Tal vez temía que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la más terrible de todas: la convivencia
"La casa de los espíritus"
Isabel Allende
Esto de convivir
tiene sus matices.
No solamente es estar
al mismo tiempo,
en un determinado lugar,
con una o más personas
Es hacer, que ese tiempo,
sea de calidad.
Esto de convivir,
lo que no resiste
son las percepciones,
sin el mínimo ejercicio
de confirmación
o de información.
Damos por sentado
que las cosas son
como las vemos
como las creemos
como nos las imaginamos.
Y en ese imaginario
construimos,
calificamos, desarrollamos
y le damos forma
a esto que llamamos convivencia.
Muchas veces olvidando
lo que los otros piensan,
creen o sienten,
en relación al convivir.
Convivimos en un universo,
en el que muchos creen,
que son los únicos seres,
“racionales”, por decirlo menos.
Creemos convivir,
pero es un mundo,
cada vez más absurdo,
mezquino, enfermo,
injusto y mecanizado.
Importa el qué dirán,
antes que el qué debo
y cómo debo decirlo
y hacerlo, para ser feliz.
Importa el fin,
y los medios para lograrlo.
Importa el tener,
sin ser feliz.
Importa la sonrisa fingida
antes que la verdad,
llorosa o sonriente,
pero verdad al final.
Importa el actuar
de acuerdo a la tendencia actual,
antes que el actuar
de acuerdo a unas convicciones
sostenidas en unos valores universales
de libertad, igualdad y humanidad.
Y así la convivencia,
resulta más compleja,
en ciudades, poblaciones,
barrios o pequeñas agrupaciones.
En clubes, organizaciones
y también en asociaciones.
Parecería que cada cual
quiere hacer, pensar y actuar,
sin que importe lo que hagan,
piensen o actúen los demás.
La convivencia,
es un aprendizaje
que no tiene fin.
que está allí,
en lo más intimo de tu ser.
Parte del aprender a convivir
con tu propio corazón,
con tu propia condición
con tu propia razón.
Y avanzas con el ejercicio
de aprender a convivir
con alguien más.
Tan diferentes
como una cerradura y una llave,
que solas hacen poco,
pero juntas… abren todas las puertas
de par en par.
Aprender a convivir
con otros, diferentes,
desconocidos, olvidados,
lejanos o cercanos.
Otros, que deben ser nosotros,
allí el reto.
Que la vida no termine,
sabiéndonos ajenos
a poder convivir,
primero con los que amamos
y luego con todos los seres humanos.
Si asumimos el hecho
de que no tenemos la verdad absoluta,
podríamos empezar a entender,
que esta convivencia,
tiene más de supervivencia,
que de vida misma.
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