

Zoila Isabel loyola Román dijo...

¡Excelente!
Ya no somos lo que éramos,
porque el corazón se tiñe
de todas esas experiencias.