Como es sabido, el engaño funciona por dos cosas. Primero, el encargado de urdir el engaño es muy sutil y convincente en sus planes, es decir, parece/siente/actúa como si fuera auténtico. Segundo, e igualmente importante, el sujeto engañado debe estar predispuesto a creer que el encargado del engaño es en efecto auténtico. Estos dos criterios funcionan entre sí en relación inversa: un tipo suficientemente engañoso puede convencer a una víctima escéptica, mientras que una víctima que quiere desesperadamente creer podrá pasar por alto los defectos graves en la persona a la que da su confianza.
"El sueño del androide" (2006), John Scalzi
Parte de los males actuales
que aquejan a la democracia,
como forma de gobierno,
y también de convivencia,
es el engaño que ha sufrido
-y que hemos sufrido-
de parte de quienes
ejercen el poder,
desde todos sus espacios.
Somos muy ligeros,
al analizar la realidad.
e intentamos responder
y buscar soluciones,
solamente en relación
a las consecuencias,
nunca a las causas.
Las enfermedades
y los males de nuestra
y de nuestras democracias,
no lo son por lo que pasa ahora,
o por lo que pasó el año pasado,
o el año anterior al pasado.
Estas enfermedades y males,
tienen sus orígenes
varios años atrás,
producto del populismo,
corrupción, irresponsabilidad
y desfachatez
de una clase política
al servicio de sus propios vicios,
desafueros y sinsentidos.
Escribimos la crónica de un engaño,
al que le pusieron el disfraz de democracia.
La mentira, se convirtió de a poco
en la forma de mostrar
una realidad inexistente
una obra pública defectuosa,
construida con sobreprecios
y sin condiciones de calidad.
La crónica del engaño,
incluye un capítulo
sobre el debilitamiento
de las instituciones claves para la democracia:
salud, educación, seguridad,
justicia, investigación,
innovación y dignidad social.
La crónica del engaño,
incluye la forma o formas,
a través de las cuales
todos estos desgraciados,
alteraron los datos,
la verdad de las cosas,
asesinaron a sus críticos,
encarcelaron a los que los denunciaban,
sembraron el terror y el miedo,
a través de sus pactos con la mafia.
En la crónica del engaño
se cuenta cómo los mandatarios,
al servicio de sus vicios,
enriquecieron a sus socios,
dilapidaron el dinero público,
pactaron con el diablo,
y buscan a toda costa
no dejar jamás el poder,
no por miedo a la cárcel
sino por el miedo
a no poder seguir robando.
Las calles de tiñen de sangre,
los hospitales se llenan de muertos,
las cárceles son el lugar
donde reina el mal,
y los desgobiernos callan,
cuando deberían hablar,
rendir cuentas y actuar,
pero se llenan la boca,
de lo que supuestamente
les da réditos
para seguir buscando los votos
que permitan mantenerlos
allí, donde el engaño
hace el mayor daño
a la democracia actual.
Y, los ciudadanos,
miramos solamente las consecuencias,
sin mirar las causas.
vivimos nuestro propio baño de sangre
en las redes sociales,
creyendo y compartiendo,
lo que el engaño
quiere que creamos y compartamos.
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