jueves, 29 de julio de 2021

La facultad del delito

Suele decirse que nadie conoce realmente cómo es una nación hasta haber estado en una de sus cárceles.

Una nación no debe juzgarse por como trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por como trata a los que tienen poco o nada.

Nelson Mandela

Es una triste realidad,

siempre lo fue,

siempre ha sido así

y ya no nos asombra.

Quizá cuando hay más muertes

dlas que suelen producirse,

cuando se transforma en una noticia

nacional e internacional,

lviolencia en los sistemas carcelarios

pone de manifiesto

que dentro de nuestras cárceles

hay todo menos rehabilitación.

 

De nada sirve,

una reforma penitenciaria,

que en el papel disponga

unas normas de difícil ejecutoria.

Podemos buscar nombres especiales

para llamar a los presos,

pero mientras ellos

sigan siendo carne de cañón,

producto de la corrupción,

eresultado del fracaso

duna política de estado

que jamás ha entendido

cómo manejar a un detenido,

todo lo que se haga,

nservirá para nada,

porque el hacinamiento sigue,

las mafias controlan las cárceles,

a los carceleros, y en algunos casos,

a las autoridades y a algunos judiciales.

 

La cárcel es entonces

Elugar donde encerramos

a nuestros males.

Allí están

culpablee inocentes.

ladrones que han robado millones

y ladrones que han robado

para dar de comer a sus más cercanos.

 

En las cárceles,

encuentras todos los vicios,

todas las drogas

todas las armas

y todas las mafias posibles.

La ley que prima,

ela ley de la selva.

allí todo vale

y todo cuesta

uojo de la cara.

 

Nos hemos encargado

dpensar solamente en las penas,

elos castigos,

eun sistema punitivo,

que esté listo

incluso para matar al delincuente,

ecaso de que sea necesario.

 

Es verdad,

ldelincuencia

y el delito provocan

daños irreparables

y hay que buscar la forma

y las formas de sancionar.

Pero es verdad también,

que los delincuentes

deben contar con la oportunidad

dpoderse rehabilitar.

 

Hay casos y casos,

algunos muy complejos y delicados.

No hay una norma común,

sdebe analizar con responsabilidad

emodelo de sistema carcelario

que debe tener una sociedad.

 

Lo que veo 

eque nuestra realidad

ela triste realidad de la mentira,

daquellos que prometieron

lque era, y en realidad,

era otra cosa,

todo menos centros de rehabilitación.

 

Ni son todos los que están,

nestán todos los que son,

pero los que tengan que pasar

por el sistema de rehabilitación,

que tengan la oportunidad de cambiar,

drecuperar su dignidad,

samor propio y se den cuenta

del mal causado

y de la forma de encausar

nuevamente su obrar.

 

Hay que pensar en ellos,

elos hombres, en las mujeres,

elos jóvenes presos,

nlos podemos matricular

euna facultad de delito.

¿Cuán dispuestos estamos al cambio?.

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