jueves, 19 de agosto de 2021

Convivir, aprendizaje sin fin

 

Tal vez temía que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la más terrible de todas: la convivencia

"La casa de los espíritus" 

Isabel Allende


Esto de convivir

tiene sus matices.

No solamente es estar

al mismo tiempo,

en un determinado lugar,

con una o más personas

Es hacer, que ese tiempo,

sea de calidad. 


Esto de convivir,

lo que no resiste

son las percepciones,

sin el mínimo ejercicio

de confirmación

o de información.


Damos por sentado

que las cosas son

como las vemos

como las creemos

como nos las imaginamos.

Y en ese imaginario

construimos,

calificamos, desarrollamos

y le damos forma

a esto que llamamos convivencia.

Muchas veces olvidando

lo que los otros piensan,

creen o sienten,

en relación al convivir.


Convivimos en un universo,

en el que muchos creen,

que son los únicos seres,

“racionales”, por decirlo menos.


Creemos convivir,

pero es un mundo,

cada vez más absurdo,

mezquino, enfermo,

injusto y mecanizado. 

Importa el qué dirán,

antes que el qué debo

y cómo debo decirlo

y hacerlo, para ser feliz.

Importa el fin,

y los medios para lograrlo.

Importa el tener,

sin ser feliz.

Importa la sonrisa fingida

antes que la verdad,

llorosa o sonriente,

pero verdad al final.

Importa el actuar

de acuerdo a la tendencia actual,

antes que el actuar 

de acuerdo a unas convicciones

sostenidas en unos valores universales 

de libertad, igualdad y humanidad. 


Y así la convivencia,

resulta más compleja,

en ciudades, poblaciones,

barrios o pequeñas agrupaciones.

En clubes, organizaciones

y también en asociaciones.

Parecería que cada cual

quiere hacer, pensar y actuar,

sin que importe lo que hagan,

piensen o actúen los demás.


La convivencia,

es un aprendizaje 

que no tiene fin.

que está allí, 

en lo más intimo de tu ser.

Parte del aprender a convivir

con tu propio corazón,

con tu propia condición

con tu propia razón.

Y avanzas con el ejercicio

de aprender a convivir

con alguien más.

Tan diferentes  

como una cerradura y una llave,

que solas hacen poco,

pero juntas… abren todas las puertas

de par en par.


Aprender a convivir

con otros, diferentes,

desconocidos, olvidados,

lejanos o cercanos.

Otros, que deben ser nosotros,

allí el reto.


Que la vida no termine,

sabiéndonos ajenos

a poder convivir,

primero con los que amamos

y luego con todos los seres humanos.

Si asumimos el hecho

de que no tenemos la verdad absoluta,

podríamos empezar a entender,

que esta convivencia,

tiene más de supervivencia,

que de vida misma.


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