La
enseñanza que deja huella
no
es la que se hace de cabeza a cabeza,
sino
de corazón a corazón.
Howard
G. Hendricks
Indignante y doloroso,
es mirar a un estado,
y a un gobierno,
atentar día a día
contra un derecho fundamental:
llamado educación.
Lo que debería ser
un espacio para crecer,
no solamente en conocimiento
si no, y sobre todo, en espíritu,
se traduce en espacios
sujetos y sometidos
a permanentes, constantes
e irreflexivos ¨rediseños¨.
El maestro tiene la obligación
de demostrar, a través de confusos
procesos,
que enseña y transmite los conocimientos
que unos expertos dispusieron se estudie.
Las instituciones de educación,
deben someterse, permanentemente,
a los ¨nuevos¨ modelos de gestión curricular
y de gestión educativa,
diseñados por los mismos
y otros expertos que trabajan
desde el escritorio, para el territorio.
El proceso educativo,
la labor docente,
el aprendizaje permanente,
se ven afectados
por una visión que olvida
las diferentes realidades:
económicas, geográficas,
sociales, biológicas y ambientales.
Al final,
se busca medir todo,
con una misma medida:
ganador - perdedor.
Al final,
todos quieren ser ganadores,
sin saber en concreto
lo que eso significa.
Solemos llegar a pensar,
que la felicidad
o la realización personal
es ir a la escuela, al colegio
y a la universidad,
y que con ello
cumplir el ciclo normal,
de una vida en particular.
Las personas pasan
por la escuela, por el colegio
y por la universidad,
Me preocupa pensar
que la escuela, el colegio
y la universidad,
no pasen por la cabeza y el corazón,
de ninguna de esas personas, en
particular.
Planificación, clase, evaluación.
Ganar, ganar con las justas,
perder con las justas
o perder totalmente.
Esos son los resultados.
Si estás con suerte,
si has tenido alguna otra oportunidad
irás a la universidad,
caso contrario
engrosarás en innumerable grupo
de los olvidados,
de los que no tienen oportunidad
de construir un proyecto profesional.
Si eres del selecto grupo
que fue a la universidad,
te encontrarás al final
con la triste realidad,
de que el mercado laboral,
no tiene capacidad,
para darte una oportunidad.
Y todo esto ocurre
frente a los ojos
de los políticos de turno,
que debaten y discuten,
de todo,
menos el hacer frente
a la mala educación,
a la mala planificación,
a la poca o ninguna voluntad
que tiene la política
por construir una agenda
un proyecto de país
que, ajeno a la politiquería,
plantee un horizonte
que haga de la educación
el instrumento y la forma,
de garantizar a la sociedad
seres humanos dignos,
honestos, sensibles,
tolerantes, sencillos,
entregados, inquietos,
creativos y propositivos,
y en algunos casos,
también con profesión.
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