El deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas… Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar barreras raciales
Nelson Mandela
Celebramos un triunfo,
un triunfo especial.
El triunfo de un compatriota,
que triunfa por voluntad propia,
a la que se suma, por supuesto,
el apoyo de su familia,
la ilusión por hacer de la vida,
una razón que valga la pena.
Al igual que ese campeón,
que ese deportista de élite,
hay otros,
más o menos visibles,
dependiendo de los gustos,
por las disciplinas deportivas.
Todos en común,
comparten un mismo denominador:
no son el resultado
de una política de Estado,
que tenga al deporte
como una práctica de salud
física y mental.
Ninguno de ellos,
son parte de un esfuerzo estatal,
que busque implementar
las practicas deportivas,
amateurs o profesionales,
en todos los estratos sociales.
Hemos reducido al deporte,
a dos o tres disciplinas,
de fin de semana,
o de algunas horas semanales.
En el caso de las instituciones de educación.
la actividad deportiva
es un relleno, algo que sirve,
para completar unas horas de clase.
Y la inversión,
privada o pública,
solamente se da,
cuando es un deporte “de masas”,
que sirve como distractor social,
y plataforma comercial.
Parte de la transformación
de nuestro mundo
y de nuestra realidad,
es fomentar hábitos para la paz.
Uno de ellos es, sin duda,
la oportunidad de contar
con programas, políticas púbicas,
apoyos e incentivos,
para la práctica
de diversas disciplinas deportivas.
En un primer momento,
como un elemento
que apoye la salud física y mental.
y también,
cuando sea el caso,
como el espacio ideal,
que apoya la vida y la carrera deportiva
de los deportistas a nivel profesional.
Que no seamos,
una sociedad que se alegra,
de vez en cuando,
con un titular que anuncia
el triunfo de un atleta nacional,
cuando ese triunfo,
no sea el resultado de un todo,
de un proyecto de país,
de un proyecto de nuestra sociedad.
Necesitamos del deporte como alimento,
como amalgama, como desfogue,
como complemento, como ejercicio,
como prueba, como inicio, como final.
Como dijo el poeta (Borges),
yo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara,
quizá así, agrego yo, jugaríamos siempre,
y cada vez con más ganas.
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