jueves, 11 de julio de 2019

La peligrosa monotonia

“Aquella peculiar sensación, como soñada y también como de pesadilla de que todo se mueve y no se mueve nada, de cambiante permanencia que no es sino un constante volver a empezar y una vertiginosa monotonía” 
Thomas Mann



Peligrosa es la monotonía,
porque te relaja,
porque te hace creer
que nada cambia,
que todo es como es,
y debes aceptarlo,
que los cambios son imposibles,
que una golondrina no hace verano,
que una gota en el mar
no significa nada,
olvidando que ese mar,
sin esa gota,
es otro mar.

La monotonía,
nos sienta de su mano
en el sofá de la desesperanza,
del cual no nos podemos levantar
porque creemos
que no tenemos fuerzas,
que nos equivocamos,
que tomamos el camino incorrecto
y que no conviene hacer cambios.

La monotonía,
se instala en nuestro cerebro
y también en nuestro corazón,
haciéndonos creer
que lo que sucede es algo normal:
normal el robo,
normal la corrupción,
normal la crisis de valores,
normal la mala educación.
Normal la injusticia,
normal los malos gobernantes,
normal el poder absoluto,
normal los ciudadanos callados.

La monotonía,
hace que no te admires
por cuántas muertes violentas
hay en tu ciudad,
en tu país o en tu mundo.
Hace que veas normal
la violencia intrafamiliar.
La monotonía te adormece,
te silencia y te calla,
te hace pensar
que, si protestas,
eres parte de un colectivo peligroso
pensante y desgraciado,
que no agradece
el estar vivo y dominado,
sino que además
quiere ser digno y libre.

La peligrosa monotonía,
nos lleva a dejar de pensar,
a dejar de ser críticos,
a darnos por vencidos,
a permitir que otros nos digan
lo que es bueno y malo,
a gastarse nuestro dinero,
o, mejor dicho,
a robarse nuestro dinero,
y que lleguemos a pensar
que eso, es bueno,
en la medida de que, con algo de ese dinero,
construyan una mínima obra pública,
legitimando el robo,
porque al final
todo esto es una monotonía.

La peligrosa monotonía,
aniquila tu capacidad de asombro,
de indignación
y de reacción ante las injusticias.
Te habla en silencio
y te dice
que no hagas nada,
que nada hay por hacer,
que te tienes que someter
que tienes dejar de analizar,
de criticar y oponer:
que las cosas son como son
y no van a cambiar.

La monotonía,
la rutina,
es la asesina de la ilusión
y de la esperanza.
Con ellas por compañía,
habremos perdido el sentido
de la vida y del mañana.

No hay comentarios: