La ética es saber la diferencia entre lo que tienes derecho de hacer
y lo que es correcto hacer
Potter Stewart
La realidad de nuestro mundo,
no cambiará por la suma de deseos,
o anhelos que expresemos todos los días.
A los deseos y anhelos,
hay que añadir, obligatoriamente,
una serie de hábitos y acciones,
que se sumen a otros
y que a su vez, produzcan,
un efecto de cambio.
En ese ejercicio de vida,
te darás cuenta
que ese cambio,
ha significado también
cambiar tú por dentro,
y hacer de tu corazón,
un lugar adecuado para vivir.
Esa construcción de la realidad,
-se supone- que debería hacerse
sobre la base de elementales valores
de convivencia humana.
Elementales valores
cómo la ética por ejemplo,
tan venida a menos,
tan olvidada,
tan vilipendiada,
expresamente arrinconada
en una esquina de la historia,
pues con ello la conciencia
de los desgraciados,
actúa tranquila en sus componendas,
sin tener el reclamo de la ética
ante sus fechorías.
Es curioso darse cuenta,
que con la ausencia de la ética
en la mayoría de acciones
e interacciones humanas,
asumimos el rol de víctimas
de quienes se han tomado
el poder por asalto.
La ausencia de la ética,
ha transformado a la democracia,
en un telón que esconde
los peores ejemplos de fascismo,
autoritarismo, tiranía y mafia política.
La ausencia de la ética,
ha permitido a los politiqueros,
robar a manos llenas,
construir una historia
sobre la base de mentiras
y gobernar impunemente
a un electorado ignorante
y carente de análisis,
y ajeno al saber y a lo que se debe hacer.
Políticos en ejercicio enjuiciados,
funcionarios de alto rango encarcelados,
mandatarios y exmandatarios enjuiciados
y también sentenciados.
Cientos de juicios e investigaciones por robos,
por peculados y por abusos de todo tipo.
Sin ética,
no es posible tener una brújula
un argumento para hacer frente al mal.
Sin ética,
una parte de la prensa
ensucia sus manos
en el estiércol de la politiquería barata.
Sin ética,
una parte de la ciudadanía juzga,
ataca, acosa y denigra,
amparada en la complejidad
de las redes sociales.
Hay que cambiar el mundo,
pero antes,
debemos saber cómo es el nuestro,
y aprender a aprender
lo que por derecho nos cabe
y lo que por sentido común es correcto.
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