jueves, 25 de julio de 2019

Sobre la capital cultural


La cultura es la memoria del pueblo,
 la conciencia colectiva de la continuidad histórica,
 el modo de pensar y de vivir
Milan Kundera

Decimos vivir
en la capital cultural
de este hermoso país,
mientras miramos
como se cierran las puertas
las oportunidades
y los apoyos,
para las diferentes expresiones
del arte y la cultura.

Nos dicen que somos
una capital cultural,
cuando los espacios para la cultura
son pocos, son difíciles de acceder
y en muchos casos
se encuentran a merced
del poder en el poder,
que tendrá de todo
menos inteligencia,
memoria y sentido común.

En esa capital cultural,
es muy difícil y muy complejo
que el escritor
joven o viejo,
pueda contar con apoyo
para poder, no solamente publicar,
sino discutir y compartir
su pensamiento y sus escritos.

En esa ciudad cultural,
el pintor o el escultor,
deben trazar y esculpir
su propio camino,
porque son vistos como mendigos
por los burócratas que administran
los pocos dineros
que tiene para la cultura.

En esa ciudad cultural,
los músicos componen
y ejecutan, muchas veces,
la música del funeral
de aquella ciudad
que vive de victorias pasadas.

Es esa ciudad cultural,
la que año a año se enfrenta
a la miseria del poder,
que le recorta sus cuentas,
que le niega apoyos,
que la denigra y la mira
como obligación
y no como vocación,
que le escribe una obra
de olvido y humillación.

Y en medio de ello,
de esa suerte macabra,
en la capital cultural
surgen cada día,
manos, voces, mentes,
corazones y vocaciones,
que nos hacen pensar
que no todo está perdido,
que hay tanto por sembrar,
cuidar y cosechar.
Que, si nos sentamos a llorar,
todo se habrá perdido en verdad,
y habrán tantos a quien culpar,
que faltarán días
para contar las historias
de los “malos de la película”.

En medio de ello,
de esa desesperanza,
hay varios, muchos -diría yo-,
pero silenciosos,
que confían en que, si la ciudad lo intenta,
podrá tallar y pulir
su propia escultura y figura
de capital cultural,
sin pedir limosna,
sin tener que aguantar
que los ignorantes
sigan disfrazándose de intelectuales.

En esa capital cultural,
hay suficiente fuerza,
inteligencia y razón,
para tomar una decisión:
ser, si más dilación,
lo que decimos que somos,
lo que se dice de nosotros
y lo que queremos para el hoy
y sobre todo para el mañana.

Sobre la capital cultural,
podrán decir muchas cosas,
pero lo que no se dirá,
es que sus hijos no la protegieron
y no la hicieron respetar.

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