jueves, 15 de agosto de 2019

40 años, ¿de democracia?


La diferencia entre una democracia y una dictadura
consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes
Charles Bukowski

Resaltaba la prensa nacional,
que estábamos por celebrar,
conmemorar o recordar,
los 40 años de “regreso a la democracia”,
luego de varios años,
diez, si no me equivoco,
de dictadura militar.

"La democracia no es perfecta”,
decía Roldós Aguilera,
(en aquel tiempo)
“pero es susceptible de perfeccionamiento
y por ello siempre
será la forma más digna
de existencia humana”.
Sentidas y sabias palabras,
del joven político,
convertido en presidente,
que intentaba trazar
la responsabilidad que adquiría
la clase política nacional.
Luego de 40 años,
el resultado, para mí por supuesto,
es que esa clase política,
olvidó aquello de que la democracia,
no es perfecta,
pero es susceptible de perfeccionamiento.
La clase política, sus instituciones
y la sociedad civil en general,
hemos olvidado exigirnos
un ejercicio diario y sin descanso:
pulir, desbastar y mejorar
nuestro modelo de democracia y sociedad.

Hemos sido prodigiosos,
para elegir mandatarios,
para botarlos y nombrar nuevos.
El poder en el poder,
durante 40 años,
ha permitido y se ha permitido,
no aportar acciones para mejorar
la democracia y sus instituciones.

Los niveles de desconfianza
en el poder legislativo son siempre altos.
La justicia expuesta a la ambición,
de grupos de poder
que se enriquecen de la corrupción,
ha sido siempre blanco
de innumerables procesos
de depuración, reorganización
y supuesta mejoría.

El poder ejecutivo,
ha dispuesto de dinero público,
y no siempre para beneficio
de los ciudadanos que lo eligieron.
El tamaño del estado,
de sus instituciones
y de sus empleados,
ha llegado a números
inmanejables para el presupuesto nacional.
Pero ha sido imposible controlar
el culto a la vanidad,
que el sillón presidencial impone
a quien se sienta en él.
Algunos olvidaron,
que prometieron defender la constitución,
y las leyes del Estado,
atentando a diario,
contra los derechos humanos,
contra las libertades
y contra el sentido común.

La salud y la educación,
ni se diga,
siempre relegados,
siempre mal pagados,
siempre engañados,
“que habrá un cambio,
y que todos tendremos
salud y educación digna,
de calidad y para toda la vida”.

La Seguridad Social,
ha sido la caja chica
y la caja grande del poder en el poder.
La han desmantelado,
la han usado para sus campañas,
la han manoseado,
acosado y violado,
como les ha dado la gana.
Olvidando que ese dinero,
y esa institución es de quienes,
mes a mes,
año a año,
durante casi toda su vida,
han aportado con dinero,
para que les brinde eso: seguridad social.

Al final de estos cuarenta años,
nos encontramos más divididos,
más débiles, más ignorantes
y más confundidos.
“Divide y reinarás”,
dice el adagio popular,
que se cumple al pie de la letra.

¿Quién al final dice la verdad?,
¿Es democracia lo que vivimos?,
¿Por qué los ladrones,
mafiosos y asesinos
logran confundirnos,
dividirnos y logran que votemos
por los menos preparados?

Acepto el pesimismo,
y la crítica que pueda sobrevenir.
Pero me niego a aceptar,
que esto que vivimos hoy,
sea una democracia de verdad.
Siento que fallamos como ciudadanos,
que no ponemos el hombro,
que no nos comprometemos,
que no nos preparamos,
por el contrario,
estamos listos para quejarnos,
para echar la culpa al otro,
y seguir esperanzados,
en que un dios de barro,
nos saque del hoyo de nuestros desencantos
y nos suba en la nube de nuestras,
supuestas realizaciones.
Es verdad,
no todo es malo,
pero… ¿cuál es ese no todo?
Hay que buscarlo, leerlo
y aprender de él.
Hacer más y mejor,
aquello que nos hace bien
y evitar cometer
una y otra vez,
el error común,
de creer que la democracia,
es solamente votar,
bajar la cabeza, quejarse,
obedecer y callar.


1 comentario:

Anonymous dijo...

Awesome and true.
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Thank you