Cada individuo del pueblo preferiría morirse antes que mover un dedo en beneficio de los demás. La gente vivía aislada y sólo se preocupaba de sí misma. Y a decir verdad, el individualismo feroz del valle sólo se quebraba las tardes de los domingos, al caer el sol.
"El camino" (1950), Miguel Delibes
Siento que es muy importante,
fortalecer y reforzar
lo que somos,
en las diversas etapas de la vida.
Me gusta eso de:
ser único y particular,
en medio de tantos millones
de seres únicos y particulares.
Construir esa individualidad,
como un sello, una impronta,
de lo que somos y queremos ser,
como una forma
de alejarnos del peligroso camino
de la uniformidad, el adoctrinamiento,
los fundamentalismos
y los dogmas en sus diversas formas.
Ser lo que somos,
en un estado de plena conciencia,
de límites y fortalezas,
en medio de colores,
matices… alegres y tristes.
Ser lo que somos,
reconociendo que nuestra verdad
es una pequeña parte
de las otras verdades,
de los otros seres humanos.
Que nuestra verdad
se enfrenta a complejos aparatos
de sometimiento, distracción
y adoctrinamientos imperceptibles.
Un ejercicio de vida
importante creo yo,
pero que no debería confundirse
con aquella práctica que nos lleva
a pensar en nosotros,
para nosotros y por nosotros,
independientemente
de que el mundo a nuestro alrededor,
se hunda por completo.
En estos tiempos de crisis,
hemos observado,
con indignación, dolor y tristeza,
aquellos comportamientos
asociados al individualismo,
a la viveza criolla,
que nos llevan a preguntarnos,
¿el por qué de esas cosas?,
¿qué hacer para cambiar
una compleja realidad?
Ese individualismo,
ese comportamiento mezquino,
ese proceder solapado y corrupto,
se va aprendiendo,
se va formando
con lo que ves y escuchas,
todos tus días,
sin que te des cuenta.
El deliberado silenciamiento
de los valores fundamentales de vida,
de la ética en todo su sentido,
provoca el renacimiento
de un individualismo macabro.
De muchas formas,
estamos reforzando
un individualismo carente de sensibilidad.
En estos tiempos de crisis,
ese individualismo
nos llevó a aprovecharnos
de los más débiles.
A “hacer negocios”
con el sufrimiento humano.
A robar,
en medio de la crisis y dolor.
A mentir,
y a vender mentiras
para obtener vacunas,
o vender falsas vacunas.
A ocultar información,
pues permite la impunidad
ante la falta de capacidad
de los gobiernos de turno
y de sus equipos de trabajo.
Estamos puestos a prueba,
al momento de enfrentar
los retos que nos presenta
el tiempo actual.
Necesitamos reflexionar
sobre la forma en que reaccionamos
a estas realidades.
Si hay individualismo,
si hay viveza criolla,
es porque, en gran medida,
eso hemos sembrado
y seguimos sembrando,
y porque esas tristes actitudes
son parte de nuestra cultura,
en la familia y en la sociedad.
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