jueves, 27 de febrero de 2020

Espíritu y corazón


Concede a tu espíritu el hábito de la duda,
 y a tu corazón, el de la tolerancia
Georg Christoph Lichtenberg

Llevamos muchas cosas por dentro,
guardamos en el corazón,
muchas vivencias y recuerdos.
Colgamos en las paredes del alma,
cuadros de vida,
que cuentan días tristes,
vivencias personales,
algunas cosas,
que solamente uno sabe.
Cuadros de alegrías,
pinturas de esperanza.
Guardamos penas,
dolores y hasta resentimientos.
(Dicen algunos,
que guardan también odios).

Alimentamos nuestro espíritu,
con una serie de ideas,
de conceptos, de creencias,
de influencias, de tradiciones,
y de experiencias,
algunas propias y otras ajenas.
Nos apropiamos de un poema,
de una canción, de una novela,
de una historia ficticia
y también de una que otra
historia de la tierra.

En ese camino,
en ese vivir día a día,
asumimos como verdades,
como hechos inamovibles,
algunas ideas
y algunas acciones.
Es más,
si alguna vez dudamos,
de lo que creemos y sentimos,
nos criticamos porque…
“dudar no es bueno”,
o porque dudar…
es un supuesto signo
de inseguridad.

Quizá podamos darle a la duda,
el beneficio de sí misma,
y permitirnos pensar,
analizar y criticar,
cómo hemos decorado
nuestro espíritu y nuestro corazón.
Cuáles son los colores,
los adornos y los estilos
de nuestros corazones y espíritus.

Por qué pensamos lo que pensamos,
Por qué creemos lo que creemos.
Y…
cual es el nivel de nuestra esperanza,
de nuestra tristeza
y de nuestra tolerancia.

Nos cuesta acercarnos
a nuestro espíritu
y a nuestro corazón,
porque quizá no nos guste,
lo que hay en su interior,
porque nos asusta
sabernos equivocados.
Creyéndonos ser los únicos,
a los que pasa esta realidad.

Por eso,
al hacer de la duda,
una herramienta de construcción,
y no de destrucción,
podremos darle a nuestro espíritu,
la mejor forma posible,
algo que nos agrade vivir,
algo que defendamos a morir,
no por matar a nadie,
sino a dar la vida,
por lo que eres y amas.

Yo con ese corazón tolerante,
Podremos -quizá- encontrar
el amor propio,
el amor perdido,
el amor faltante,
la comprensión, el cariño,
el respeto por la dignidad humana,
el respeto por la vida,
en todas sus formas.

No es fácil, lo sé,
si  lo fuera,
no creo que habría espíritu,
ni corazón tolerante.

En medio de tanta ignorancia,
en medio de tanto caos,
las luces que iluminan los pasos,
están más cerca de lo que creemos:
en nuestro interior,
en nuestro espíritu,
en nuestro corazón.

No hay comentarios: