viernes, 30 de agosto de 2019

Guerra y Paz (a Colombia y a su gente)


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La electricidad produce calor y el calor produce electricidad. Los átomos se atraen y se repelen. Al hablar de las más simples acciones del calor, de la electricidad o de los átomos, no podemos explicar el porqué de esos fenómenos y decimos que ocurre así porque tal es su naturaleza, porque ésa es su ley. Lo mismo sucede en los acontecimientos históricos. ¿Por qué se produce una guerra o una revolución? Lo ignoramos. Lo único que sabemos es que para llegar a ese o a otro hecho, los hombres se unen en determinadas agrupaciones en las cuales todos participan.

León Tolstói (Guerra y Paz)

No supongas jamás,
que un “alto al fuego”,
es un fin a la guerra.
Cuando las sociedades se han enfrentado,
cuando el monstruo de la guerra
ha hecho su presencia,
ha sido capaz de sacar a flote
la mayor de las miserias humanas:
una mezcla de odio, desprecio y violencia.

Superada la guerra,
agotados los guerreros,
perdidos entre tantos muertos
los motivos que los llevaron a las armas,
llega la paz, como un bálsamo,
como una medicina,
como una esperanza, una oportunidad,
como un nuevo día,
como un recién nacido.
El problema,
entre otras causas,
o entre otras cosas,
es que no solamente hay
que proclamar la paz,
alegrarnos por ella,
entregarnos premios,
sino hay que cultivarla,
regarla, podarla, alimentarla,
y hacer que florezca y dé frutos,
que seamos felices con ella,
que enseñemos a otros
a cuidarla y hacerla cada vez más grande,
sabiendo que las piedras del camino,
nunca dejarán de estar,
o los días grises,
o tantos y tantos obstáculos
que tiene la paz en su camino.

Leía con dolor,
con preocupación y con indignación,
la declaratoria de un narcoguerrillero,
que decía volver a las armas,
como el único camino
para recuperar su libertad,
y otra serie de falacias,
que prefiero no mencionar.

Desconociendo,
el inmenso esfuerzo
que está haciendo una sociedad
para poder incorporar
al día a día de la vida,
a las personas que vivían:
de y para la guerrilla,
que a su vez se traduce,
en protección y apoyo
al narcotráfico
y al tráfico de personas.

Un acuerdo de paz,
es un punto de partida
y no de llegada.
Es una pausa,
para poder trazar,
diseñar y construir
el cómo queremos que sea
una determinada sociedad,
unas determinadas relaciones sociales.
Es una oportunidad
para construir una comunidad.
Eso, no es responsabilidad de los políticos,
o de los gobiernos locales,
o de los ciudadanos,
o de las organizaciones de la sociedad civil,
o de la cooperación internacional,
o de los desmovilizados,
o de los excombatientes,
o de las miles o millones de víctimas,
es una suma de todos los esfuerzos
y de todas las voluntades.
Es un ponerle corazón,
a lo que a cada uno le corresponde,
pequeño o grande,
débil o poderoso,
pobre o rico.

Las grandes mafias,
utilizaran siempre,
el poder y sus títeres,
para hacernos creer
que lo que ellos hacen,
está bien.
Y que lo que no se puede ganar en las urnas,
se lo puede arranchar por la fuerza
de las armas, de la violencia
y de las mentiras.

Hoy más que nunca,
debemos unirnos en torno
a ideas básicas y fundamentales:
libertad, igualdad, hermandad,
respeto irrestricto a los derechos humanos.
Hoy más que nunca,
nos necesitan y nos necesitamos,
para evitar que la guerra y la violencia,
asesinen nuestra esperanza,
nuestra capacidad de pensar,
nuestra capacidad de razonar.

Que no nos una el pesimismo,
el “no es posible”,
o “el todo está perdido”.

Recordemos siempre
que la paz es un ejercicio colectivo,
permanente y continuo,
que la construcción de la paz,
es un deber y un derecho humano,
que somos el resultado de nuestras acciones
y también de lo que dejemos de hacer,
o lo que permitamos que hagan con nosotros.
Ya lo decía Tolsói:

Créeme, querido:
no hay nadie más fuerte que esos dos guerreros:
la paciencia y el tiempo.

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